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¡NO, ES NO! Por Sonia Brito y Lorena Basualto

Antonia, una joven chilena de 21 años que fue violada por Martín Pradenas y luego perdió la vida a causa de este hecho en octubre del 2019. ¡Hasta cuando!

En estos días, hemos sido testigos de la decisión impresentable del juez Federico Gutiérrez quien determinó que el violador debía permanecer en arresto domiciliario y, a la vez, es el responsable que se haya rechazado la medida cautelar solicitada por los fiscales. Esta medida se ejecuta desconociendo la acusación de dos delitos previos, los que fueron prescritos. Como agravante de la determinación de este juez, se suma el hecho que desestima las imágenes elocuentes de las cámaras donde se aprecia que Antonia era víctima de tironeo, forcejeos y abuso, además de conocer los audios donde ella expresa su testimonio desgarrador, que fue violada. A pesar de estos hechos objetivos, la defensa de Pradenas decretó que la relación había sido consensuada. ¡Esto es indigno!

La ciudadanía no se hizo esperar y se apostó en la vivienda de Pradenas, se organizaron movilizaciones en distintas ciudades del país y se exigió la cárcel a través de las redes sociales y de los medios de comunicación, cuestión que se hizo efectivo el viernes 24 de julio, puesto que la corte de apelaciones lo consideró UN PELIGRO PARA LA SOCIEDAD.

Este hecho marca un hito histórico pues, la ciudadanía, obligó a la corte de apelaciones a rectificar su fallo. Esto demuestra que Chile desde el estallido social ha cambiado, estamos atentas, no aceptamos el abuso cualquiera sea su manifestación. Menos aún, la violación, concretándose lo afirmado en las marchas masivas feministas de los últimos años, convocada por la coordinadora 8 M: “lo haces a una, se lo haces a todas”. Una vez más quedó en evidencia la sororidad de las mujeres que exigen justicia pues, ya no es posible que la víctima se transforme en la culpable de un acto de violencia sexual, donde se viola su dignidad intrínseca de ser humano. Como lo demuestra la performance feminista que ha dado la vuelta al mundo: ¡el violador eres tú!, que alude a una sociedad patriarcal donde los poderes del estado también se confabulan para no hacer justicia.

Este caso demuestra que hoy existe una vigilancia de 360°, donde las mujeres nos hemos concientizado y hemos aprendido a defendernos, luego de una larga historia de patriarcado a ultranza que despojaba y aún despoja a las mujeres de sus derechos humanos fundamentales. Así, desde las experiencias de tantas mujeres ultrajadas, hemos comprendido que el silencio de las mujeres que no denuncian ha sido el mejor escondite de los violadores pues, se aprovechan del temor, del desamparo y de la vergüenza. Sabemos también que opera una suspicacia velada que culpa a las mujeres víctimas que denuncian violación o abuso, provocando además una revictimización, pues el trato y las decisiones judiciales las dejan desprovistas, dudándose de su veracidad; esto trae consigo diversas consecuencias, tales como: la depresión, el estrés postraumático y las tendencias suicidas que provocan efectos muchas veces irreversibles.

¡NO, ES NO! No pueden seguir sucediendo situaciones como la manada de España, entre otros muchos ejemplos que podemos, lamentablemente, reproducir por miles en nuestra historia reciente. No puede ser, que la culpabilidad se le adjudique a la víctima, pues nada justifica la violencia, bajo ningún punto de vista. No puede ser, que una mujer sienta miedo sólo por el hecho de ser mujer, que esté expuesta a la mirada libidinosa, el manoseo de su cuerpo, la palabra o el gesto de connotación sexual por parte de cualquiera que transita por la calle, sus compañeros de estudio o trabajo e, incluso, por parte de su familia o pareja. No puede ser, que cuando nace una niña, a los padres se les dice que deben cuidarla y protegerla, como si la recién nacida experimentara una fatalidad de vulneración desde el seno materno. No puede ser, que a una mujer todo le sea más difícil y que siga habiendo espacios al que no puede acceder por el hecho de haber nacido mujer. Lo peor, es que no puede ser que la sociedad siga enceguecida, considerando que este flagelo no existe, que los movimientos feministas son una necedad, que la justicia no dictamine penas más altas, que las instituciones educacionales no cuenten con protocolos de abuso socializados o que la sociedad patriarcal es un eufemismo.

Por el contrario, la violencia de genero sigue latente y se cuela por las rendijas de las instituciones, de las relaciones laborales, sociales, educativas y familiares, provocando consecuencias materiales y simbólicas, muchas veces disfrazadas de gentileza o de menosprecio. Lo peor, es que la violencia, el abuso y la violación, como hechos instalados en la sociedad nos han robado la posibilidad de creer en relaciones sociales y afectivas sanas. Así, la amistad cívica y el amor entre los seres humanos ha quedado encapsulada en una utopía.

RESPETO es la palabra que debe encarnarse en las instituciones, en profesionales que tienen la responsabilidad de gestionar la justicia y en todos ciudadanos. ¿Es tan difícil entenderlo? Las mujeres no somos frágiles, nos fragilizan, no somos débiles, no quieren debilitar, no estamos solas, somos millones. Somos como ese atado de madera que es difícil de romper, somos sujetas unidas que frente a las adversidades nos contenemos mutuamente.

La impunidad histórica debe revertirse, debemos exigir la idoneidad de aquellas personas que tienen en sus manos el destino de las decisiones y el buen actuar con justicia. Por tanto, debemos exigir la presencia de mujeres para mediar y administrar la justicia en cuestiones vinculadas a la violencia de género. Pero no cualquier mujer, mujeres sabias, empáticas, con humanidad y sororas. Es por este motivo que debemos generar una ley de violencia integral, una ley que considere todas las formas de abuso y atropellos hacia las mujeres: materiales, simbólicas, actuales e históricas. Falta un camino largo por recorrer, pero ya empezamos a caminar.

Hoy Antonia es otra víctima más del patriarcado, del abuso desmedido, de la impunidad de una ley ambigua y de magistrados miopes y machistas. Sin embargo, hemos avanzado como sociedad civil, como ciudadanía que se activa para levantar la voz, mostrando aquellos focos disonantes alejados de lo ético. Hoy decimos Antonia como paradigma de tantas mujeres violentadas, solo para ejemplificar, al 28 de julio de 2020, en Chile se registran 20 femicidios consumados y 66 femicidios frustrados.

¡NO, ES NO! ¿será posible que las nuevas generaciones lo comprendan?

Quisiéramos tener la esperanza que este imperativo se realice en la crianza de un hijo/a desde la familia, desde las instituciones educativas, desde la justicia, desde los espacios públicos y desde la ciudadanía. Sin embargo, es necesario gestionar como país las instancias necesarias para que no se propaguen estos delitos que corrompe el alma del pueblo. Antonia y tantas mujeres vulneradas se constituyen en un ícono de una deuda moral de la cual Chile no se puede desentender, no podemos seguir caminando sin justicia ni reparación, menos con políticas que permiten el status quo. Es hora de levantar el respeto como un emblema nacional de custodia de la dignidad y derechos fundamentales donde el ¡NO! de una mujer sea acatado sin importar su edad, su raza, su nacionalidad, su educación ni condición económica, social o cultural.

¡NO, ES NO! Que se escuche con fuerza, que este grito de mujer sea un nuevo comienzo para construir relaciones respetuosas, equitativas y justas.

Dra. Sonia Brito Rodríguez
Mg. Lorena Basualto Porra

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