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Octubre 2020; crónica de un carnaval de descontento anunciado y justo. Por Marco Silva Cornejo

El descontento y su poliforme multicolor nuevamente inunda las calles de Santiago y el país. Batucadas y trombones anuncian que el carnaval de malestares ha llegado para despertar la siesta de los más, de un pueblo entero. Extenuadas las ciudadanías repletan nuevamente el espacio de lo público para declarar el justo acento de sus movilizaciones, esa sinergía solidaria que transforma el tedio en esperanza.

Desde la Moneda, la oficialidad ciega y envenenada de violencia y miedo, persiste en la criminalización del descontento como argumento de una frívola y extraviada clase gobernante que sostiene en el ocaso de una etapa el culto a sus privilegios desiguales. La protesta inmune al anestesiamiento nuevamente instala su estridente fiesta en las principales avenidas del país, mientras la derecha gobernante alista la ofensiva represiva que ya ha cobrado una nueva víctima juvenil en la población la Victoria, otra vida cercenada por el plomo del Estado.

Hemos constatado la desidia permanente de un gobierno que durante un año entero estuvo más preocupado de blindar el aparato represivo que de dar respuesta al justo contenido atorado en el grito de la calle, multiplicado en las voces de los muros, salpicado de nuestra propia sangre en las tantas esquinas de los barrios, desprendido de los ojos que ven lo verdadero. Así se ha tejido la incubación del descontento. La miopía exagerada de la clase política, no desea abrirse al entendimiento de lo evidente, se justifica, se victimiza, se atomiza en la tautología del miedo, sus argumentos grises transitan en blindados por las principales avenidas.

Es hora de articular nuestras luchas y sostener la defensa del reclamo colectivo. Justicia e igualdad, son un verbo en estos días, a no soltar las calles y a desplegar solidaridad y unidad que aun nada se ha ganado.

Marco Silva Cornejo
Mg. Ciencias Sociales Aplicadas UFRO

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