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Música Mapuche, José Pérez de Arce. Por Hans Schuster

Música Mapuche, José Pérez de Arce arqueomusicólogo, Ocho Libros SpA 2020, segunda edición, impreso en Salesianos Impresores S.A. Santiago, 489 páginas.

La música de sí y por sí, en la cultura occidental posee la potestad de añorar una extensa gama de emociones, las cuales como todo espectro emocional, a mi parecer son espacios culturales, dado que las emociones se generan y desarrollan de acuerdo a la interacción con seres vivos: es necesario pensar que consideramos como feliz o su contrario aquello que hemos asociado como parte de nuestro accionar en el colectivo, de allí que experimentemos una serie de reacciones subjetivas y complejas que involucran cambios fisiológicos, cognitivos y conductuales en respuesta a los estímulos sonoros, que suelen ser fundamentales para la supervivencia – desde la musicalidad del lenguaje, el sonido de naturaleza en aguas que corren, el viento, la lluvia, las olas del mar, el sonidos de instrumentos-todo apunta hacia una adaptación social y a las experiencias personales, que generan un abanico de alegrías y felicidades –por consiguiente nos llevan al canto, al baile o a la danza- o sus contrarios: la tristeza, la pena o un tercera idea que nos permite la calma, la música puede y debe ser pensada en forma trilectica dado que incluso logra intensificar los espacios emocionales ya existentes. La música al actuar sobre nuestro sistema límbico y paralímpico, permite que podamos procesar las emociones, lo que genera diversas respuestas emocionales, cuyo impacto va más allá de la percepción del mundo y de nosotros mismos, de modo que influye en nuestros estados de ánimo permitiéndonos expresar emociones que son difíciles de comunicar sólo con palabras, y al mismo tiempo nos permite regular nuestras propias emociones, reducir el estrés y optimizar nuestro bienestar mental, - la musicoterapia es un gran ejemplo, y se utiliza para aplacar la depresión, la ansiedad y la demencia - , por otra parte, la música nos lleva a evocar recuerdos y fortalecer la conexión entre las emociones y la memoria, de modo tal que promueve el bienestar, al tiempo que nos puede llevar a la condición pendular de aumentar la sensación de euforia o intensificar sentimientos de tristeza y reflexión, y con ello se nos hace posible reducir las ansiedades y mejorar el sueño, basta recordar la primera infancia, con aquella música repetitiva que nos cerraba los ojos.

Por otra parte, la música indígena mantiene un equilibrio constante, aunque por muchos años fue dominante la idea de que sólo estaba fuertemente ligada a los rituales y a las ceremonias, especialmente las realizadas por los jefes espirituales, ya sea para pedir permiso ante diversas labores, y desde tiempos pre hispánicos, hay ceremonias de agradecimientos, rituales fúnebres, casamientos, nacimientos, siembras, cosechas, con diversos instrumentos, en su mayoría de materiales perecibles, mientras hacia el norte, los instrumentos son de madera; hacia el sur de piedra, la cual implicaba un enorme uso del tiempo, dedicación y conservación de la memoria para su construcción, conservación, uso y trasmisión de diversos momentos melódicos y rítmicos junto a sonidos vocalizados o bien imitación de la amplia gama sonora especialmente de las aves que habitan o habitaban los territorios, los animales de caza o bien la reproducción de sonidos de la naturaleza, como también los sonidos espirituales, ya sea provenientes de los sueños o de los estados de trance, dicho de manera occidental, aunque en rigor sea la comunicación directa con los espíritus y deidades, o bien, ancestros que se hacen presentes mediante el canto mágico de él o la ceremoniante. Se dice que posteriormente el uso de la greda y la cerámica cocida dio vida a diversos instrumentos de viento, como también los distintos sonajeros vegetales como las calabazas y los troncos para timbales de madera o tambores, con el tiempo se suman las culturas afrodescendientes y Latinoamérica adquiere ritmos más vigorosos y mayor cantidad de instrumentos de percusión, no olvidemos que muchos instrumentos cumplían con funciones comunicativas para indicar labores de caza, pastoreo, pesca, mientras mayor era su alcance mayor era su uso, de allí que los sonidos graves sirvieron y sirven tanto para reconocer faenas como parientes, en lugares apartados. Pero entremos de lleno en el libro Música Mapuche de José Pérez de Arce, su trabajo es de larga data y divide el libro en tres secciones: Capítulo I: Panorama Histórico, Capítulo II: Panorama Etnomusical y Capítulo III: Revisión Organológica, finalmente un Apéndice de las colecciones citadas, un glosario de términos en mapudungun y finalmente la Bibliografía citada y páginas web citadas. Si bien, en mapudungun hasta hoy no existe una palabra para música y otra para instrumentos, dado que se usa el nombre de la acción, ceremonia, baile, o el nombre del instrumento. El autor en el capítulo I, nos recuerda el origen, el kimün-conocimiento- donde se conservan con diversas variantes los epeu -historias o mitos- que establecen el origen del pueblo nación mapuche. De allí Trentren (sierpe gigante de tierra) y Kaikai Vilu (sierpe gigante de mar), o se habla de las culebras Kaikai y Tenten, luego de su gran enojo en la pelea en que subían las aguas y la gente se volvía peces o moría, y subían los cerros para salvar a los che, hasta que Chaugnenechen, hizo bajar el agua, el gran Dios terminó con la ancestral pelea, y solamente lograron sobrevivir dos jóvenes y dos ancianos, ambas parejas son las personas divinas, los más antiguos enseñan y recuerdan lo que había en el pasado y los jóvenes deben procrear y reparar lo existente. Entre los relatos de origen se cuenta también la versión de que Epetum Tripamum, que tenía espíritus menores, cuando se rebelaron contra él, el gran espíritu los trasformó en piedras o los convirtió en montañas que se transformaron en volcanes. La idea de ambos relatos es establecer cómo se crea lo creado. Desde el punto de vista científico se sabe que los primeros asentamientos corresponden al sitio Monte Verde (10.500 a.C.) allí se han rescatado piezas de cerámica negra intactas, cabe recordar que habla y música en los primeros pueblos nación fueron Tehuelches, kawésqar, yámana y selk´nam “se movían en parámetros reducidos de tonos y estructuras, pero eran ricos en repeticiones irregulares y fonemas sin sentido, con palabras intercaladas” (pág. 21) El texto va dando cuenta del Origen, la prehistoria, periodo paleoindio y arcaico, Pitrén (200-1200 d.C.), El Vergel (1000 d.C.), Protomapuche (1300 d.C.), la llegada del español (1535), el siglo de la guerra (s. XVII), el tiempo ganadero (s.XVIII y XIX), la guerra contra Chile (1810-1881), La derrota (1881-1920), La reestructuración (1920-2007), recordemos que el 2007 es el año de la primera edición. El capítulo II, da cuenta del paisaje sonoro, escritura y oralitura, música como fiesta social, la fiesta de la muerte, la fiesta de la fertilidad, el machitun: el sonido que sana, el guillatún; el sonido que ruega. El capítulo III, da cuenta de los instrumentos, su construcción, diseño y materialidad, hay diversas fotografías y dibujos realizados por el autor, como a su vez los detalles para la construcción de cada instrumento y sus variantes, los materiales usados, incluyendo los diseños y quienes le enseñaron y entregaron su kimün para esta maravillosa investigación, que es un deleite conocer, especialmente las maneras de construirlos y sus usos instrumentales. En la medida que va avanzando en cada instrumento se nos indica si se utiliza en apoyo a los cantos de sanación (machi ül), los cantos de amor (lamngen ülkantun), los cantos de cuna (pichiche ül), y cómo se utilizan instrumentos como el kultrún (tambor ritual), las cascahuillas (cascabeles), la trutruka (trompeta), la pifilca (flauta). El pueblo nación mapuche tiene una canción para cada acto de la vida, algunas son cantadas con o sin instrumentos, y en general canto y danza suelen formar parte de un mismo acto ritual y festivo, al ser generalmente una práctica comunitaria, hoy en día podemos encontrar a lo menos tres momentos, preservación y rigor a la ritualidad, tendencias de adaptación e incorporación de géneros como el rock, la cumbia y el hip hop, así como también la música de fusión que incorpora los instrumentos musicales mapuches en bandas o trabajos de no mapuche.

Y en ese plano, es necesario recordar lo que ocurre en estos días bajo el sonido de guerra con el genocidio en Gaza, los civiles en diversas zonas de Ucrania y Rusia, la región del Sahel en África, y la disputa por Taiwán, como también los serios conflictos en Sudán y Sudán del Sur, así como tensiones entre Pakistán y la India. Y recordar cómo la administración Trump que gobierna bajo decretos, sin utilizar ambas cámaras que tiene bajo su control, ya el propio mandatario se va convirtiendo no sólo en un admirador de dictadores: a ratos pareciera estar en esos zapatos, y las cortes federales lo llaman a lugar, pero se rehúsa, con un ataque frontal al sistema Universitario y a los alumnos extranjeros, no quiere voces adversas para sus políticas que se volverán en contra, si hasta el propio Elon Musk que por encargo, creó El Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés) y que significó la pérdida de empleos para millares de funcionarios públicos, hoy se ve empañada por la propias palabras del empresario quien señaló que “francamente, me decepcionó ver el enorme proyecto de ley de gasto“, puesto que “no solo no reduce, sino que aumenta el déficit presupuestario”. (En una reciente entrevista en la cadena CBS, de la cual el martes se emitió un extracto). Y en Chile, no pasan desapercibidos los funcionarios públicos y los certificados médicos con viajes al extranjero, las renuncias van y vienen, ojalá que se realicen los sumarios correspondientes a los 25 mil que cayeron bajo las pesquisas de Dorothy Perez “Se estaba perdiendo un hospital al mes” dijo a los senadores en sesión especial por licencias médicas y al parecer la propia candidata Evelyn Rose, tiene algo que decir al respecto. Tal parece que con la música de los corruptos mayores, en los años de las grandes colusiones, (Pollos, confort, farmacias, buses, por nombrar algunas) ahora no se salvan los sinvergüenzas más pequeños, aunque hay casos de 14 años con licencias o como los médicos de Pemuco que se dan licencias entre ellos y no hay quien atienda a la población. Sin duda, que la situación es más que grave y eso que recién alguien hace el trabajo que debe hacer, y nos iremos enterando de Carabineros, PDI, Fuerzas Armadas, en fin, como diría Manuel Rodríguez; "¡Aún tenemos Patria, ciudadanos!", mientras José Pérez de Arce nos recuerda que hay Música Mapuche para rato.

Hans Schuster, escritor

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