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Mujeres épicas caminando en silencio respetuoso por un ¡NUNCA MÁS! Por Sonia Brito, Ruth Lizana y Rossana Fuentes

El 10 de septiembre las mujeres nos reunimos rodeando la Moneda, en un acto solemne y silencioso, intergeneracional, digno, de profundo respeto y recogimiento para honrar a las personas caídas en la dictadura militar-civil del 11 de septiembre del 1973, aunque muchas llevamos en el corazón, al son del que marchamos, a tantas mujeres que nos han ido dejando durante estos 50 años, muchas tras una vida de buscar a sus seres queridos o queridas, o verdad y justicia para los asesinados y asesinadas. Las crisis deben resolverse por vías legitimas y utilizando instrumentos democráticos donde la empatía, humanidad y sensibilidad sean gestos de reconocimiento, porque sabemos que cuando se terminan los argumentos comienza la violación sistemática, el abuso y la muerte.

Mujeres vestidas de negro y con una vela blanca en la mano, mujeres hermanadas en un acto de sororidad y cuidado. Éramos tantas, estábamos seguras y protegidas, cuidándonos y respetándonos. Sabemos que cuando nos reunimos ninguna está en peligro. Sin piedras ni molotov hacemos la revolución de las ideas y de la memoria. La revolución del amor profundo por este país y por su gente.

El acto de caminar en silencio sólo iluminadas con la luz de una vela y a son del ritmo del corazón, era una manera de decirle al país, que la unidad en la diversidad es posible, que la lucha por la democracia y la libertad puede ser en sororidad-fraternidad. La sensación de ser parte de una tribu tan plural por la memoria y la vida tiene la potencia de lo que las mujeres logramos ser y hacer sobre todo en momentos extremos y de crisis.

Lo anterior, contrasta con el bullicio, agresivo y estridencia de estas semanas. El silencio como arma revolucionaria, enfrentando, caminando a cara descubierta y una luz blanca, acuerpando los obstáculos, con fuerza de mujer. No sabíamos lo que iba a suceder, sin embargo, la convicción y la confianza de tenernos, de reconocernos en la micro, en el metro, cuidándonos, ya sabíamos que éramos miles, cientos, miles de mujeres emergiendo desde distintos barrios y sectores, sintiéndonos seguras entre nosotras, cuidadas… sin miedo.

Fue un acto solemne de mujeres que con la fuerza del silencio dijimos NUNCA MÁS y con voces unísonas proclamamos:

NUNCA+ La democracia bombardeada


NUNCA+ Un presidente muerto


NUNCA+ En llamas La Moneda


NUNCA+ La violencia desatada


NUNCA+ Un país en el espanto


NUNCA+ La palabra silenciada


NUNCA+ Los libros en la hoguera


NUNCA+ Los huesos en el desierto


NUNCA+ Las lógicas de guerra


NUNCA+ Exiliados de nuestra tierra


NUNCA+ Política de la masacre


NUNCA+ Masacre de la política


NUNCA+ Cuerpos torturados, violados


NUNCA+ Violencia sexual política


NUNCA+ Cuerpos quemados, degollados


NUNCA+ Desaparecidas/os ni ejecutadas/os


NUNCA+ Relegadas/os ni erradicadas/os


NUNCA+ Niñas/os robadas/os


NUNCA+ Búsquedas sin respuesta


NUNCA+ Los dañados sin justicia


NUNCA+ Poblaciones entre rejas


NUNCA+ Un canto silenciado


NUNCA+ Odiarnos entre hermanas/os


NUNCA+ Ideas censuradas


NUNCA+ Personas prohibidas


NUNCA+ EI fin de la memoria


NUNCA+ Hermanas/os delatadas/os


NUNCA+ Corazones traicionados


NUNCA+ Una dictadura


NUNCA+ Una dictadura

NUNCA+ Una dictadura


NUNCA+ 50 veces 50…sin cuenta.

NUNCA+ Personas prohibidas


NUNCA+ EI fin de la memoria


NUNCA+ Hermanas/os delatadas/os


NUNCA+ Corazones traicionados


NUNCA+ Una dictadura


NUNCA+ Una dictadura

NUNCA+ Una dictadura


NUNCA+ 50 veces 50…sin cuenta.

Fue un acto infinito, sin prensa, sin aspaviento, profundo, épico donde finalmente nuestras voces dicen Nunca Más… y ese nunca más es para siempre como mantra que repetimos cotidianamente para honrar a quienes les fue arrebatado el poder decirlo, como una suerte de exorcismo ante el horror que significa olvidar nuestra humanidad; un acto psicomágico, que busca que la violencia desaparezca de la manera en la que nos relacionamos, en el país y en la casa. Es un imperativo recuperar la paz social y la esperanza, para ello, se requiere justicia, de esa manera la herida histórica podrá cicatrizar.

Chela Bórquez, señala que las mujeres logramos tomar acuerdos porque buscamos otros caminos. Necesitamos transitar por otras rutas que destraben el estancamiento masculino y avanzar empujando los campos semánticos y humanos para arribar a la paz social.

A 50 años del golpe de Estado, exigimos:

  • JUSTICIA
  • FIN AL NEGACIONISMO Y LA DESHUMANIZACIÓN
  • QUE NO SE VIOLEN LOS DERECHOS HUMANOS
  • ERRADICAR LA VIOLENCIA POLÍTICA
  • DEMOCRACIA SIEMPRE

Autoras

Dra. Sonia Brito Rodríguez. 
Académica- Investigadora. Departamento Trabajo Social.
Universidad Alberto Hurtado.

Doctoranda Ruth Lizana Ibaceta. Académica Escuela de Trabajo Social Universidad Católica Silva Henríquez

Mg. Rossana Fuentes Santander 
Máster en Gestión de Servicios de Salud y Empresas Sanitarias.
Profesional Ministerio de salud (MINSAL)

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