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Octubre en la memoria, el plebiscito vivido por los chilenos en Francia. Por Emmanuel Farias Carrion

El 25 de octubre del 2020 Paris marcó precipitaciones durante todo el día. Nunca un día lluvioso había tenido tanta luz. A medida que transcurría la jornada se fueron sumando las primeras miradas hacia Nueva Zelanda, ya que fueron los primeros chilenos y chilenas en comenzar a votar desde el extranjero. El interés del plebiscito doblegó el padrón electoral en Francia, por lo cual el consulado debió cambiar el lugar de votación para poder contener la gran masa de votantes. El Liceo Español en el barrio de Neuilly-sur-Seine fue el lugar de destino a las afueras de París. Desde las primeras horas de la mañana se comenzó a llenar el lugar de votación. Aparecían cánticos en contra de Pinochet, ese apellido aún resuena con resentimiento en muchos compatriotas que fueron expulsados del país por su régimen y constitución. Ivan Hraste Aguilar, exiliado quien presidió el comando juvenil por Allende en Magallanes, nos dice con emoción que “el futuro de las nuevas generaciones merece una vida mejor, más justa y más igualitaria. Pienso que aquí estamos tomando ese camino, y lo vemos con la cantidad de gente que está participando de este evento democrático al cual hemos pensado que sí es posible. Es una realidad que Chile empieza a cambiar hoy.” La fuerza de la experiencia política que existe en la opinión de nuestros exiliados es justamente lo que se necesita para comenzar a discutir nuestra futura vida democrática, donde se entienda que el exilio como medio de orden social para la mantención de la paz es un eufemismo del conservadurismo más cruel.

En el transcurso de la tarde comenzaron a aparecer unas patitas de cueca, en más de una oportunidad se invocó el himno de la revuelta -El derecho de vivir en paz- para calentar ese frio 25 de octubre parisino. No está demás decir que la situación que vive Francia con la pandemia hoy día es extremadamente crítica, debido a esto apareció la policía para tratar de controlar esta alegría política que se estaba representando en las urnas. El canto fue instantáneo: el que no salta es paco, el que no salta es paco se comenzó a escuchar en toda la calle Víctor Hugo con una fila interminable de personas. Ninguna pandemia, ni policía nos podía arrebatar esta fiesta política que buscamos por más de 30 años. Con el transcurso de la tarde y el pasar de las horas, desde el interior del colegio se podía ver como los chilenos y chilenas no se querían mover para conocer lo más rápido posible los resultados de las votaciones. De sala en sala se podía divisar Antonio Valdivia, también exiliado y preso político por la dictadura militar, dirigente comunista que al escuchar el conteo de votos -apruebo, apruebo, apruebo- se podía ver en sus ojos la alegría y el nerviosismo de un evidente triunfo que buscó él y muchos más por años. Quienes conocen la historia política de Chile saben que los comunistas tiene una trayectoria amarga con la institucionalidad chilena. Para Antonio, hoy lo más importante es “lograr en la constituyente la representación de un interés general, y eso se lograra con la más grande unidad.” Palabras que hacen bastante sentido si recordamos que Pablo Longueira, en el consejo ampliado de la UDI, dice que solo necesitan un tercio de los votos para vetar lo que ellos no consideren de interés para su sector.

Las mesas de votación se cerraron todas de manera coordinada a las cinco de la tarde aproximadamente. A las afueras del colegio se escuchaban gritos de celebración donde cada resultado de las 7 mesas constituidas se celebraban como un gol. Ignacia Rocuant viajó desde Rennes, ciudad ubicada en la hermosa región Bretaña: “Voto convencida por primera vez y sé que esto sí importa. Siento por primera vez que mi voz sí tiene un espacio.” Mientras nos entrega su testimonio, una señora la escucha y asienta con la cabeza, sus palabras se repiten en varias conversaciones antes de llegar a ella. Afuera del Liceo Español hay una cantidad considerable de chilenos. Se comparte un vaso de vino y cigarrillos, se siguen las noticias de Chile y del resto del mundo, solo hay alegrías y risas al ver que se acercaba un triunfo rotundo. Muchos de los presentes decían estar profundamente decepcionados de la institucionalidad. Este plebiscito debía expresar la contención que se buscó por muchos años. Véronique Valenzuela, chilena nacida en Francia, hija de padres exiliados, nos dice que no le interesa la lluvia y el frío: “Estamos acá todos por el apruebo, todos votamos y queremos que las cosas sean mejor.” El tiempo pasa y la ansiedad de todos aumenta. Aparece el primer resultado en la mesa seis alrededor de las seis y treinta de la tarde. 168 por el apruebo y 7 por el rechazo. Entre risas, alguien dice que los votos del rechazo fueron muchos y hay que preocuparse.

Octubre no es un mes cualquiera para la democracia chilena. El congreso pleno ratifica el gobierno de la Unidad Popular y Salvador Allende como presidente el 24 de octubre de 1970, se decreta la comisión Ortúzar mediante el decreto supremo Nº1.064 el 26 de octubre de 1973 quienes escribieron la constitución al amparo de la violación de los Derechos Humanos, el 5 de octubre de 1988 el país le dijo que NO a la dictadura de Pinochet la cual pretendía extenderse 10 años más, el 18 de octubre del 2019 fue la fecha que Chile despertó, 25 de octubre del mismo año los chilenos y chilenas salieron a la calle y se expresaron como nunca antes se había visto en la democracia neoliberal, el 25 de octubre pero del año siguiente enterramos en lo más profundo la constitución del dictador.

La batalla la ganamos todos y todas, más allá de las urnas. Aquellos que fueron mutilados por agentes del Estado, asesinados, y sufrieron violaciones de derechos humanos, hoy deben tener justicia para seguir avanzando. La historia es nuestra y la hacen los pueblos. Octubre en la memoria.

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