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Megaminería en la región de antofagasta en relación con los derechos humanos y las áreas protegida. Por Ingrid Garcés Millas

La Región de Antofagasta, un territorio estratégico para la minería chilena y mundial es rica en recursos naturales clave para el desarrollo de la transición energética global, especialmente el cobre, el litio y, más recientemente, su potencial en la producción de hidrógeno verde. La extracción de litio en los salares del norte, como el Salar de Atacama, y la apuesta por el hidrógeno verde como parte de la transición energética también están posicionando a la región como un epicentro de la minería de recursos estratégicos. La extracción de estos minerales, sin embargo, plantea serios desafíos medioambientales, sociales y de derechos humanos.

Cobre: El corazón de la economía chilena y sus desafíos

Chile es el principal productor mundial de cobre, y la región de Antofagasta es clave para esta industria, con yacimientos como Chuquicamata y Escondida, que representan una parte significativa del PIB y las exportaciones del país. El cobre, esencial para la transición energética global debido a su uso en tecnologías como paneles solares, vehículos eléctricos y sistemas de transmisión de energía. Sin embargo, su extracción enfrenta desafíos significativos: el agotamiento de recursos hídricos, ya que la minería requiere grandes cantidades de agua en una región árida, y las plantas desalinizadoras generan impactos en los ecosistemas marinos. Además, los relaves y emisiones mineras contaminan el aire y los acuíferos con metales pesados, lo que afecta la salud humana y la biodiversidad. Por otro lado, las comunidades locales no reciben beneficios proporcionales a los ingresos generados por la minería y enfrentan desigualdades económicas, serios problemas de salud y desplazamientos forzados debido a la expansión minera.

Litio: Una oportunidad estratégica con riesgos latentes

El litio, principalmente utilizado para las baterías en vehículos eléctricos, dispositivos electrónicos y sistemas de almacenamiento de energía. La región de Antofagasta, especialmente el Salar de Atacama, ha sido y seguirá siendolo el principal puntos de extracción a nivel global debido a su alta concentración y calidad de este mineral. La Estrategia Nacional del Litio busca posicionar a Chile como un líder mundial en su explotación, licitando 26 salares para su desarrollo. Sin embargo, este plan enfrenta serias críticas: Impactos en ecosistemas frágiles: Los salares y humedales altoandinos son ecosistemas únicos que dependen de un delicado equilibrio hídrico. La extracción de litio implica la evaporación de grandes volúmenes de agua, lo que amenaza a especies endémicas y a las comunidades indígenas que dependen de este ecosistema para su subsistencia.

Derechos indígenas: Muchas comunidades indígenas consideran a los salares y sus alrededores como territorios sagrados.

Falta de estudios ambientales: La explotación avanza sin una evaluación integral de los impactos acumulativos y sin definir con claridad qué salares deben ser protegidos y cuáles podrían ser utilizados de manera sostenible.

Hidrógeno verde: Una promesa aún por cumplir

El hidrógeno verde, producido con energías renovables, es una de las grandes apuestas de Chile para descarbonizar sectores intensivos en emisiones. Antofagasta, con sus condiciones climáticas ideales, se posiciona como un centro de producción. No obstante, enfrenta desafíos como la superposición de actividades extractivas y el uso de agua desalinizada, que impactan a los ecosistemas y comunidades costeras. Además, la participación local en estos proyectos sigue siendo limitada.

Superposición de actividades extractivas: La instalación de infraestructuras para el hidrógeno verde se está llevando a cabo en territorios ya degradados por la minería de cobre y litio, lo que aumenta las presiones sobre ecosistemas vulnerables y multiplica los impactos ambientales acumulativos.

Uso de recursos hídricos: Aunque se promueve el uso de agua desalinizada para la producción de hidrógeno verde, esto no elimina los impactos en los ecosistemas marinos y en las comunidades costeras, que enfrentan la pérdida de biodiversidad y el aumento de costos asociados al agua.

Participación comunitaria limitada: Aunque se habla de proyectos que beneficiarán a las comunidades locales, hasta ahora no se han establecido mecanismos claros para garantizar que las promesas de mejora en calidad de vida, empleo y acceso a servicios básicos se cumplan.

LOS DESAFÍOS QUE ENFRENTAMOS COMO REGIÓN:

El cobre, el litio y el hidrógeno verde están conectados en la región de Antofagasta, ya que el cobre es clave para las infraestructuras energéticas y el litio para el almacenamiento de energía. Sin embargo, la extracción de estos recursos y la expansión de la industria del hidrógeno verde, van a afectar a los ecosistemas y las comunidades. Es crucial avanzar hacia una transición energética que no solo considere que sea “verde” desde el punto de vista tecnológico, sino que es fundamental incluir que sea justa social y ambientalmente, con una planificación adecuada, gobernanza inclusiva y con enfoque en el bienestar de las personas y el medio ambiente.

Dra. Ingrid Garcés Millas

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