
FOTO_ ALVARO HOPPE, 2025
Para batir al hombre de la paz / tuvieron que bombardearlo, hacerlo llama, / porque el hombre de la paz era una fortaleza.
Allende, Mario Benedetti
El escritor italiano de origen judío sefardí, Primo Levi, decía que el tiempo histórico – y su paso por el campo de concentración de Auschwitz -, no solo lo habían rodeado, también lo habían atravesado. El último libro del arquitecto Miguel Lawner, “Con Allende en la memoria. Crónicas del cincuentenario” expresa de manera reflexiva que él, como todo Chile, no solo fue abrazado por la experiencia de la Unidad Popular y el brutal Golpe de Estado, sino también, atravesado.
En este libro, esa experiencia de vida nos es narrada como un mosaico que se arma a partir de 24 crónicas que le permiten no solo testificar sobre los 1.000 días del gobierno de la Unidad Popular, y rendir un sentido y delicado tributo a sus protagonistas. Sino también, entrar en los estratos de ese tiempo para advertirnos, de manera sutil, los peligros de un futuro que oblitera su pasado. En efecto, las crónicas de Miguel son una invitación a reflexionar sobre el pasado, pero siempre pensando desde el presente. En este ejercicio, él nos abre las esclusas de la memoria para conducirnos hacia el tiempo histórico de la Unidad Popular. Leer estas crónicas nos permite comprender que, en cada una, Miguel está también indagando en las pulsiones de ese pasado en el tiempo presente. O, más precisamente, nos deja en evidencia la presencia de la ausencia y el olvido en la experiencia contemporánea. Quizás por eso resulta tan dolorosa su lectura. Miguel excava amorosamente en los estratos de la experiencia, del recuerdo, de lo que se puede recordar, y del olvido o de lo que no se ha transmitido, en los términos de Reinhart Koselleck (1993).
Las crónicas de Miguel Lawner ciertamente no son solo históricas, ellas son un ejercicio de la memoria con Allende, su gobierno y su legado. Pero en cada una de ellas, Miguel observa desde las claves del presente. De allí que nos advierta una y otra vez, de las grandes negligencias de los gobiernos democráticos con el legado de la Unidad Popular. Como, por ejemplo, que no se hayan emprendido acciones judiciales demandando a las fuerzas armadas de Chile la devolución al Estado de todos los Balnearios Populares apropiados ilegítimamente. O que ningún gobierno haya colocado una placa honrando la memoria de los autores de la piscina Chacarillas, hoy Antilén. O lo que es más grave, que, a 50 años del golpe militar, continuemos “ignorando la suerte de más de mil compatriotas. Las fuerzas armadas chilenas siguen encubriendo sus graves delitos de lesa humanidad”.
Ciertamente la memoria que despliega en estas crónicas trasciende la simple conmemoración nostálgica; es ante todo un acto de testimonio con implicancias éticas para el presente. En este sentido, resuena con las ideas de Primo Levi, quien convirtió su experiencia del mal en Auschwitz en un imperativo a narrar para la humanidad. Levi advertía que “ha sucedido, y por consiguiente, puede volver a suceder”, enfatizando la responsabilidad de recordar el horror para impedir su repetición. Del mismo modo, Miguel —salvando las distancias históricas— asume la voz del testigo y sobreviviente que relata los 1.000 días de la Unidad Popular y la violencia del Golpe no solo para honrar a sus compañeros caídos, sino para alertar al Chile actual. Sus crónicas están imbuidas de esa convicción de que recordar es un deber: cada relato funciona como un “nunca más” implícito, interpelando a nuevas generaciones sobre los riesgos del olvido y la necesidad de aprender del pasado. En términos de Paul Ricoeur, la memoria aquí opera como una deuda: una obligación moral con los vencidos de la historia. Miguel paga esa deuda de memoria al dar voz a quienes ya no pueden contar su historia – Allende, Tohá, Letelier, Vergara y tantos otros – devolviéndolos al presente para dialogar con nuestras conciencias.
Miguel Lawner nos enseña cómo la memoria histórica conecta el ayer con el mañana. Las vivencias pasadas, el espacio de experiencia de la Unidad Popular con sus logros y traumas, se articulan en el libro no solo como recuerdo, sino como lecciones proyectadas hacia el futuro, un horizonte de expectativa de lo que Chile puede y debe ser. Anclado en su propia experiencia Miguel, ilumina problemas del presente – desde las negligencias para preservar el legado de Allende, hasta la impunidad persistente en casos de derechos humanos –. Pero a la vez, siembra una esperanza, la de un país que reconozca su pasado para construir un futuro más justo.
Parafraseando a Aleida Assmann, me atrevería a decir que, en las crónicas de este cincuentenario, la voz personal de Miguel se convierte en un relato perdurable, y como demiurgo que es, con su pala y su cincel elabora un delicado mosaico de recuerdos, los ensambla y los ofrece para la construcción de una memoria colectiva de Chile. Miguel transforma su vivencia íntima en patrimonio compartido, asegurando que la historia de la Unidad Popular y sus ideales de fraternidad, justicia y bien común perduren más allá de quienes la vivieron. En definitiva, no estamos solamente frente a un libro conmemorativo, este es una intervención crítica en el presente a través de la memoria como fuerza activa que interpela y compromete. Al excavar el recuerdo con mirada amorosa pero firme, Miguel no solo rinde tributo a Allende y a una generación de luchadores sociales, sino que nos exhorta a asumir nuestra responsabilidad histórica en esta construcción crítica. Nos interpela para que todos y todas seamos demiurgos, también. Y que, como tales, usemos nuestra habilidad o poder para crear y ordenar el mundo a partir de estos materiales preexistentes.
Miguel Lawner nos demuestra que recordar es un acto político y ético: un modo de desafiar la indiferencia, de enfrentar las omisiones del presente y de mantener vivas las aspiraciones de dignidad y justicia social. A cincuenta años del Golpe, nos recuerda que el pasado que llevamos dentro —ese que nos atraviesa, como decía Primo Levi— es la brújula con la cual orientamos el futuro.
Francisca Márquez
GAM, 20 de mayo 2025