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“No virar izquierda”. Primer libro de Andrés Allamand. (1974). Estallido social y discusión actual sobre la violencia. Por Graciela Galarce

NO VIRAR IZQUIERDA. “Este sugestivo título encierra una apasionante novela que retrata minuto a minuto, las experiencias vividas por un estudiante secundario los últimos días del gobierno de la Unidad Popular. Las marchas, las luchas callejeras, las ‘tomas’ de liceos, el enfrentamiento verbal, el odio oculto entre los compañeros de colegio. Todo, todo, está descrito magistralmente, mezclando de tal manera las situaciones y el romance floreciente que el libro no decae ni un minuto. Sus 230 páginas pasan volando, mostrando fotográficamente lo que todavía no hemos olvidado.

Allamand fue dirigente estudiantil y, como tal, vivió segundo a segundo lo que describe en su libro. Escrito en primera persona (¿autobiográfico quizás?)”. (Revista ‘Contigo’ Nº21, Santiago. 4 de noviembre de 1975, página 72).

El libro NO VIRAR IZQUIERDA, fue publicado a fines de 1974 por Edimpres. Está encabezado por un “Saludo a Andrés Allamand en el Nacimiento de su Primer Libro”, firmado por la galardonada poetiza chilena Nina Donoso (1917-2013):

“¡Que triste fue esa guerra, esos mil días negros donde cayó el tambor de la azul cacerola y ustedes, nuestros hijos, se tomaron el cielo como si se tomaran en la calle una rosa! ¡Andrés, fuimos Quijotes de una causa sagrada, luchábamos contra monstruos, disparando palomas!”.

Este libro concitó el inmediato interés de la prensa nacional. El Mercurio le dedicó destacados artículos. El 12 de enero de 1975, en la sección ‘Guía de Libros’, entre otros elogiosos comentarios, afirma:

“Novela en cuanto a su desarrollo, aunque en muchos pasajes es un audaz y vigoroso diario de vida sobre los sucesos que conmovieron al país en los últimos años.”

Refiriéndose a su autor agrega:

“Juvenil combatiente de la causa de la resistencia civil hacia la progresiva dictadura marxista, Allamand ha construido una novela en torno a la gesta de los estudiantes para alejar la socialización de la educación y en último término, la continuidad de la Unidad Popular.

Luego, el 19 de enero, en el Suplemento, ‘Revista del Domingo’, El Mercurio le dedica un amplio Reportaje, con el sugestivo título: “‘Tomas’ y amor en los mil días de la UP”. Reportaje que tomando las declaraciones del autor de “NO VIRAR IZQUIERDA”, afirma:

“Allamand señala que sus pretensiones no son históricas ni literarias, se trata, según afirma, de un testimonio humano vivido muy de cerca e intensamente […]”

Más adelante el reportaje recoge las declaraciones de Allamand que justifican: las barricadas, quema de micros, troles, bombas molotov, destrucción de negocios, golpizas y otros. Transcribe la siguiente afirmación de Allamand:

“Muchos comentaban las atrocidades de esos niñitos que pasaba en la calle, pero no nos podíamos mantener ajenos…”

Allamand declara en el reportaje, su motivación para escribir “NO VIRAR IZQUIERDA”, con una frase para el bronce: : “No quería que con el tiempo olvidemos lo pasado”.

Nosotros, ante el temor de Allamand, que con el tiempo se pudiera olvidar esta ‘gesta’, creemos necesario traer a la memoria de los chilenos los principales ‘testimonios históricos’, del cual él fue principal protagonista. Pero, ¿Quién es Andrés Allamand?

Estimamos necesario conocer el perfil del autor y el tiempo histórico en que se inscribe su libro testimonial ‘NO VIRAR IZQIERDA’. A continuación, reproducimos la presentación sobre Andrés Allamand, que hace Joaquín Fermandois, Doctor en Historia y Profesor de Historia Contemporánea de la Pontificia Universidad Católica de Chile, en su documento: “LAS PARADOJAS DE LA DERECHA: EL TESTIMONIO DE ALLAMAND”. (Fermandois, J, Estudios Públicos, 78, página 348, otoño 2000, escrito en 1999): “Nace en 1956, según dice, de una familia de clase media, nieto de inmigrante. A la vez, por educación, contactos y energía propia, Allamand llega a ser miembro de una familia de elite, algo nada de inusual en Chile, en donde los sectores altos han sido siempre permeables a las nuevas fuerzas, aunque éstas tengan que adoptar gustosamente sus ritos. Educado en el Saint George —hace treinta años, el símbolo de la ‘buena educación’—, salta a la política retomando un aire mesocrático al ingresar al Liceo Lastarria para poder representar a la derecha en las elecciones de la Federación de Estudiantes de Enseñanza Secundaria (FESES)”.

Más adelante el profesor Fermandois comenta: “Para quien no acostumbre a pensar en categorías históricas, […] difícil comprender cómo podían tener importancia las elecciones de los estudiantes de secundaria. Es útil recordar que […], la (FESES), era una de las tantas trincheras de batalla política y que jugó un papel en el enfrentamiento por la Escuela Nacional Unificada (ENU), en abril de 1973, […]. Políticamente, Allamand es descendiente de la ultramovilización de esos años sin parangón en la historia del país”.

Comentando la la meteórica presencia de Allamand en los medios de comunicación, el profesor Fermandois afirma: “Al poner el pie en las FESES, un terreno antes vedado a la derecha, Allamand pasa a ser una figura pública con acceso a diarios, radios y hasta la televisión”. Evaluando los escritos de Allamand, agrega: “[…]a escritura de Allamand revela la personalidad del autor, su empecinamiento, que lo llevó bastante lejos en la carrera política; su franca propuesta de una derecha que lograse el punto arquimédico en sostener algunas ideas generales que podrían considerarse ‘de derecha’ […] también su estilo de polémica en las apariciones televisivas, en donde traslada los códigos del rugby, que parece ser su pasión, que ciertamente no es pura anarquía, […] pero en cierta manera lo confirma en su actitud desafiante.” (Fermandois, J. página 339). La riqueza del idioma del profesor Fermandois,- ‘punto arquimédico’ - nos obligó a recurrir al diccionario: “Un punto arquimédico, es un punto de vista hipotético desde el cual un observador puede percibir objetivamente el tema de la investigación con una visión de la totalidad (es decir, una vista de dios); o un punto de partida confiable a partir del cual se pueda razonar. A continuación reproducimos algunos de los relatos autobiográficos de Allamand de su extensa novela NO VIRAR IZQUIERDA, para que su manifiesto deseo que esta ‘gesta’: “No sea olvidada con el tiempo”. El libro de Allamand contiene innumerables ejemplos de las “palomas” que solían dispara los jóvenes opositores al gobierno de a UP en su afán de “tomarse el cielo”. Solo algunas de ellas.

Allamand escribe: ¡“Cómo los odiaba! [a los jóvenes de izquierda]. De haber podido agarrar a uno lo habría pateado hasta no poder mover las piernas y le habría pegado hasta romperle las manos, hasta no poder levantarlas” (p.67)

Frente a los atentados terroristas que se multiplicaron durante el paro de los camioneros, el libro de Allamand afirma: “Los atentados eran incontables. Los oleoductos y cañerías volaban en las noches, cortando el combustible a las ciudades, pero incentivando a los fieros camioneros, tonificando el paro”( p.71)

Luego, describe el aporte de los manifestantes estudiantiles al paro del comercio: “Íbamos cerrando los negocios y quebrando algunos vidrios a quienes no accedían a nuestras caballerosas peticiones” (p. 89)

La “toma” de un Liceo (aparentemente el Lastarria) donde estudian los protagonistas de la novela, es uno de los temas principales del libro: “La defensa del liceo se basaba en lo que pudieran realizar los miembros del grupo escogido. Eran exactamente doce. Cuatro de ellos armados. Eran los patos malos del liceo. Inefables camorreros. En caso de producirse un intento de retoma, en cada uno de los lugares preestablecidos había un cajón lleno de bombas molotov, preparadas por los químicos del grupo. Eran botellas vineras, las que mejor se quiebran, con bencina, azúcar, y aserrín para mantener las llamas. El resto de los tomadores habrían que arreglárselas a peñascazos y hondanazos” (p.133)

En otro pasaje describe la participación de los estudiantes en la preparación de barricadas en el barrio alto de Santiago: “Partimos corriendo hacia donde estaban armando una barricada. Nos integramos rápidamente al grupo. En un par de minutos las llamas tenían más de dos metros e iluminaban la calle. Las viejas hacían sonar las cacerolas sin parar […]” (p. 156)

El caso de un ataque a una micro: “Un inocente chofer de micro dobló por Los Leones hacia Providencia. Grave error.: ¡Krumiro!, ¡Krumiro! Insultaron todos al tiempo que corrían a la micro. Salieron las primeras piedras, que impactaron las ventanas de todos lados Los pasajeros, adentro, gritaban enloquecidos. ¡Al chofer, al chofer! era la orden”

Luego la novela describe extensamente el ataque y quema de un trole: “Bruscamente aparecieron unos lolos corriendo. Eran tres. El mayor tendría a lo más unos dieciséis años dijeron anhelantes viene un trole en la otra cuadra, ¿lo podemos hacer recagar? Los lolos se taparon la cara con unos pañuelos que en un pasado remoto debían haber sido blancos […] Partieron embalados. En la carrera se les unieron unos cuantos más […] Lo primero que hicieron fue colgarse de los cables al trole en marcha. Desconectado, el trole se detuvo […] Los lolos, sin dar tiempo al chofer ni de que se parara de su asiento, se subieron al vehículo, palo en mano.[…]¡Abajo, abajo, vamos bajando! Si no, quemamos el trole con ustedes adentro advirtieron.[…] Los de afuera procedieron a quebrar los pocos vidrios que quedaban intactos. Fue suficiente. Los pasajeros empezaron a bajar, empujándose, atropellándose unos con otros. El viejo de los anteojos imploraba, lloroso, que lo dejaran subir a buscar su portafolio […] Lo cruzaron en la calle (al trole) y trataron de quemarlo. No prendía. ¡Los troles no usan bencina, que es la que se inflama! Hizo su aparición entonces el engendro criollo de Misión Imposible. Le conectó un suspensor al vehículo, sacó unos cables, arrancó otros, abrió unas tapas, cuidadosamente hizo contacto entre dos polos opuestos y se produjo la explosión. Saltaban millones de chispas, producto del tremendo cortocircuito. El objetivo lo logró sólo a medias […] El Tata desesperadamente buscaba cómo solucionar el impasse. Se fijó entonces en una vieja parada en la vereda del frente, que observaba detenidamente el proyecto de incendio. Tenía a su lado un bidón azul. El Tata corrió hacia ella (y procedió a robarle la parafina). Sin detenerse, le sacó la tapa al bidón. Llegó hasta el trole y le vació el contenido equitativamente entre las distintas ruedas. Un segundo más tarde, el trole ardía por los cuatro costados” ( Fragmentos extractados de las páginas 76 a 83)

Las reflexiones políticas que se transparentan en el libro, es que, sin los militares la UP no cae. Había que presionarlos para obligarlos a intervenir. Por lo tanto, era necesario “dejar la escoba” en todas partes. Provocar crisis y desórdenes. Desatar el caos. No ceder. Se plantea que los militares actuarán cuando el caos sea total. “La toma del liceo es nuestra contribución al caos”, afirma Allamand. (p.170)

Más adelante se devela el principal objetivo del libro con la siguiente síntesis: “Al marxismo y a otras ideologías no se les derrota con votarles un gobierno. La tarea es mucho más ardua y compleja. A un pueblo hay que ofrecerle alicientes más poderosos y fuertes que El Progreso económico y el bienestar material. La gesta del 11 va a tener reales dimensiones de grandeza en la historia de Chile solo en la medida que lleve consigo un cambio en la mentalidad del pueblo […]”. (p 225)

Posterior a esta ‘gesta’, no se ha sabido de jóvenes presos políticos. No hubieron medidas del Ministerio de Educación para controlar a estos “aguerridos” estudiantes armados. Faltó la ‘sabiduría’ y ‘asesoría’ para dictar una ‘Ley de Aula Segura’. Tampoco se dictaron ‘Leyes anti barricadas’ . Nina Donoso tenía razón, lo sagrado no se toca: se alaba. “¡Andrés, fuimos Quijotes de una causa sagrada, luchábamos contra monstruos, disparando palomas!”

12 de agosto de 2021

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