Malqueridas es el documental chileno que se estrenó hace una semana en nuestro país y que nos invita a acercarnos a las experiencias de menosprecio (como dirían los filósofos Nancy Fraser y Axel Honneth) que han, de alguna manera, elaborado las mujeres que se encuentran privadas de libertad en contexto carcelario. Su directora, Tana Gilbert, en una de las presentaciones previas al lanzamiento, señalaba que el nombre de este trabajo audiovisual fue una decisión que surgió desde sus propias participantes y que ellas como equipo realizador decidieron respetar. Considero que aquí estamos frente a un “soporte” que nos posibilita conocer, pero también conectar con lo que significa vivir al interior de un recinto penal desde la voz de las mujeres. Desde esas experiencias el documental, mediante fotografías y grabaciones caseras realizadas por ellas, nos muestra una natural cotidianeidad que, hasta ahora, probablemente, muchos desconocíamos. Su decidor título, nos impulsa a reconocer en las vivencias vinculadas con el amor, las carencias, la amistad, la culpa, los cuidados, la solidaridad, las penas, las tareas domésticas, las nostalgias, los espacios de celebración y alegría, lo que sucede en la calle, entre otros, formas de lo humano que no son tan distintas a lo que cualquiera de nosotras/os podría experimentar.
Sin embargo, la potencialidad de este film, radica, a mi modo de ver, en que se nos muestran narrativas que adquieren especificidades solo en tanto es posible observar el cruce entre las “imágenes” que se nos revelan y el escenario en el que ellas se sitúan, que en palabras de Alicia Alonso (2023) ubicarían a la cárcel como un dispositivo que históricamente ha implicado un continuum de orden, control, discriminación y sanción.
Me parece que este documental nos habilita hacia una clave fundamental a la hora de pensar en el ejercicio de los derechos humanos de estas mujeres, sus hijos/as (tanto quienes están dentro como fuera de los recintos penales) y las posibilidades reales de reinserción con justicia de género. Resulta redignficante y casi como un autoboicot intencionado al nombre central de esta cinta, la visibilización de sus historias y voces que desde este espacio de reclusión salen a la calle y desde la calle a la pantalla grande hasta llegar a nosotras/os.