Nietzsche nació el 15 de octubre de 1844 y su muerte tuvo lugar el 25 de agosto de 1900. Nietzsche se fue absolutamente de la existencia, en una locura orgánica que no tiene nada de heroica ni de romántica, a inicios de enero de 1889, pero ya venía de un proceso de enfermedades desde hacía mucho tiempo (desde muy joven) y la locura había estado «ingresando» fuertemente en su vida hace años. Y es interesante mostrar que la enfermedad en sus distintas dimensiones va esculpiendo la vida del autor, la mía y la de Uds., mis lectores. La enfermedad no es algo externo a uno, sino que nos constituye por nuestra propia mortalidad que somos de modo inexorable. Y así es como vivimos, pues llevando dentro de NosOtros nuestra mortalidad a cuestas, la que nos indica que somos “menos que nada”, porque, además, no hay sentido alguno originario de nuestra existencia en tal mortalidad, y es de este modo cómo vivimos los unos junto a los otros, a saber, la más radical sexualidad en sentido pleno que se expresa en lo socio-histórico de todos. Y si Ud., que lee este texto, se mira a sí mismo verá como las enfermedades nos indican nuestra propia vida ya en su intimidad ya en su excentricidad.
El mismo Nietzsche nos da una clave muy importante para leerlo cuando nos dice enfáticamente: «a pesar de» (trotzdem), que es una conjunción famosa que usa, por ejemplo, de manera espectacular al final de la primera edición de Humano, demasiado humano. Ese «a pesar de...» —lo deja abierto— es como un performativo que le indica al lector: ¡tú continúa!, ¡tú sabrás lo que haces!, ¡te invito a bailar! Los libros de Nietzsche son abiertos, performativos, experimentales, explosivos, íntimos, lúdicos, vivos, femeninos (en el sentido lacaniano del no-todo), Centauros; por esta razón no solo son teorizantes, puesto que al lector, literalmente, lo dinamizan, lo interiorizan, lo tocan, lo transforman, lo fecundan y lo hacen parir. Y aunque es un pensador muy joven y que tiene una obra «pequeña» comparada con otros pensadores con obras explícitamente monumentales, debe de ser el pensador que más obras maestras tiene proporcionalmente: El nacimiento de la tragedia (1872), Humano, demasiado humano (1878), La gaya ciencia (1882), Zaratustra I (1883), Zaratustra II (1883), Zaratustra III (1884) y este libro, que no solo es una obra maestra, sino que debe estar entre los libros más grandes de toda la historia, junto con Fausto de Goethe, Don Quijote de la Mancha de Cervantes, Antígona de Sófocles, La divina comedia de Dante, Ulises de Joyce, etc.; y, finalmente, tenemos de Nietzsche su Ecce Homo (1888), un libro de vanguardia y siempre actual. Humano, demasiado humano y La gaya ciencia permiten mirar el horror mismo de la existencia en toda su materialidad y finitud y, ahí mismo, levantarse como un “espíritu libre”, un cierto bailarín dionisíaco, un Bowie que en su caminar-bailar transita y en eso crea, con otros, modos de vida en plenitud. Nietzsche es un pensador que hay que leer varias veces para que nos dé lo que nos tiene que dar, esto es, un nuevo modo de preguntar que nos permita tener nuevas respuestas para vivir en tiempos de penuria, como los actuales de capitalismo, patriarcado, colonialismo e ideología estúpida y tóxica.
¿Cómo ha sido leído Nietzsche? Es totalmente horroroso lo que ha pasado con él. Están sus textos que publicó (otros los dejó acabados para su publicación) y uno debería quedarse con esos textos publicados y estudiarlos, interpretarlos, ver lo que dan de sí, pero a pesar de eso: ¿qué se ha hecho durante más de un siglo con su obra, incluso cuando estaba vivo con su demencia? Sin pudor alguno, su hermana se inventó un Nietzsche para hacerlo más “productivo” y así capitalizarlo radicalmente en el mercado (y esto aconteció cuando Nietzsche todavía estaba vivo). Después, en pleno siglo XX, se inventó una autobiografía totalmente falsa de Nietzsche. Y fue el estudioso Walter Kauffman el que demostró la falsedad del detestable texto Mi hermana y yo; horroroso libro que todavía se edita y se compra traducido a varias lenguas y que se encuentra en bibliotecas de distintas partes; es una autobiografía absolutamente falsa de un escritor de segunda llamado Samuel Roth, que era escritor, librero y pornógrafo, y que ganaba dinero con este tipo de literatura de cotilleo vulgar y sexual. Y que este texto se siga vendiendo y traduciendo y que esté en varias estanterías, hasta de filósofos actuales, me parece impresentable y decadente. Y la hermana de Nietzsche (una mujer tristemente célebre), entre otras cosas, se inventó también, junto a Peter Gast (Heinrich Köselitz), el libro La voluntad de poder, porque, entre muchas razones, pensaba que su hermano no tenía una gran obra sistemática. Este no-libro ya fue desmantelado por Colli y Montinari en los años sesenta, en el famoso coloquio de 1964 en París organizado por Gilles Deleuze con el apoyo de Michel Foucault. Allí, Colli y Montinari, en gran conferencia, se lo dijeron a todos los participantes, como Beaufret, Vattimo, Löwith, Klossowsky, etc. Los italianos, muy estudiosos, estaban trabajando en Weimar en la edición de toda la obra de Nietzsche. El gran libro de Gilles Deleuze, Nietzsche y la filosofía (1962), quedaba obsoleto porque trabajaba su interpretación material con La voluntad de poder traducida al francés en dos tomos. En todo caso, Deleuze puede ver y abrir un Nietzsche distinto al de Heidegger, y eso se agradece, porque Heidegger publicó en 1961 su nefasto libro Nietzsche, que era una compresión ontológica del autor desde La voluntad de poder, que se convirtió, lamentablemente, en referencia mundial y hundió todavía más el pensamiento nietzscheano hasta nuestros días (es caldo de cultivo de las derechas y ultraderechas actuales).
El trabajo de la gran dupla italiana Colli-Montinari fue un mazazo a la manera como se había estudiado a Nietzsche durante muchos años, y que en adelante se siguiera y sigue hablando y estudiando, por ejemplo, de La voluntad de poder es un escándalo. Lo de la manipulación de la obra del filósofo se sabía desde mucho antes que los estudiosos italianos. Cuando en 1935 murió la hermana de Nietzsche, que tenía todo el poder sobre la obra de su hermano, se pudo acceder un poco al archivo. Ella era una nazi que se había inscrito en el partido en 1930 y puso todo el archivo de Nietzsche en manos de los nazis para la construcción ideológica del Tercer Reich y para que ella misma se convirtiera en una mujer de la “alta” sociedad alemana nazi (en el fondo ella era una típica arribista que quería ser de la clase “alta”). Cuando Elisabeth muere, por fin, puede entrar Karl Schlechta (el filósofo austriaco) al archivo de Nietzsche; y se da cuenta, entre otras cosas, de que no existe el libro La voluntad de poder, y se encuentra además con falsificaciones de El Anticristo, del Ecce Homo, de cartas, etc. Lamentablemente, estalló la Segunda Guerra Mundial y toda la investigación que se estaba realizando quedó detenida. Schlechta, cuando edita a Nietzsche, en su célebre edición de tres volúmenes (1959) no coloca esta obra falsa de Nietzsche: La voluntad de poder.
La voluntad de poder, una obra que se inventa la hermana de Nietzsche, que necesita del apoyo de Peter Gast para hacerlo (ella sola no podría haberlo hecho, pues se necesitaba trabajar en los apuntes de Nietzsche), es un éxito de ventas inmediato. El libro sale en 1901 y se hace muy célebre. Montinari escribió un gran texto en el que mostraba todos los detalles de la «creación» de este libro. La hermana lo construye, entre otras razones, porque, como he dicho, pensaba que su hermano no tenía una obra fundamental y ella quería ganar dinero, ya que venía destruida de Paraguay, de una colonia antisemita que fundó con su marido Bernhard Förster, quien más tarde se suicidó; fue un fracaso económico y existencial lo vivido en Sudamérica. Ella quería a su hermano (eso es un hecho), pero pensaba que su hermano no era un gran filósofo (no era Kant o Hegel); y luego se encontró con su hermano enfermo en 1892, a su vuelta a Alemania, y al cuidado de su madre (a la cual engañó para quitarle los derechos de Nietzsche). Cuando Elisabeth llegó de Paraguay, Nietzsche era muy famoso, aunque estaba loco, y su obra se vendía bastante. El mismo filósofo ya lo sabía desde 1888 y comenzó a escribir rápidamente sus libros, a realizar prólogos, a ver posibles traducciones, a tener los derechos sobre sus obras, etc., porque sabía que estaba enfermo y presentía la locura, pero no lo pudo evitar… y su hermana lo capitalizó sin escrúpulo alguno; lo usó para poder ser alguien exitosa en el mercado de su época… Hay tanto que aprender de un 15 de octubre de 1844 y de otros 15 de octubre…
Polignano a Mare, 14 de octubre de 2023