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Nuevas notas para un diálogo político. Por Carlos Sandoval

LA DIVERSIDAD DEL FRENTE: ¿VENTAJA O LASTRE?

A pocas horas del resultado de la primera vuelta, se instaló el debate sobre cuál debía ser la posición del Frente Amplio en la segunda vuelta. Las alternativas no son muchas: votar, votar por Guillier o abstenerse. Con expectación la prensa y demás medios de comunicación esperó (espera… ¿esperará?) un pronunciamiento del Frente Amplio. Y, éste, haciéndose un tanto “el rogar” entregó una declaración pública que, como buen “Frente” permitía hacer lo que cada organización y cada persona estime lo más conveniente. O sea, se apeló al “sentido común” y ese sentido es “todos contra Piñera”. Los días transcurrido han traído consigo una peculiar y pintoresca forma de pronunciarse políticamente que ha consistido en “descolgarse” sucesivamente en pro de una candidatura que no es la propia, que no es la que se quisiera y que se asumirá (de triunfar) como opuesta a los intereses y objetivos del Frente Amplio. Ese descolgamiento fue facilitado por la enorme flexibilidad de la declaración inicial del Frente Amplio respecto de la segunda vuelta.

Lastimosamente no se asumió derechamente que, insertándose en el juego electoral, se debía aceptar todas y cada una de las condiciones que éste exigía y; una de las más tensionante era a quién apoyar en la segunda vuelta. Todo habría sido más fácil si la carta presidencial del FA hubiera estado en el último torneo presidencial. Pero ello, a pesar de los dichos de campaña, estaba muy lejos de los cálculos electorales en el imaginario frenteamplista. Eso lo dicen las perplejas declaraciones dirigenciales al enterarse de los resultados con más de un millón de votos adherentes.

Y, además, el resultado impactó también en el resto de los contendientes. Por ello, unos se lanzaron a conquistar la simpatía frenteamplista y, los otros a “agudizar las contradicciones” entre los neomayoristas y los seguidores del Frente Amplio. Este “tironeo” no es sólo con intención de ganarse la simpatía o antipatía del votante frenteamplista. Existe, a no dudarlo, una oblicua intención de resquebrajar la unidad (aún frágil obviamente) del Frente Amplio, más cuando este ha declarado que gane quien gane será oposición en el parlamento.

Dicho esto, que el desgrane de adhesiones hacia Guillier es naturalmente desconcertante, pero la amplísima superficie del marco inicial, permite que puedan desplazarse tranquilamente, tanto el dirigente, como los adherentes al FA para efectos de tomar una decisión ante la segunda vuelta de las presidenciales.

Sin embargo, el debate interno se ha tornado, en ocasiones un tanto tóxico, a veces con inquina. Pero, no podía ser de otra forma. La historia nos enseña, tanto en nuestros pagos, como allende de la cordillera, que los “frentes” son amplio (deben serlo) y por consiguiente la pluralidad de opiniones (y de acciones) le es consustancial. El “Frente” Popular que llevó a Aguirre Cerda a La Moneda fue una coalición por el Partido Radical, el Partido Comunista, el Partido Democrático, el Partido Socialista y Partido Radical Socialista. Se sumaron la Central de Trabajadores de Chile (CTCH), la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) e incluso una agrupación de mapuches organizada en el Frente Único Araucano. Incluso tras las bambalinas de la historia se rumorea que el M.N.S encabezado por Von Marés habría resuelto apoyar a Aguirre Cerda. Algo no muy distinto ocurrió con el Frente Sandinista, en el que participaron personajes y corrientes diversas que fueron desde algunos conspicuos ejecutivos de la trasnacional Coca Cola, pasando por el socialdemócrata Edén Pastora, hasta terminar con revolucionarios como Ernesto Cardenal y los hermanos Ortegas.

Obviamente que los resultados de estas amplísimas alianzas han sido positivo o acorde a los objetivos propuestos: Aguirre Cerda inauguró el ciclo de los radicales y, Somoza terminó fuera no sólo del poder, sino también de Nicaragua. De ellos hay que sacar enseñanzas, sin apostar con son dogmas.

Dicho esto, es que deberíamos acostumbrarnos a la diversidad y a veces contradictorias expresiones de la dirigencia frenteamplista. Al hacer la alianza, nadie pensó o creyó estar constituyendo un partido mono expresivo. Respondía a la necesidad de la coyuntura y el resultado fue --- hasta hoy --- positivo.

Pero, se supone, que la vida del FA no empieza con esta coyuntura y muere con ella es que resulta necesario proyectarse y observar los posibles (futuros escenarios) porque las alianzas se hacen en función de los objetivos y (obviamente) de las atmósferas en que se desarrollarán los acontecimientos; entendidos estos últimos como los componentes “puntuales” que construyen una coyuntura política.

EL PESO DEL ÉXITO Y LAS TENTACIONES POSIBLES

Nadie, prácticamente nadie, duda que el Frente Amplio obtuvo un excelente resultado electoral en lo presidencial. En cambio, en las parlamentarias su votación fue menor. Sin perjuicio de ello los veinte diputados y el senador electos son un peso altísimo dentro del juego parlamentarista. Esta situación implicará una monumental responsabilidad política para el Frente Amplio.

El casi millón y medio que obtuvo Beatriz Sánchez revela (como se ha dicho insistentemente) espíritu de cambio en un ancho segmento de la sociedad chilena. No es un mero trasvasije de votación desilusionada de la Nueva Mayoría. Hay nuevos votantes que buscaron expresar esos deseos de cambios. La distinta votación en las parlamentarias, tiene que ver con la tendencia histórica de creer que la principal responsabilidad política recae en el líder. Pero no debiera ser solo esta situación lo que preocupara. Debemos colocar atención que varios de los diputados electos no tienen la suficiente legitimidad representativa. Por tanto será una tarea que asuman con mucha dedicación de construir aquella legitimidad y para tal cuestión el camino congruente con los objetivos de mediano plazo es que aquellos parlamentarios (que tienen menos de un 8 o 10% de la votación) se vuelquen a la sociedad popular; pero aquel volcamiento debe ir más allá de los acompañamientos en la calle. Más bien debería verificarse en la cotidianeidad misma de la llanura social, a tal extremo de edificar un sincretismo entre la actividad del movimiento social y la propia como legislador. Si alguien revisa las historias de diputados y senadores de las izquierdas de antaño, asimismo estudial quehacer de muchos revolucionarios del siglo pasado, se dará cuenta que no es un invento de este autor.

Ese, entonces, un buen camino para evitar las tentaciones palaciegas, que nos llevarían a las clásicas componendas y negociaciones que, por avanzar un poquito (algo así como la política de “en la medida de lo posible”) se termine hipotecando no sólo el Programa Político, sino (lo más grave) el Proyecto Histórico de los explotados y sufrientes del siglo XXI.

CÓMO QUEDARON

En términos globales todos los frentes amplistas debieran estar regocijados. Sin embargo, al irnos a las particularidades no todos pueden sacar cuentas alegres. En brevísimo recuento quien salió realmente ganancioso fue el partido de Giorgio Jackson quien con su colosal votación pudo “arrastrar” a dos de sus compañeros de organización que obtuvieron bajísimas adhesiones. En esta situación (sin ruborizarse) hay que reconocer que el proporcional “corregido” favoreció a Revolución Democrática y debilitó la representatividad del Frente Amplio. Que quedara fuera (por ejemplo) del Parlamento una ex carta presidencial no es un dato menor y, si nos colocamos puntillosos y escarbamos las razones y condiciones que llevaron a que Mayol no obtuviera un escaño, no debiera dejar de preocuparnos para un futuro mediato.

No puede ser más exitoso por ahora el resultado para RD. De un diputado subió a 10 parlamentarios electos y un senador. Esto último hecho hace (simbólicamente si se quiere) que RD sube a las ligas mayores al tener un senador. Lo interesante resulta de ver cuál es el peso en términos de votos. Por ejemplo, en el caso de Latorre como candidato triunfante en la senaduría de la V Región logró una adhesión de 30.503 votos, lo que viene a ser un quinto de logro Chahuán (RN) la mitad de lo obtenido por Lagos (PPD) y poco menos de dos tercios del resultado de Allende (PS). Algo no tan distinto ocurrió en Santiago. Dos de los tres parlamentarios electos, están por debajo del 1,5 % de la votación general y bastante lejos (un quinto) del guarismo alcanzado por Mayol. Esto es un dato de la realidad y con él habrá que lidiar.

No hay duda que una corriente política histórica, como los humanistas, participe inicial de la Concertación y del tipo de transición, se debe declarar exitosa en esta batalla electoral. Desde que Laura Rodríguez dejó de ser parlamentaria, que este sector no tenía a alguien en el Congreso. No obstante, hoy, se ve galardonado con cinco diputados electos; es decir representa el 25% de la bancada del FA. Este es un dato que pesará al momento de la composición de las Comisiones y, por cierto, de la presidencia de la Bancada frenteamplista.

Por consiguiente, con una visión muy lineal, podríamos aseverar que en términos “institucionales” la mesocracia de nuevo tipo (o elite de sustitución) está hegemonizando el Frente Amplio y, las corrientes populares están en evidente minoría. Esta situación condicionará las políticas de alianzas del Frente Amplio.

ESCENARIOS POSIBLES Y POLÍTICAS DE ALIANZAS

El casi 13 por ciento del peso parlamentario que tiene el Frente Amplio será un escollo para cualquier coalición que gobierne. Más aún si los diputados frenteamplistas se disponen a ser fieles a las líneas programáticas que Beatriz Sánchez exhibió para la primera vuelta. Asimismo, si mantienen la pureza ética y cumplen con el mandato constitucional de fiscalizar a las autoridades, los diputados frenteamplistas se podrían convertir en un peso incontrarrestable para cualquier otra coalición política.

Cualquiera que resulte ganador en la segunda vuelta, deberá gobernar “mirando” al Frente Amplio y, especialmente, a los movimientos sociales y populares. Con ambos protagonistas la tarea gubernamental no será fácil. Y, para estos, el horizonte se ve pleno de desafíos. Veamos algunos de estos retos.

Para el FA, como lo ha definido, la institucionalidad le coloco a la vista asuntos que deberá enfrentar con mucha creatividad y, obviamente, con unidad. Por ejemplo, tres demandas planteadas hoy para apoyar al candidato “neomayorista” han sido claramente rechazadas[1]: gratuidad universal; fin del CAE y No+AFP. Además, algunos sectores (Luis Escobar como icono) simplemente actúa con arrogancia integral rechazando cualquier cosa que venga del FA. Este tipo de situaciones, en una campaña electoral, no desangran a nadie, pero si dejan heridas abiertas.

A su vez, el Programa de los “neomayoristas” en nada (o muy poco) satisface al FA, pero de triunfar Guillier, está obligado a implementarlo. Aquí cabe, algunas preguntas, ¿estará dispuesto el FA a apoyar las iniciativas neomayoristas, aunque sea pagando un costo político?; ¿sabiendo que el programa neomayorista cuenta con el apoyo irrestricto del PC y que éste ha iniciado una serie de acercamientos al FA no se corre el riesgo de comprometer futuro?

Si nos aproximamos a una caracterización del Frente Amplio (en cuanto a sus componentes) podríamos responder relativamente estas interrogantes. Creo distinguir tres sectores o corrientes: a) la mesocracia del siglo XXI; b) el centrismo pendular del autonomismo y; b) la corriente popular en cierne.

EL MDP: POR AHORA UNA BUENA INTENCIÓN

En términos clásicos podríamos aseverar que el FA está, hasta ahora, hegemonizado por una corriente social muy próxima a una la clase media de nuevo tipo. Tremendamente ilustrada, familiarizada con la globalización y las nuevas tecnologías, con serias contradicciones con el modelo neoliberal, pero no con el capitalismo como lógica de la vida social; por consiguiente, dando fuerte valor al papel del Mercado como ente regulador de muchas actividades sociales. Le reservan al Estado solo dos o tres responsabilidades. Se le ha caracterizado como una corriente que propugna un socialismo democrático. Su icono es Revolución Democrática, a quien se le suman los humanistas y ecologistas.

Impresiona como izquierda el autonomismo, en al menos dos gruesas versiones. Y provienen también del mundo ilustrado, que hicieron su construcción política en las universidades, en las que promovieron nuevas ideas de participación y organización.

Claramente no se visibiliza una corriente popular que haya asumido los cambios sociales que motivó la revolución neoliberal. Las representaciones de Igualdad y de UKAMAU son aún limitadas para considerar que encarnan al nuevo mundo popular. Pero ello no impide que las potencialidades se desplieguen y se conviertan en un potente movimiento popular, democrático con vocación de poder. El camino será largo y trabajoso.

Obviamente que la corriente popular de hoy no tiene similitud con las corrientes populares que nacieron y desarrollaron en el siglo XX. Las que van desde los salitreros y carboneros de las Mancomunales, la FOCH y un poco con el Partido Comunista de Luis Emilio Recabarren hasta quienes abrazaron la idea estratégica del Poder Popular en la década del setenta.

Considerando fugazmente los cambios en la estructura de clases en Chile podemos descubrir que ya no existe “el ejército del proletariado industrial”; fue reemplazado por una abigarrada masa que va y viene del aparato productivo y de servicios. Esta inmensa masa, que nace y desarrolla desde los cambios estructurales de la década del setenta y del ochenta bajo dictadura, ha ido aprendiendo a sobrevivir en las peores circunstancias. La herramienta ha sido la autogestión. El espíritu ha sido la autonomía. Pero que conceptualmente la reconocemos como masa laboral precarizada. Ya no se trata de hombres y mujeres que permanecen sin espacio laboral permanente por su nula o escasa calificación. No. En ella encontramos un fuerte número de fuerza de trabajo calificada por estudios universitarios y técnico profesionales. Son, en mi opinión, el sector social más empobrecido y, a su vez, más explotado, pero que entrega poca plusvalía a los agentes empresariales. Es una masa (en el sentido estricto de la palabra) carente de organicidad, de disciplina social, de sentido de grupo, sea de pertenencia o de identidad.

A inicios del presente año, en una encuesta de la Universidad de Chile se registró que “el trabajo asalariado creció un 1,8 por ciento en el último año. Mientras que una de las cifras más significativas se relaciona con el aumento del empleo independiente o por cuenta propia, en un 15,2 por ciento durante el mismo periodo”[2]. Es decir, la pobreza presente y futura (casi perpetua) es altamente significativa y por consiguiente debiera ser preocupación central de una corriente popular.

A esta franja social, se suman los trabajadores y trabajadoras, de empleos no convencionales como los Call Center, los llamados “empaques” (quizás los únicos trabajadores que pagan por trabajar) los artistas “institucionalizados”[3], los trabajadores temporales (contratados según código laboral[4]); a esta lista debe sumarse los cesantes catastrados y, obviamente, la escasa mano de obra fabril y la abundante fuerza de trabajo del sector servicios. Y, como si fuera poco lo anterior, hoy está en la lucha popular el mundo mapuche que (en mi creer) no descansará hasta lograr sus objetivos

En prácticamente ninguno de estos sectores sociales y populares encontraremos las características de un proletariado “duro y puro”. Y este dato es importante para efectos de generar propuestas político-sociales que le sean atractivas y utilizar adecuados códigos comunicacionales que sean comprensibles y empáticos.

Dicho esto, es que, como Movimiento, popular y democrático, la tarea de inserción social podría tener como sujetos preferentes a esta parte de la llanura social, porque son ellos los que tienen las contradicciones más intensas con el modelo.

Una vez definido el mundo social al que se debe el MDP se va dejando atrás, lenta e inexorablemente, la condición de ser una buena intención y dar paso a la construcción de la organización política — legal y/o de facto – provista de mejores condiciones para crecer y legitimarse.

EL TOPO DE LA HISTORIA… ¿SEGUIRÁ HORADANDO EL SISTEMA?

Hemos dicho que resulta presuntuoso alegar que con los resultados electorales se “abrió” un nuevo período político. Podríamos aceptar esta hipótesis si se refiriese exclusivamente a lo político institucional o poliárquico. Emerge y se instala en corto tiempo un nuevo agente político electoral como es el Frente Amplio. Pero que ello implique solo ahora la apertura de un nuevo período político resulta agraviante para todas las fuerzas sociales que vienen empeñándose en confrontar crecientemente el sistema instalado por la dictadura militar y mejor administrado por, primero, la Concertación y, más tarde, como un remedo, por la Nueva Mayoría.

Basta escuchar que no habrá respuesta para los miles de chilenos y chilenas que levantan la bandera de “NO+AFP”; o las declaraciones estudiantiles que dicen estar disconformes con la Reforma Universitaria; o los movimientos territoriales que seguirán oponiéndose a las “modernizaciones” de infraestructura; o quienes reclaman por una vivienda digna, por un sueldo ético, por el respeto a los consumidores, etc. etc. como para darse cuenta que los movimientos sociales y territoriales seguirán horadando el sistema.

Y ello tiene una obvia razón: el modelo no sólo no puede satisfacer, no quiere ni debe integrar las necesidades sociales.

[1] Para los que aún dudan deben considerar que en política la ambigüedad en responder es una forma (elegante) de rechazo

[2] Ver en http://radio.uchile.cl/2017/04/25/244-mil-cesantes-y-aumento-de-trabajadores-independientes-el-mapa-laboral-de-chile/

[3] La espuria “licitación” que hizo el Metro para que artistas callejeros tuvieran “un espacio” donde desarrollar su arte.

[4] Profesores que están afectos al Código Laboral de modo supletorio. Los obreros de la construcción que son empleados según la “necesidad de la obra”

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