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Militares en territorio mapuche. Por Tito Tricot

El gobierno no entiende nada, o la nueva Pacificación de la Araucanía.

Las palabras acaso son tornasoles, pero en noches de lluvia pueden ser también opacas. Ahí, sin quererlo quizás ¿quién sabe? parecen enredarnos en laberintos asombrosos. Así surge la insólita declaración de la ministra del Interior Izkia Siches quien señala que “nadie quiere y particularmente nuestro gobierno, nadie quiere un enfrentamiento, nadie quiere muertes de civiles, no queremos ser el Gobierno donde un militar mata a un comunero…” Entonces, nos perdemos en los oscuros laberintos de las palabras conjugadas en oraciones extrañas. Porque, si la ministra, es decir el gobierno del presidente Gabriel Boric, no desea enfrentamientos ni menos aún la muerte de un comunero mapuche ¿Para que envía al ejército y a la Armada al Wallmapu?

Es para proteger las rutas y garantizar su adecuado funcionamiento, nos dicen, por eso se decretó el Estado de Emergencia en las provincias de Arauco y Bío Bío, y en la región de La Araucanía. ¿Es que no bastan los miles de carabineros, PDI, integrantes de los servicios de inteligencia; vehículos blindados, tanquetas, helicópteros, drones ya desplegados en territorio mapuche. Tampoco las 34 camionetas blindadas nuevas y los mil millones de pesos para adquisición de drones anunciados en abril por la misma ministra Siches? Para resolver el conflicto Estado chileno-pueblo mapuche, digo, porque si se trata de asesinar mapuche los carabineros sí saben de eso en las últimas décadas. También de impunidad.

Y contrariamente a lo que se reitera, a las palabras no se las lleva el viento. No, y tampoco se extravían las palabras en los rincones de la historia o la memoria. Y está claro que, entre otras, la actual vocera de gobierno, Camila Vallejo, cuando era diputada y Gabriel Boric, en la misma calidad, criticaron duramente al ex presidente Sebastián Piñera cuando este declaró el Estado de Excepción en el Wallmapu. Puntualizaron que ello remitía a una declaración de guerra y a incrementar la violencia. Esas palabras no se las llevó el viento, ahí están, no obstante, ahí también están ahora las Fuerzas Armadas en territorio mapuche, pues el gobierno de Gabriel Boric cedió ante las presiones de la Derecha, los transportistas y de la industria forestal.

Se le puede adornar con múltiples artilugios políticos: estado de emergencia intermedio (¿Qué era esto?); estado de excepción acotado (¿qué es esto otro?). Los militares no pueden salirse de las carreteras (¿y esto?). Es como convencer a los mapuche que la eufemísticamente denominada “Pacificación de la Araucanía” fue pacífica. O que los militares no están preparados para la guerra, es decir, para matar. De hecho, el jefe de la zona de Excepción para las provincias de Biobío y Arauco, almirante Jorge Parga, ya declaró que si son atacados responderán en legítima defensa. Dicho sea de paso, el almirante Parga cumplió la misma función bajo la administración de Sebastián Piñera donde murieron dos personas en circunstancias no aclaradas. Rolando Llempi, joven mapuche, fue baleado por quien sus familiares sostienen fue un infante de marina. Por su parte, Manuel Rebolledo, fue atropellado en Talcahuano durante el Estallido Social, por el infante de marina Leonardo Medina. El almirante Parga defendió incondicionalmente a su subalterno sin siquiera haber habido una investigación. Posteriormente Medida fue procesado y condenado por cuasidelito de homicidio

Sea como sea, el giro en la política del gobierno del presidente Boric ha producido desazón en el pueblo mapuche y sus organizaciones. Un segmento del movimiento autonomista nunca creyó en este gobierno, sino más bien en el camino propio, en la construcción de la autonomía y el control territorial. Sin embargo, parte significativa del movimiento si pensó que este gobierno podía constituir un cambio en la relación entre el Estado chileno y el pueblo mapuche. Hoy ven que parece ser más de lo mismo. Prometen diálogo, pero con represión. Nada nuevo bajo el sol. Las mismas políticas que han fracasado en los últimos 30 años. En otras palabras, ya que de ello hemos estado hablando: no entienden nada ni han aprendido nada del mundo mapuche. Quizás sería bueno preguntarles a ellos que piensan, a fin de cuenta, algo sabe ellos de palabras.

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