En kioscos: Abril 2024
Suscripción Comprar
es | fr | en | +
Accéder au menu

Música y poesía: el amor a la expresión

Ensamble Aükiñn: Repertorio Nacional Americano.

“Si la música es el alimento del amor, tocad siempre, saciadme de ella, para que mi apetito, sufriendo un empacho, pueda enfermar y así morir…”. (Shakespeare)

JPEG - 279 kio

El virtuoso vínculo entre la escritura poetizada y la música, en el ámbito universal, cuenta con la figura de Shakespeare como protagonista innegable. No es un caso de excepción que un escritor valore la música, de ahí la conocida frase de Nietzsche que declara que “la vida sin música sería un error”. Podemos sentenciar que los escritores suelen valorizar la música. Esto, refiriéndose a Bach, lo ha expuesto el escritor colombiano Pablo Montoya en su libro “Música de pájaros” -ganador del prestigioso Premio Iberoamericano de Letras José Donoso (2016) otorgado por la Universidad de Talca- cuando dice: “Ese pensamiento que, al expresarse por medio del aire, acude a la suavidad de la caricia”. Sin embargo, hay músicos que también han tributado a la literatura por eso es que Shakespeare resulta tan relevante en la historia de la música.

En las letras chilenas la música también ha ocupado, al menos, un lugar sugestivo para la escritura. Por ejemplo, en la década de los ochenta el filósofo chileno Patricio Marchant en su texto “La Novena Sinfonía de Gustav Mahler”, registraba lo siguiente: “Termino esta frase y termina el Primer Movimiento. Respiro casi con alivio. La muerte estaba casi demasiado presente; pero aquí en Mahler, se trata sólo de un momento, de un movimiento, en la estructura de una sinfonía”.

Nuestra madre intelectual, Gabriela Mistral, tampoco estuvo ajena al movimiento musical chileno, de ahí que afirmará sobre P. H. Allende, después de la composición de “La voz de las calles” (próxima a cumplir su centenario), lo siguiente: “Allende se ha salvado así y ha humedecido sus años con este rocío de la música, que viene del cielo y vuelve del cielo. (…) Ah, que no sigan creyendo los artistas soberbios y equivocados el error de que la calle los aplebeya y de que el campo los cubre de abrojos y los salpica de feo fango”.

Resulta interesante la observación de Jorge Urrutia Blondel en su texto “Gabriela Mistral y los músicos chilenos” en donde nos entrega una panorámica que testimonia la fuente de inspiración en la que se constituye la poeta para distintas generaciones de compositores nacionales. Destacando como una de las principales obras la musicalización del poema “Cima” compuesta por Alfonso Leng. No es extraño que este compositor haya tomado un poema de la Mistral, dado el interés especial que este músico tiene por la poesía, aunque Urrutia Blondel va más allá todavía cuando insinúa que la poesía de la Mistral tiene cualidades propias para la musicalización, no sólo por las danzas, sino que dado que varios de sus poemas resultan asimilables al formato musical del lied, por eso afirma: “…a quien podríamos llamar una ‘liederista sin melodía’”.

Esta relación de la escritura de la Mistral con el lied, es la que permite comprender con mayor claridad el encuentro creativo de Leng con la inspiración que le provoca la poeta. Urrutia Blondel o expresa mucho más claro aún al sentenciar: “…diremos que una poesía como la de la Mistral, también en gran parte en prosa, que parece escrita con acordes, es ideal para el músico creador”. Leng, es sin duda uno de los músicos que destaca por la novedad creativa en sus composiciones, teñidas claramente por su expresividad, la cual aparece siempre acompañada por el recurso poético. Como se ha testimoniado el ambiente intelectual de este compositor, principalmente por su pertenencia al Grupo de los Diez, como por su cercanía y trabajo conjunto con Pedro Prado, que queda bien testimoniado en “Doloras” (1901-1914) y “La muerte de Alsino” (1922).

Los ejemplos del enriquecimiento expresivo mutuo entre la música y la poesía no son escasos, de ahí que figuras señeras de ambas manifestaciones artísticas evidencien esta relación. La música acudiendo al recurso poético y la poesía al recurso de la musicalidad es un tránsito propicio en un ambiente intelectual rico que no cae en la tentación de acrecentar los límites generando un abismo. Tanto el poeta como el compositor se ven beneficiados en su oficio creativo, el reconocimiento y valoración de ambos dones enriquecen a la expresión que configura una belleza menos esquiva a la manifestación. El músico y filósofo Roberto Escobar en su libro “Músicos sin pasado” nos ha recordado, con acierto, esta relación cuando nos recuerda la sentencia de Shakespiare: “El hombre que no tiene música en su interior, ni que tampoco es movido de acuerdo a los sonidos dulces está sujeto a traiciones, estratagemas y fracasos”. Después de todo, conviene aceptar que el poeta es demiurgo humano, así como también lo es el músico que no reniega al llamado de la poesía.

(Ensamble Aükiñn lo conforman José Miguel Reyes, Paquita Rivera, Jane Guerra y Alex Ibarra Peña).

Compartir este artículo