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Mutación cultural Made in Chile. Por Andrés Sovier

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo tratara de relacionar algunos conceptos e ideas de lo que fue la instalación y consolidación, del modelo neoliberal en chile en la década de los ochenta/noventa.

En Chile se produce un paso de “capital productivo” a un “capital especulativo”, produciéndose una mutación cultural en la sociedad Chilena, que se inicia partir de la década de los ochenta y noventa. Este modelo neoliberal además se despreocupa del “desarrollo sustentable” esto como un principio al parecer de este modelo. (Aclaremos primero que nada para el análisis posterior de este trabajo) que es el capital productivo, este se refiere a los activos (inmuebles, maquinarias, equipamientos y tecnología) e inversiones que participan en la actividad económica y mercantil de un negocio. Ahora bien al capital especulativo generalmente se le denomina así al dinero que se invierte en las bolsas de valores del mundo.

Existen inversionistas internacionales que mueven su dinero instantáneamente (de manera electrónica) hacia donde evalúan existe la mejor combinación entre rendimiento y riesgo. Así pueden invertir en acciones de empresas, además de invertir en deuda de los gobiernos, divisas (dólares, euros, yen, etc.) y metales (oro, plata). Cualquier cosa, en cualquier lugar que dé a ganar dinero en relativamente corto tiempo.

Esta situación que afecto a la sociedad chilena y que produjo “mutaciones culturales”, y que como resultado cambio la valoración de lo que hasta ese momento se creía era lo correcto.

Algo importante será también relacionar el concepto de “desarrollo sustentable”[1] que lo trabaja “Marcel Claude” en el texto, “El modelo chileno” (democracia y desarrollo en los noventa), en el capitulo “las miserias del desarrollo chileno” (una mirada desde la sustentabilidad), concepto que toma importancia a partir de esta mutación cultural que se produce, debido al cambio de paradigma que se produce en relación a lograr un desarrollo económico sin importar las consecuencias que este desarrollo podría implicar para el medio ambiente y humano. Así como también el cambio de capital productivo a capital especulativo, que son las consecuencias de la instalación de un sistema neoliberal que hasta el día de hoy pareciera ser parte ya del ADN de todos los chilenos, en donde todo se mira desde una perspectiva meramente económica, pasando por alto los costos humanos como también el deterioro de nuestro ecosistema.

Desarrollo

“La mirada crítica nos advierte de los riesgos que entraña el nuevo sistema tecnológico en sus complicidades con las lógicas del mercado y los procesos de agravamiento de la exclusión social. Es allí adonde apunta la pregunta por ¿cómo resistir al realismo de lo inevitable que produce la fascinación tecnológica, y no dejarse atrapar en la complicidad de la modernización neoliberal con el saber tecno-lógico, según la cual la historia habría encontrado su fin en los avatares de la información y la comunicación? Pero es justamente esa complicidad la que no puede ser pensada como un automatismo de adaptación socialmente inevitable sino más bien como un proceso densamente cargado de contradicciones, de avances y retrocesos, de ganancias y pérdidas, como un complejo “conjunto de filtros y membranas” (Mancini 1991) que regulan selectivamente la multiplicidad de interacciones entre los viejos y los nuevos modos de habitar el mundo. (En internet, Barbero Martín Jesús, revista de estudios sociales, n°35 rev. Estud. Soc. Abril, 2010, pp. 19-20).”

La catástrofe social y política desatada a partir del golpe militar, evoca una suerte de legado histórico con orígenes en los siglos anteriores copiados de Europa, que se va modernizando en el tiempo hasta el rompimiento el año 1973, de una democracia hasta ese momento admirada y respetada por otras sociedades, en donde el poder militar estaba supeditado a un estado democrático y laico, sustentado en una constitución política (1925) que ya llevaba décadas, y que además era admitida por moros y cristianos, (al parecer…?). Se produce entonces, después del golpe militar un proceso en donde fue clave la alianza UDI, los Chicago boys y los militares. Como una mixtura modernizada por los nuevos criollos y los militares, que hace recordar las antiguas alianzas entre criollos y españoles en el siglo XIX.

A través del tiempo ya transcurrido, podemos constatar cómo fuimos adoptando un modelo cultural cuyos orígenes están situados más allá de las fronteras chilenas, para imponer la instalación de un sofisticado modelo social, cuyos principios provienen del puritanismo teológico legado de la vieja Europa, esto desde los tiempos de Lutero y Calvino, cuyos fundamentos excluyentes fueron los cimientos del imperio, con una doctrina que hoy rige por ejemplo los objetivos de la derecha republicana en el país del norte (USA.). El gobierno militar, produce un quiebre social con consecuencias sociales, políticas, y económicas, posibilitando así una mirada rígida y determinista, que ha influido poderosamente en nuestra sociedad hasta el día de hoy, y cuyo pensamiento fundamental está basado en una estructura jerarquizada y constreñida, propia de los estamentos castrenses, en donde la fundamentación ideológica-económica tiene sus cimientos en los seguidores de David Ricardo, para el cual el “salario debe responder a lo estrictamente necesario”, permitiendo a la persona que trabaja, subsistir y reproducirse.

Para David Ricardo, los salarios deben mantenerse lo más fijos y estables posible. (Esta teoría influirá para que Marx afirme que el obrero nunca disfrutara de los beneficios del capitalismo).

La población chilena ha consumido por décadas TV, arte, música, teatro, literatura con censura previa (hasta nuestros días), esto a cargo de algunos personajes facticos, quienes determinan lo correcto o no, culturizando y demonizando a la vez todo lo que no sintoniza con la ideología de derecha. Posteriormente a la dictadura, los gobiernos democráticos no aportaron grandes cambios con respecto a esta mirada socio-cultural.

Lo que preocupa hoy en día, a algunos, es la degradación y engrandecimiento de la sociedad chilena, poseída de un consumismo que bordea la alienación y codificación de los sujetos, esta mutación cultural que pasa nada más y nada menos que por los bienes que te ofrece el mercado, y cuya finalidad del modelo debe ser la adquisición de estos bienes. Ahora la norma y valor, que están implícitas seria, lo “que tengo lo poseo gracias a mi trabajo, y a nadie más”, estas posesiones mientras más onerosas y fastuosas sean, podrán decir de mí, que soy el mejor, el más inteligente, hermoso, simpático y el mejor emprendedor. La idea además, es no organizarse para hacer cambios en las leyes “divinas”, o en la constitución heredada y realizada entre cuatro paredes, y aprobada en un plebiscito más que dudoso.

Así es como llegamos al tipo actual de éxito que promueven los medios de comunicación. En estos medios en donde deambulan diversos personajes, anclados y sacados de diferentes espacios, como son la farándula, fútbol, política, telenovelas, etc. el fortalecimiento de la agresión sexual a niños y jóvenes, o el bullyng en los jardines o colegios, la criminalización de los jóvenes rebeldes de las periferias, como también de los estudiantes que son criminalizados por exigir una mejor y más justa educación, la actitud homofóbica hacia nuestros vecinos, el clasismo desbordante hacia las clases más desposeídas, etc.

Toda esta situación ha producido una mutación cultural. Así es entonces, como esta sociedad enferma ha ido desintegrando la familia y nos ha puesto como el 2º país que más ha incrementado su tasa de suicidios (55 %), además con altos niveles de depresión y por ende con altos consumos de fármacos antidepresivos, ya nadie pareciera dialogar de las fronteras éticas ni de los valores inherentes a toda sociedad que desea vivir con principios de respeto mutuo. Existen todas las facilidades ciertamente para que los más desvalidos puedan ser “consumidos” por otros, si se dispone de poder o dinero. No existe una conciencia por parte de los dueños de este sistema de poner algún valor o alguna regla moral concordada y respetada por todos, que los inhiba de cometer los peores crímenes con los más desvalidos.

Esta mutación esconde un silencio social cómplice que ha ido impregnando a esta sociedad y que privilegia el valor material por sobre la amistad, por ejemplo la buena vecindad, el “compadre” la “comadre” palabras que conllevaban preocupación por los demás, en donde la solidaridad no era medida en cuanto a la cantidad que podía aportar a una campaña mediática y patética como nuestra patética “teletón”.

La idea era estar en las buenas y las malas con el otro sin utilizar la desgracia de los afectados para sensibilizar a las personas…Hoy en día la solidaridad se mide según la cantidad de dinero que aportas a la beneficencia, y eres más bueno según lo que aportes…nadie pareciera escuchar el atropello de los niños trabajando en los supermercados o frente al estudiante golpeado, los niños “de calle” abusados por poderosos, las mujeres y los trabajadores explotados , las poblaciones aisladas de servicios o atención básica o médica, de los extranjeros sin papeles, pecando por omisión para dar paso a una corrupción moral mucho más grave, que es el traspaso de esa cultura a las nuevas generaciones de niños y jóvenes, todo visto como algo tan natural.

La estructura del pensamiento individualista neo-liberal, enseñó y acostumbró a la población a tener que liberarse de la necesidad de pensar y contemplar al “otro” en comunidad, para poder sobrevivir. Hemos sido olvidados por un modelo de derecha, donde el hábito de crear lazos y relaciones pasa por interés al dinero. Ya no somos personas, somos clientes o potenciales clientes, es decir, me interesa el otro sólo si produce un beneficio o provecho económico. El sentido de comunidad se ha ido perdiendo en el tiempo, los empresarios de la construcción han diseñado jaulas para animales, a las cuales llaman casas, donde comprimen a los pobres a vivir lejos de las vías de movilización, muy distantes de los servicios básicos, imposible además de caminar a pié para ir a trabajar. Se impuso lentamente un concepto mercantilista que lo cruza todo y no contempla absolutamente nada más, ni un miserable árbol en la casa construida, ni un ante jardín como en los tiempos de mi entrañable abuela (que vivió sin problemas hasta los 103 años sin consumir nunca un maldito depresivo). Sin patios donde construir un gallinero (como no recordar por ahí en la quinta normal a mi vieja y sus más de cien gallinas)…etc. francamente, esto es la peor corrupción que puede sufrir el alma de un país.

En la conclusión del capítulo “las miserias del desarrollo chileno” de Marcel Claude se puede leer… Chile está lejos de apoyar su desarrollo económico sobre la base de lo que se entiende por desarrollo sustentable, es decir, sobre la base de un modo de explotación de sus recursos naturales que mantenga su disponibilidad para las futuras generaciones, así como también su productividad…

En definitiva Cuando se diseña un país pensado, que no es para todos, descartando el pensamiento creador de cualquier sujeto de la comunidad, en donde el ambiente es considerado un elemento solamente productivo para incrementar riquezas individuales, aquí entonces se producirá la desintegración humana…. el encuentro para la conversación con el “otro” se destruyo, la esencia vital del ser humano que es la realización junto a otro desapareció o lo hicieron desaparecer.

Quedó instalado un orden al parecer perenne que protege una vía por dónde solamente va el dinero, pero no el hombre.

Este destino fatal en todo caso de “creernos los tigres de América” se está desmoronando en constantes y periódicas crisis financieras y económicas, que afectan al mundo y que por ser nosotros un territorio dependiente del resto más poderoso, nos afectan querámoslo o no.

Un nuevo mundo o mejor dicho “un nuevo mejor vivir” tendrá que hacerse de los escasos recursos que quedan en el planeta, un nuevo éxito deberá venir de la mano de un hombre libre y de sus múltiples ideas creadoras dirigidas por un pensamiento pluralista, que sea proclive a crear un mundo integrador en solidaridad humana, en donde la comunicación será de hombre a hombre, y donde solo el amor verdadero quedará a repartir, para dejar en el olvido cientos de años de vanagloria humana. Las nuevas generaciones deberán provenir de valores esenciales de la vida, porque como las olas que van y vienen en la orilla del mar, estamos ante una efervescencia social en el mundo, que empieza a despertar de su letargo y displicencia, necesitamos ordenar el pensamiento de un modo acogedor y con respeto mutuo para la subsistencia de un mejor vivir junto al otro, porque ya no damos mas aquellos que somos parte de esta matrix vacía y que como un espejismo nos llena cada día de falsos valores que solo envilecen el alma … En una ocasión, Nelly Richard, teórica cultural, crítica, ensayista, residente en Chile, le preguntó al filósofo francés Guattari su opinión sobre las nuevas corrientes de mutaciones políticas, sociales o culturales en Latinoamérica. Esta fue su respuesta: Lo poco que conozco de América Latina me hace pensar que existen ciertas capacidades de resistencia a lo que llamo el laminado capitalístico[2] de las subjetividades.

Por tradición de luchas, por sobrevivencia étnica, por la enormidad de los problemas ecológicos, demográficos, urbanísticos, etcétera… Demasiado a menudo, los modelos ideológicos y de organización vinieron de Europa. Quizás ahora deba invertirse la dirección. No entiendo la fascinación de muchos intelectuales latinoamericanos por la cultura del «Norte». Me parece que el laboratorio del futuro está en América Latina, y que es ahí donde se debe tratar y pensar y experimentar…es así entonces que debemos creernos el cuento que solo nosotros los del sur como dice Buenaventura de Souza.

Así es solo nosotros seremos entonces…capaces de realmente convertirnos en una gran familia… ¿Por qué? porque nos une la Raza… la Raza huey la raza… ¡¡¡que mierda!!! Hermano… la raza solo la raza…

[1] Este concepto tiene una marcada raíz económica, por cuanto está implícito en la definición de ingreso que hiciera Hicks, quien definió el ingreso como la máxima cantidad de recursos que se pueden consumir sin comprometer las posibilidades futuras de consumo. En términos económicos seria el máximo consumo posible manteniendo el stock de capital constante. (Paul Drake – Iván Jasksic, El modelo chileno, Capítulo: “las miserias del desarrollo chileno”, (Marcel Claude), CEME web productions (2003-2007).

[2] “Reflexiones críticas desde los márgenes sobre la producción de conocimientos para una acción transformadora.” (Madrid, p. 144, 2012).

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