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Pandemia: El salvavidas del modelo neoliberal chileno. Por Nicol A. Barria-Asenjo.

Es necesario que se desarrolle esa “Nueva Internacional”, ese compromiso (que no necesariamente es recíproco, en la simetría de los derechos y los deberes) entre los hombres, hasta diría, inseparablemente, entre los vivientes (¡Con los “animales”!), y luego, inseparablemente, entre los vivos y los muertos, e incluso entre los vivos y los que están por nacer (Jacques Derrida)

Con la llegada del Covid-19 a tierras chilenas, la unificación del Estado a las filas del modelo neoliberal fue inevitable, en pleno mayo del 2020 una mirada en retrospectiva permite dilucidar que, los hechos o decisiones del gobierno no han hecho más que derribar por completo esa aparente liberación de las ataduras pertenecientes al modelo capitalista-neoliberal.

Previo a la pandemia, el escenario social, cultural, económico y político daba cuenta de un aparente jaque, situación que hoy se desvanece cada vez más con el correr del tiempo, nuestro presente como injerencia de un pasado que hoy puede ser traducido, transmitido, articulado y analizado -todo esto, no sin presencia de nostalgia y dolor del resultado que nos acompaña-. En este sentido, la perspectiva que nos brinda el paso del tiempo en alianza con la pandemia confirma que la aparente ilusión de una caída del modelo neoliberal chileno, como resultado de los estallidos sociales, hoy solo es parte de esa confusión característica que se genera antes de volver a dormir.

¡Chile despertó! Se escuchaba en las calles, se leía en los muros, se leía en los cuerpos de los manifestantes: “captar en lo escrito, el síntoma de lo que se ha callado” frase de Nietzsche que en ese entonces tomaba vigencia por lograr integrar la esencia del profundo mensaje que corría de extremo a extremos del país. Retornar por un instante al panorama previo a la llegada de la pandemia, es retomar el trabajo del duelo que deja todo lo vivido y que hoy se fragmenta, disuelve o evapora de la mano de las nuevas formas de violencia que emergen con la llegada de un virus. Chile, azotado por el virus de la ideología, de la desigualdad, de la represión.

18 de octubre del 2019, la represión violenta ejercida por parte del estado chileno, ese día, y luego de décadas de silencio se liberaba brutalmente, para el gobierno esta reacción desencadenada por la noticia de un alza de $30 en el marco del trasporte, parecía inaudita, incomprensible y desmedida. Pero, “no eran 30 pesos, eran 30 años”, lo curioso es que todas estás demandas sociales, eran ignoradas en su totalidad, oídos sordos frente al evidente dolor que emanaba de los cuerpos de manifestantes que sin dudarlo exponían sus vidas, a fin de cuentas, desde hace años una parte de Chile permanecía muerta en vida y funcionando como mero objeto de producción a merced del mercado y la economía del país ¿Cuándo te lo arrebatan todo, que miedo a perder puede existir?.

Huellas, rastros, retorno de recuerdos reprimidos, miedo colectivo, angustia nacional, violencia, destrucción, caos, desesperanza, dolor, duelo, son solo algunos de los conceptos que atraviesan los estallidos sociales, pero sin duda, “Dignidad” es lo que trascendía y también el objetivo.

Este “Despertar” se le denominó rápidamente: “24 horas más brutales de violencia que vivía el país”, definición casi automática, reacción inmediata, violencia extremadamente fácil de identificar por parte del gobierno, reacciones desmedidas que ocultaban la contracara, eso más de 30 años de violencia subjetiva, objetiva y sistemática en todo el proceso “postdictadura” al que el grupo violentado reaccionaba. Como respuesta ante las demandas sociales, se obtuvo nada menos que una lucha cívico-militar, aun así, pese al dolor del proceso, las pérdidas de esta lucha, los ojos arrebatados, las calles seguían llenas.

En este contexto, el mundo globalizado, no tardó en trasladar el virus del Covid-19 a la región latinoamericana, y junto con ello, el ingreso de la pandemia a tierras chilenas. Este virus, fue capaz de unirse al virus imperante en el Estado, conocido como el virus ideológico. El capitalismo, logró transformarse, mutar, y adaptarse el escenario que la pandemia le brindaba, un escenario óptimo para persistir.

Para Derrida (2000) “El perdón debe presentarse como lo imposible mismo. No puede ser posible más que si él es imposible” Pero, en el caso chileno: ¿Cómo pensar o generar un esbozo en miras del “perdón” cuando en Chile mediante compensaciones simbólicas y monetarias se ha acallado a las víctimas de todos los grandes crímenes vividos en el país? Si solo la víctima es quien puede perdonar ¿Cómo soltar las amarras transgeneracionales de aquellas victimas que no tuvieron opción de alzar la voz, gritar, defenderse o decidir perdonar? Verdad histórica, y perdón son un oxímoron -al menos en Chile-, podríamos reconstruir una verdad capaz de integrar diferentes elementos e hitos históricos, pero la verdad de las víctimas de dictadura, de la violencia de la represión en el marco de los estallidos sociales, o actualmente, la verdad que hay tras las víctimas de la violencia que hay como contracara de la pandemia están articuladas en caminos separados.

El título de este escrito: “Pandemia: Salvavidas del modelo neoliberal chileno” puede actuar como un homenaje que de seguro Spencer como padre de los ultraliberales disfrutaría. Lo cierto, es que Chile camina en esta dirección, el laboratorio del modelo neoliberal persiste como ejemplo. Hoy, ese despertar, se transforma en un retorno a un adormecimiento obligado, que en el mejor de los casos podría significar ser solo un receso. Solo hipótesis con un tinte de esperanza, por la esperanza que hay de retornar al valor de la vida por sobre el valor del capital.

En medio de esta nueva crisis que nos azota, el recuerdo vacío de esos tiempos llenos de revolución se vive con total nostalgia, hoy quienes estábamos en las calles, estamos encerrados, aislados -siendo parte del grupo de privilegiados- otros, aquellos compañeros que caminaban a nuestro lado deben estar exponiendo sus vidas al contagio del virus sin opción de autocuidado. Finalmente, Chile si despertó, despertó para tomar consciencia de que mientras un grupo no tiene más opción que contagiarse el otro permanece indiferente buscando opciones de que la producción persista.

A modo de conclusión, como método de extender una invitación al lector a la reflexión y, a su vez para dar respuesta a quienes cuestionan un ¿Por qué? ¿Por qué el modelo logra sobrevivir, pese a las barreras que puedan presentarse? ¿Por qué el modelo hoy se sirve de una pandemia para continuar con el caos, violencia y exclusión? Comparto un fragmento del libro “El sublime objeto de la ideología” del filósofo esloveno Slavoj Žižek, quien respecto de estos modelos menciona:
“El estado “normal” del capitalismo es la devolución permanente de sus propias condiciones de existencia: desde el principio el capitalismo se “pudre”, está marcado por una contradicción mutiladora, por la discordia, por una necesidad inmanente de equilibrio: ésta es exactamente la razón de que cambie y se desarrolle incesantemente -el desarrollo incesante es el único modo que tiene para resolver una y otra vez llegar a acuerdo con su propio y fundamental desequilibrio constitutivo, la “contradicción”. Lejos de ser constrictivo, su límite es, así pues, el ímpetu mismo de su desarrollo. En ello reside la paradoja propia del capitalismo, su último recurso: el capitalismo es capaz de transformar su límite, su impotencia misma, en el origen de su poder -cuanto más se “pudre”, más se agrava su contradicción inmanente, más ha de revolucionarse para sobrevivir”.

Nicol A. Barria-Asenjo.
Revista Cuadernos de Neuropsicología-Panamerican Journal of Neuropsychology. Asociación Chilena de Revistas Científicas de Psicología.
Correo de contacto: nicolbarria05@gmail.com

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