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Los secretos de un Faunario. Por Diego Muñoz Valenzuela

Faunario, volumen de cuentos de Tomás Veizaga, desde el título de su ópera prima nos recuerda sugerentes lecturas anteriores como Fabulario de Gudiño Kieffer, o los Bestiarios de Juan José Arreola y Cortázar, y así nos prepara para una experiencia significante. Efectivamente, todos los cuentos de este conjunto corresponden a animales de diversas especies. Sin embargo, el asunto que los aglutina en verdad es nuestra condición humana, con la correspondiente carga de alineaciones, traumas, resentimientos y deterioros. Es una mirada al estado de cosas, muy actual y cercano a cómo se dan nuestras vidas en sociedad.

Por cierto, no es una mirada optimista, aunque nunca tan negativa como el contenido de los noticiarios televisivos: superficiales y ajenos a las causas de los problemas, enfocados en las acciones violentas de los delincuentes para demostrar que sobrevivimos de milagro, y que es preciso poner mano dura para ordenar la vida social. Allá los pobres, los marginados, los desdichados, ellos verán cómo se las arreglan.

Estos mismos seres, mayormente olvidados por los noticiarios, las series de televisión y las promesas eleccionarias populistas, son los protagonistas de Faunario, y eso es lo primero que celebro. Porque ese es el propósito central de la literatura: mirar qué pasa con nosotros, los olvidados seres humanos, abandonados a una suerte de naufragio en una sociedad que no hemos diseñado. Y lo digo porque con frecuencia esta función literaria tiende a olvidarse, reemplazándola por el mero entretenimiento (del cual no reniego, por cierto) o por el juego formal o por la búsqueda de artificios casi siempre un poco añejos.

En los cuentos de Tomás Veizaga he encontrado estructuras narrativas bastante sencillas y accesibles. Esto no significa que sean simples, solo que lo parecen. En realidad, corresponden a estructuras muy bien concebidas para cada cuento en particular. No hay esquemas de aplicación general. La complejidad asumida por el autor se revela como facilidad para el lector; no se advierten presencias laberínticas que obstruyan el flujo de la lectura. Aquí reside la auténtica maestría narrativa.

Eso sí, se requiere de un lector atento y activo, dispuesto a captar los detalles que se le ofrecen para ir rellenando los silencios narrativos, en particular la sicología de los personajes. Es preciso estar muy atento a sus estados emocionales, pues estos con la clave para interpretar sus actos y proyectar sus finales abiertos. La presencia de los animales en los relatos casi siempre representa una metáfora del abandono, la desdicha, el privilegio, la inequidad, la amenaza.

Los detalles cotidianos han sido armados con sutileza para construir tensiones emocionales en las diversas tramas. Hay que estar atentos a las reflexiones de los personajes, sus pensamientos y las frustraciones que los sacuden; así como a sus dichos en diálogos conde irrumpe el habla coloquial, que provee contexto histórico y cultural. Así vamos explorando las diversas realidades sociales que el volumen recorre una galería bastante completa que va configurando una especie de radiografía social de esta época. Por ahí nos encontramos con precariedad laboral, abusos, tensiones de clase, fracaso, soledad, pobreza (no vulnerabilidad), abandono, resentimiento, violencia. Al final, nos vamos encontrando con las brutales reglas del neoliberalismo; esas mismas donde naufraga la conciencia de quienes habitamos sus duros barrios; allí rige la ley de la selva financiera.

A modo de ejemplo de que en Faunario hay que estar alerta, el cuento Rémoras, el narrador y protagonista nos dice: ”Quizá no le salga a cuenta, no sé, no soy bueno para los cálculos, pero sí tengo claro que la moral no sería problema. Por eso estamos como estamos”. A buen entendedor, pocas palabras, que es una forma de definir al género cuento.

Leer los cuentos de Faunario de Tomás Veizaga es una experiencia inquietante y potente. Muestra con implacable lucidez una realidad que evitamos conocer. Con una prosa cercana, ágil y precisa, recorremos un universo poblado de personas que nos resultan simultáneamente familiares y desconocidas. Se trata de seres hermanados por la soledad y el abandono, afrontando el exigente desafío de la existencia.

Faunario, cuentos, 2025, Editorial Oso de agua, 146 pp

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