Doctorado en Comunicación Universidad de la Frontera y Universidad Austral de Chile.
Los “contratos mediáticos” en Chile suscritos en tiempos de “transición pactada” (1990) responden a un modelo concentracionario donde la economía mediática agrava la desigualdad material y simbólica. La ficción del “gobierno comunicacional”, y la tesis de la libre expresión, iusnaturalista o subsidiaria, fue reforzada en tiempos de post-dictadura por la vía del espectáculo y la abundancia de matinales (1990-2019), cuestión que nos obliga a reflexionar sobre la “ética de la comunicación”, los discursos de la desigualdad cognitiva, como así mismo, a interpelar una “mediática satírica”, fuertemente oligarquizada, que solo “publicita” los antagonismos desde una perspectiva “turística” (Tironi, 1991). Los medios de comunicación se han convertido en el nuevo “foro público” y se han erigido en una poderosa “herramienta de poder” capaz de brindar grandes influencias financieras perpetrando la soberanía de los mercados. La globalización de la información, la vigilancia del poder público, el control de la vida cotidiana, la domesticación del sentido común, el desplazamiento de lo social por lo estadístico, y el aislamiento político-cultural han minado el campo democrático. De un lado, existe la concentración horizontal o monomedial, en la cual una empresa o grupo de empresas, poseen medios de comunicación de la misma naturaleza, o, dicho de otra forma, posee una misma variedad de productos finales dentro de la misma rama, esto es, varios canales de televisión y, de otro, nos encontramos con la concentración vertical, que supone que una empresa o grupo de empresas controlan las distintas fases de producción con el fin de no depender de suministradores o con el propósito de aumentar su rentabilidad.
Por fin, abunda la concentración multimedial, que implica que una empresa o grupo de empresas posee varios medios de comunicación de diversos soporte y alcances, como prensa y televisión. Algunos autores también adicionan un cuarto tipo de concentración, a saber, la multisectorial como aquella donde las empresas que participan en otros sectores económicos obtienen medios de comunicación para defender sus intereses.
A la sazón, los medios inciden en las decisiones políticas y el acceso que provee a espacios de generación de conocimiento y difusión de ideas que condicionan radicalmente la “toma de decisiones”. Los medios hegemónicos y los centros de pensamiento -instituciones del lobby profesional- cumplen, con tres funciones sustanciales, a) son actores relevantes en la generación de contenidos que pueden impulsar o establecer la agenda de la discusión pública, determinando de qué se habla en política; ii) proveen al público y a los agencias de decisión la información a partir de la cual se elaboran estas discusiones, y, por último iii) activan espacios de validación o crítica a los argumentos que esgrimen los actores políticos. En este sentido producen la ficción de ser árbitros de la conversación pública (funciones del mainstream).
Un estudio del año 2015 del Consejo Nacional de Televisión demuestra que, más allá de los alevosos indicadores que se utilicen, la concentración de medios en Chile es extraordinariamente alta -quizá una de las más alevosas de la región-. En métricas de lectoría-audiencia tres grupos concentraban en 2014 (2015) el 96% de la lectoría y el 94% del mercado de la inversión publicitaria. En el mercado de revistas impresas, cuatro grandes grupos concentraban el 78% de la industria. A su vez en el mercado radial, cinco grupos absorben el 85% de la audiencia y cuatro de ellos acaparaban el 78% del avisaje (2014-2016). En televisión abierta, cuatro canales concentraban en 2014 el 91% de la audiencia y el 88% de la inversión publicitaria. Si bien, ello es parte de una realidad regional, existe una alta concentración medial en nuestros territorios. La concentración creciente en distintos sectores de la economía, implica un impacto que trasciende al campo de políticas públicas por el impacto negativo en las democracias. Y ello pone en riesgo la independencia editorial, la diversidad o el pluralismo informativo; la manipulación de los frames o encuadramientos noticiosos. En suma, la libertad de expresión y el fortalecimiento de la democracia siguen en riesgo en la medida que el progresismo transformador -caso chileno- se niega a generar medios alternativos, o bien, a establecer una política de estado hacia los medios independientes. En Chile, las más de 700 señales de radio incluidas en este reporte (2014-2015), sobre 200 frecuencias televisivas, cerca de 70 diarios y un centenar de revistas, así como otros tantos medios digitales, permiten observar con mayor claridad dónde y cómo se establecen los distintos grados de concentración mediática. Nuevamente son los grupos hegemónicos en cada uno de los subsectores los que consagran su predominio, no solo en el campo de las audiencias, sino de inversión publicitaria y, más complejo aún, en la conformación de la bullada “agendas setting”. El mercado radial representa un ejemplo claro de descalce entre audiencias e inversión publicitaria, tomando el caso de Radio Bío-Bío del Grupo Familia Mosciatti (2015-2016). La radio ocupaba el primer lugar de sintonía 2015/2016 y no aparece en el sistema de validación de inversión publicitaria (nominal) de Megatime, que corresponde al 2014, cuando esta emisora se ubicada en el segundo lugar.
Pese a la radical concentración comunicacional, el campo de la comunicación se plantea como un dominio de estudios, trabajo y acción que debe cuestionar el colonialismo mediático y sus pactos de lenguaje. Un espacio de múltiples usos e interpretaciones, una “transdisciplina” en permanente transformación que se dinamiza de cara al futuro. Las nuevas tecnologías y “modos” de “producción de sentido”, seguramente se verán enfrentados a múltiples problemáticas donde las luchas democráticas deberán, no sólo comprender los espacios en “disputa por la palabra”, sino implementar una “política de medios” que emplace las formas visuales, estéticas y culturales del actual modelo oligopólico.
Por fin, pese al feroz oligopolio mediático que impera en el Reyno de Chile (85% en lectoría digital) y a la obsecuencia del gremio de periodistas -vidas vitacuranas y continuidad dominical- antes sus amos financieros, hay que consignar que el relato de los monopolios contra “el apruebo” en la nueva Constitución (“plebiscito de salida”, 2022) en su afán pro “rechazo”, aún no ha logrado superar el 48% de preferencias. Lejos de una “romantización de lo popular”, ello es un vitalismo transformador de la disputa hegemónica que se debe a los pueblos del “vértigo octubristra” (2019). El próximo martes 28 de junio, 12.00 hrs, el alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, hará una exposición presencial en la Universidad de la Frontera, referida al rol de los medios de comunicación en el contexto de las relaciones entre neoliberalismo y democracia.
Neoliberalismo y democracia; el rol de los medios de comunicación / Daniel Jadue - YouTube
Doctorado en Comunicación UACh-UFRO
Observatorio en Comunicación, Crítica y Sociedad (OBCS)
Universidad de la Frontera.