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Ocho exparlamentarios del PPD por el APRUEBO a la Constitución de Pinochet. Por Ricardo Parvex

La declaración por el Rechazo de ocho exparlamentarios del PPD es en realidad una declaración por el Apruebo a la Constitución de la dictadura, una mano tendida a la derecha y extrema derecha empeñadas en conservar todo lo que se pueda de la siniestra tiranía pinochetista.

Que exjerarcas de esa colectividad se alinien en esa posición no resulta verdaderamente sorprendente. En primer lugar hay que recordar que el Partido Por la Democracia nació de una pirueta electoral del PS, en la época en que -impedidos por la dictadura- ninguno de los partidos de izquierda sobrevivientes de la represión podía aparecer oficialmente. Por esa razón, el PS inventó un partido llamado «instrumental» y puso a su cabeza a militantes que suponía de confianza, Erik Schnake entre otros. Una vez que el PS pudo al fin presentarse oficialmente a las elecciones, la existencia del PPD ya no tenía mas razón de ser. Sin embargo, eso no tenía en cuenta a los egos, las ambiciones y el figurismo de la gente a la cual el partido de Allende había encomendado esa tarea. Es asi como algunos huérfanos de la política se sirvieron de la situación y se encaramaron en el nuevo tinglado electoral de los años 90.

Asi nace ese «partido-goma», testaferro de la democracia. El PPD y sus dirigentes, no necesariamente sus militantes ni electores, son un «producto derivado» de la legislación pinochetista y están ligado históricamente a este período de treinta años que ha merecido el más fuerte RECHAZO de parte de la opinión pública.

Para dar cuerpo real a ese partido fanstama se abrieron las inscripciones y allí llegaron ex miristas, ex radicales, ex comunistas, ex MAPU, ex API (partido ya fantasma en los años 70) y hasta miembros del ex Partido Nacional, etc, etc... todos náufragos de un sistema democrático que el 11 de septiembre asesinó. De poco vale citar sus nombres... Era un conglomerado dispar e incoherente en el que sus cabecillas solo compartían un gran principio: ser candidato a algo. Sin programa (la democracia, ¡Qué gran originalidad!) ni principios partidarios, nada tenían en comun más que la ambición de un puesto, de un cargo o de una sinecura. ¡Estas tres décadas les han sido bien provechosas!. Con tal ADN parece totalmente normal que a ese pequeño grupo de exdirigentes les sea difícil acomodarse con la nueva Constitución como se acomodaron con la de la dictadura. Su apoyo al rechazo es lamentable, pero no tiene nada de sorprendente.

Entre los firmantes hay más de alguno que tuvo problemas con la justicia o que tuvo que renunciar apresuradamente a algún puesto oficial. Ellos forman parte integrante de «Estos detestables treinta años” y evidentemente poco o nada tienen que ver con el nuevo Chile que las jóvenes generaciones anhelan.

Entre las críticas que se han permitido emitir están el apresuramiento de lo postulado por la Convención. Naturalmente, cuando se ha esperado treinta años “pasar el cadáver de la dictadura» sin hacer gran cosa para librarnos de su Constitución, todo lo que se haga hoy les parece «apresurado». Sin embargo, y hay que decirlo, ese argumento tiene una indefendible e indecente «cara de palo».

Los firmantes no solo son ex parlamentarios sino que muchos de ellos son hijos de ex senadores, de ex ministros y de ex embajadores. Se trata de personas fabricadas y modeladas en un Chile del pasado que personalmente añoran. Podemos entenderlo, porque nadie esta dispuesto a perder sus privilegios y su histórica comodidad familiar, pero que hagan pasar esos privilegios privados como los verdaderos intereses del pueblo chileno, no solo es un abuso de lenguaje, ES UNA VERGÜENZA.

Otro argumento es la impericia o falta de experiencia. Efectivamente, los responsables del Chile nuevo que postula la Convención constitucional no tienen ni experiencia en corrupción, ni curriculum en finaciamientos ocultos ni «manejo” en arreglines a espaldas de los electores. Felizmente no tienen ninguna de las pericias de la que los ocho firmantes pueden jactarse.

Algunos de ellos muestran estadísticas que nadie puede certificar como neutras, avanzan cifras de 52% por aquí, 74% por allá para sumarse a la extrema derecha y a la derecha pinochetistas. «Dime con quien andas y te diré quien eres» dice el proverbio. No obstante, no todos ellos defienden lo mismo, pero en una cosa coinciden, el miedo a la palabra compartida, el pavor al Chile popular, la incomodidad frente a la vasta participación ciudadana, en definitiva el miedo a la verdadera DEMOCRACIA que ellos prefieren seguir privatizando entre unos pocos.

Efectivamente, ese pueblo al que ellos tanto temen saldrá pacificamente en la noche del cuatro de septiembre a celebrar un nuevo progreso de la democracia chilena y entre ellos se contaran muchos electores del PPD.

Ricardo Parvex

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