Que la máxima autoridad política del Estado a cargo de la seguridad ciudadana y la guerra contra el crimen organizado, el Subsecretario del Interior, en este caso Manuel Monsalve, médico y ex diputado socialista, haya sido denunciado por violación y abuso sexual en contra de una de sus funcionarias subalternas, debido a lo cual fue prontamente imputado por ese delito y obligado a renunciar a su cargo, son hechos que han causado gran estupor en la población y unánime rechazo en toda la opinión nacional, asimismo, el mayor desconcierto que se produjo en el alto Gobierno. Este hecho no tan solo es de gran gravedad política, además de máximo impacto simbólico y comunicacional, lo claro es que desde el retorno a la democracia no había habido una noticia política, de poder, más grave y espectacular que ésta.
En términos de la contingencia política los partidos de oposición han insinuado que el Gobierno habría intentado encubrir la conducta inaceptable de Monsalve hasta después de las elecciones en segunda vuelta de los gobernadores. Además, se ha pretendido denunciar un supuesto desprolijo manejo de esta grave crisis política por parte del Gobierno, sobre todo en términos comunicacionales, en lo cual incluso han participado sectores que se suponen afines a los partidos de Gobierno.
En términos informativos lo que ha proliferado son una diversidad de versiones y supuestas filtraciones de los hechos, tanto desde las instancias política como desde las judiciales, por ejemplo, las declaraciones del Presidente de la República al fiscal que investiga la causa, que son secretas, han sido filtradas a la prensa.
Las circunstancias generales y los contextos situacionales dentro de los cuales fueron consumados estos delitos han sido profusamente informados y comentados por la prensa, los medios de comunicación y las redes sociales, así tenemos que, el procedimiento judicial por el cual se le aplicó al imputado Monsalve la prisión preventiva total por cuatro meses, fue transmitido en vivo y en directo por los principales canales de televisión más allá de la media noche.
Esta profusión informativa del caso Monsalve si bien ha saturado las comunicaciones y la actividad política, ha tenido la virtud de mostrarnos, de manera incontrovertible, un detalle de seguridad de profunda significación. Entre varios detalles no meramente circunstanciales de los hechos entre los cuales se acometieron los delitos denunciados, tales como, que esta reunión informal entre el exSubsecretario y una de sus asistentes se realiza un día domingo por la noche, que se inicia en un restaurante peruano del centro la ciudad, que durante la comida se beben grandes cantidades de pisco sour, lo cual provoca un grave estado de intemperancia y embriagues alcohólica tanto en el victimario como en la víctima, notoriamente grave en esta última, que luego de varias vicisitudes nocturnas terminan en la habitación del victimario en un hotel de centro de Santiago, sin que esté claro el acuerdo de la víctima de pasar la noche juntos, donde en algún momento de esa noche Monsalve procede a tener relaciones sexuales con ella sin su consentimiento, es decir, a violar a su asistente personal que con él trabajaba en la Subsecretaria del Interior.
Hay diversos testimonios de registro audiovisuales y testigos presenciales que en general aporta profusa información sobre estos sucesos, entre los cuales se hace notar el hecho por el cual en todo el transcurrir de estos acontecimientos, durante varias horas en el centro de Santiago, entre un día y otro, nunca hay presencia de la custodia personal al Subsecretario del Interior, que le corresponde lo acompañe para que le otorgue protección. La información indica que habría sido el propio Monsalve quien desde antes de encontrarse con su asistente les había solicitado que lo dejasen solo. Es más, sobre este hecho singular, hay información tangencial de que esta solicitud de Monsalve para quedarse sin custodia era un hecho recurrente. Esta conducta temeraria de Monsalve en las noches de Santiago es una expresión transparente y fuerte de la farsa que estaría siendo la seguridad ciudadana, es de preguntarse: ¿si él se siente seguro, por qué nosotros tenemos que sentirnos inseguros?
Este hecho temerario aparentemente accesorio, por el cual la máxima autoridad de la seguridad pública y ciudadana, como es el Subsecretario del Interior, se pasee por las calles del centro de Santiago hasta alta horas de la noche sin protección alguna, indica con certeza que Monsalve no tenía ningún temor a padecer algún delito o crimen en esos lugares y circunstancias, lo cual, a no dudarlo tiene una profunda significación sobre la real situación de seguridad que se vive en el centro de Santiago, en particular, y la ciudad capital, por extensión.
El ex Subsecretario Monsalve, pese a que le había declarado la “guerra al narcotráfico y al crimen organizado”, es de suponerse que, por su parte, tenía la certeza según la cual la situación de seguridad de la ciudad de Santiago, o al menos de su Centro, no implicaba ningún riesgo para sus habitantes y visitantes. Si él tenía esa certeza, pues muy seguro debía de sentirse entonces.
La conducta temeraria de Monsalve en las noches de Santiago se muestra como una expresión transparente de la farsa que estaría siendo la seguridad ciudadana. La farsa es un enredo hecho con el propósito expreso de engañar a alguien. La conducta temeraria de Monsalve por las noches de Santiago, que no asume los riesgos y peligros que allí acontecen, pone en evidencia que la doctrina, las políticas y las acciones contra el crimen organizado que se han implementado para proteger la seguridad ciudadana de la población son una farsa.
No obstante, lo anterior, este hecho temerario de despreocupación por “su” seguridad personal de parte del “zar de la lucha contra el crimen organizado”, insinúa la sospecha de que entonces la máxima autoridad del estado habría llegado a un acuerdo con esas organizaciones criminales, lo cual le otorgaba protección, hecho que bien sabemos ha acontecido en otros países de la región como Colombia, México, Ecuador o Argentina.
Es de recordar que una de las más grandes farsas de la guerra contra el crimen organizado, en este caso contra el narcotráfico, fue la protagonizada por el zar antidrogas de México (2001-2006), Genaro García Luna, quien termina su gestión refugiándose en los estados Unidos de América para protegerse de sus enemigos, quien en 2019 es detenido por acusaciones de conspiración, aceptar sobornos del Cártel de Sinaloa y realizar declaraciones falsas, en 2023 fue declarado culpable de cinco cargos en una corte de Nueva York y el 16 de octubre de 2024 fue sentenciado a 38 años de prisión. El cartel de Sinaloa es una de las más grandes y terribles organizaciones del narcotráfico en México y la región.
Recientemente, Monsalve fue llevado a la cárcel de Rancagua para mejor garantizar su seguridad, luego de las amenazas de una conocida narcotraficante allí encarcelada, refiriendo a una “narcoinfluencer” asesinada, por lo que es devuelto al Anexo Penitenciario Capitán Yaber en Santiago.
Finalmente, llama la atención que este hecho temerario de despreocupación por su seguridad personal del ex Subsecretario Monsalve -o solo se trata de una mera imprudencia irreflexiva-, que pone en duda el relato y las interpretaciones sobre la situación de seguridad en el país, no haya merecido comentario ni análisis alguno, ni entre los periodistas especializados, ni por los expertos en seguridad.
Adendum
Luego de conocido los resultados electorales de las elecciones complementarias de gobernadores del domingo 24 de noviembre recién pasado, es de agregar que ha quedado claro que las y los electores no se “compraron” el cuento de que el Gobierno, el Presidente de la República, tenía la culpa del crimen ejecutado por ex Subsecretario Monsalve.
Ibán de Rementería
Corporación Ciudadanía y Justicia