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Nueva constitución, nuevas Fuerzas Armadas y carabineros. Por Enrique Villanueva

Pueden las Fuerzas Armadas “democratizarse”, que es el término empleado en cada una de las múltiples reformas que en los últimos años se han realizado en las instituciones castrenses y carabineros, al parecer y definitivamente no, seria una medida insuficiente para resolver todos y cada uno de los profundos problemas que les aquejan y que intervienen negativamente en el cumplimiento de sus funciones. Lo que se requiere es, más que nuevas reformas parciales, iniciar un proceso de refundación, lo que implica en términos generales modificar su doctrina, su organización y funcionamiento, los procesos de formación de Oficiales y Suboficiales, cambios imprescindibles para lograr que las instituciones castrenses se adapten a los desafíos que impone la actualidad y respondan a las necesidades que el país les demanda.

Las Fuerzas Armadas no pueden quedar al margen del proceso constituyente que está viviendo el país, impulsado por una mayoría de chilenos y chilenas quienes votaron y democráticamente decidieron terminar con la constitución de la dictadura, para diseñar un nuevo contrato social, lo cual significa terminar con los enclaves dictatoriales ramificados en el Estado, en la empresa, en la economía, en la sociedad en la cultura, en las universidades, en los medios de información y en las FFAA. Un proceso que apunta a iniciar un camino que permita terminar con problemas que son reales, que nos afectan a todos y todas, como las injusticias, las desigualdades, el abuso y la corrupción, “sino para que” como es el sentir ciudadano hoy, lo que implica entre otros terminar con el reinado abusivo del Estado Subsidiario neoliberal, impuesto por la fuerza y que, por su naturaleza, es contrario a la defensa de la soberanía y de la nación.

Así entonces las Fuerzas Armadas no deben quedar al margen de este proceso de carácter fundacional, porque es en la Constitución, la ley suprema del Estado, donde deben quedar establecidos los objetivos fines y misiones de las FFAA, es allí donde se proclaman los valores supremos y principios fundamentales sobre los que se organiza el Estado. Se definen el fin y los objetivos de la organización militar, su orientación, misión y algo muy importante, la formación de mentalidades militares que asuman la democracia y el respeto a los derechos humanos, como valor y cultura, no solo como una formalidad.

Un proceso como este en las FFAA, el que necesariamente requiere la participación de expertos no militares, indudablemente que ofrecerá duras resistencias, pero permitirá en primer lugar, abrir un espacio para terminar con las lealtades mal entendidas, con el temor a que lo que se dice y denuncia queda en los círculos del poder establecidos y fundamentalmente, abrirá una puerta formal y respaldada, para que militares y carabineros honestos, que no están vinculados a malversaciones ni a la corrupción existente en sus instituciones, aporten a terminar con casi cinco décadas de abuso.

La refundación de las FFAA y Carabineros es un tema complejo, pero es problema urgente que tratar y resolver, razón por la cual deben sumarse los partidos y movimientos políticos, los movimientos sociales, las universidades. Es una irresponsabilidad dejar de lado al principal núcleo de poder, donde está el monopolio de las armas, instituciones que en el estado actual de descomposición en la que se encuentran son un peligro para la democracia.

No sería la primera vez que políticos inescrupulosos desencadenen o inventen una guerra para blindarse y asegurar sus privilegios e intereses, sacando a los militares a la calle a reprimir a la población o, para presionar una solución política afín. Estos políticos corruptos son los que permanentemente defienden a los herederos de la dictadura o afines a ella, los que aún están hoy entre sus filas, dispuestos a defender el modelo económico y de país que construyeron a balazos en 1973.

El discurso que las Fuerzas Armadas Chilenas y Carabineros no son deliberantes y que son obedientes de los poderes constitucionales, primero, hoy en el grado de descomposición en que se encuentran, es solo una perorata y segundo, no es contrastable con nuestra historia, en sus paginas hay suficientes antecedentes para afirmar lo contrario. Tres hechos históricos así lo demuestran, el derrocamiento de José Manuel Balmaceda (1891) y el derrocamiento y asesinato de Salvador Allende (1973), ambos presidentes que en épocas distintas intentaron llevar a la practica propuestas de organización económica desplazándose hacia una dimensión diferente a la del capital, sin comprometerse con el capital, liberándose de forma creativa de la tradición abusiva que impone el capitalismo.

En ambos casos la oligarquía y las elites económicas movilizaron todo su poder, en Chile y en el extranjero, para interrumpir estas experiencias y utilizaron a las FFAA para actuar bajo el argumento político creado por ellos de que la patria estaba amenazada y en el caso de Allende, de hacer caer a Chile “en las garras del comunismo”. Un tercer hecho histórico la matanza de 2000 o mas obreros, hombres mujeres y niños, en huelga y apertrechados en la Escuela Santa María de Iquique, un asesinato en masa provocado por el el general Roberto Silva Renard quien ordenó a sus tropas hacer fuego en contra de la multitud indefensa.

La historia se ha escrito por años, arrancando aquellas paginas que recopilan las crueles actuaciones represivas de nuestro ejercito, en la cual se incluye la Escuela Santa María de Iquique y la cruel matanza del pueblo mapuche en la “pacificación de la Araucanía”. De esta manera intencionalmente intentan hacer olvidar y mantener incólume la mentirosa comparación del ejercito del siglo 19 y 20 con el ejercito que lucho en las guerras de la independencia, evadiendo que por mas de 150 años han sido protagonistas de invasiones a su propio pueblo.

A que patriotismo se refieren cada vez que los militares salen a la calle a desfilar los 19 de septiembre, a celebrar las glorias del ejercito, si y como se ha comprobado, fueron oficiales del ejercito, de la marina de la Fuerza Aérea los que participaron en la conspiración para asesinar a dos generales, al general Rene Schneider, comandante en jefe del ejercito para evitar que Allende, ya elegido democráticamente, asumiera la presidencia de la república y al general Carlos Prats, financiados por el gobierno de EEUU.

De que patria se habla cuando los Comandantes en jefe de las tres ramas de las FFAA y Carabineros fueron los que traicionaron a su país, para permitir que un gobierno extranjero ( estados unidos) interviniera con recursos e inteligencia para proteger sus intereses, a costa de derrocar a un presidente elegido democráticamente, transformando a las instituciones militares en el brazo armado del terrorismo de Estado, al servicio de un dictador, por casi veinte años.

Ya no es sostenible continuar con la mentira histórica sobre la cual la elite política diseñó la transición a la democracia, reafirmando que estas FFAA “nos liberaron en una guerra contra el comunismo y derrotando al enemigo interno”. La nueva constitución al establecer bases doctrinarias distintas para las FFAA, debe generar lineamientos que impidan el negacionismo sobre el pasado, para permitir que en la formación de nuevas generaciones de militares, se establezca que en Chile nunca hubo tal guerra sino que, cobardes asesinatos y crímenes de lesa humanidad.

La seguridad de la nación no puede explicarse bajo conceptos que instrumentalizan a las FFAA y las someten a intereses económicos, fundamentalmente, nacionales y extranjeros, quienes identifican la seguridad con amenazas y enemigos que ponen en peligro sus intereses. Lo que se tradujo, no solo en Chile sino que en todo el continente, en la identificación y la persecución del enemigo interno, que no es otro u otra que el disidente y el que reclama por sus derechos, ésta u otra denominación de enemigo es la que ha servido para justificar la acción militar represiva y abusiva.

Por esa razón la Seguridad de la Nación no solo se remite a definiciones puramente militares, la seguridad de un Estado democrático se fundamenta en valores como los de paz, libertad, justicia, igualdad, protección de los derechos humanos y convivencia democrática, entre otros, valores y conceptos de los cuales los militares deben ser participes y estar convencidos de ellos. Por lo tanto, en la nueva Constitución el concepto de Seguridad Nacional no puede ni debe seguir como está definido hoy.

Asociado a lo anterior está el rediseño de los procesos formativos de las escuelas matrices, porque son una herramienta fundamental de transformación de la mentalidad militar, tanto de la oficialidad como de la sub-oficialidad, en todas las ramas de las FFAA y Carabineros. La formación actual de los militares es clasista, esta orientada fundamentalmente a consolidar la mentalidad militar basada en la supuesta supremacía sobre el ciudadano y ciudadana civil, formando cuadros para el ejercicio de la Seguridad Nacional, convencidos de que su misión principal es la búsqueda y persecución del enemigo interno entre sus propios compatriotas.

Como están ahora las escuelas de formación militar son una herramienta de control ideológico y deben cambiar de rumbo, vinculándose a Universidades y Centros de estudio que le permitan conectar con los objetivos, planes de estudio, procesos de ingreso, con los desafíos y retos de la educación en el país, bajo el control y la supervisión por parte del Ministerio de Educación y por extensión, del Ministerio de Defensa.

De igual manera sucede con la Justicia militar, que operó en tiempos de dictadura como el sostén legal para justificar miles de asesinatos, encarcelamientos y persecución política y hasta hoy, como blindaje de la autonomía de las FFAA frente al poder civil. La justicia militar no puede seguir atrincherada en su propia legalidad, esta requiere de una profunda transformación, ponerla a tono con la evolución y desarrollo que han experimentado el derecho internacional de los derechos humanos.

Las exigencias de la democracia y del estado de derecho, las garantías penales sustantivas y procesales de aplicación universal no pueden estar encerradas en un circuito militar, limitando la defensa en cualquier imputación penal, porque se presta para abusos.

Así entonces, la subordinación consiente al poder civil requiere de una nueva cultura y de un nuevo profesionalismo militar, resultados que están vinculados a los procesos de formación en las FFAA y de Carabineros, procesos que hoy son cerrados y autorreferentes, se basan en patrones operantes de moralidad y ética, que son formas simbólicas que estructuradamente rinden tributo a la dictadura civil militar. Son formas o mecanismos que por mas de cuarenta años han condicionado normativamente e ideológicamente, la acción formativa y el agenciamiento de las personas que ingresaron a la profesión militar.

Por todo esto y mas lo que se requiere es enfrentar con claridad y valentía una refundación de la FFAA y Carabineros, lo que se traduce en una profunda transformación institucional, incluyendo los valores y las perspectivas representativas de una sociedad democrática.

Grupo de Estudios
Militares que se opusieron al golpe de Estado de 1973

Enrique Villanueva M.

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