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Para proteger la biodiversidad, debemos entender la modificación de la radiación solar. Por Nicolás Esguerra y Marcos Regis da Silva

Los líderes mundiales se reunirán próximamente en la 16.ª Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP 16 del CDB) en Cali, Colombia. Será la primera COP tras la adopción histórica del Marco Mundial para la Diversidad Biológica Kunming-Montreal (MMB) hace dos años, cuando el mundo se comprometió a lograr “la transformación de la relación de nuestras sociedades con la diversidad biológica para 2030” y a “vivir en armonía con la naturaleza” para 2050. Ahora, el contexto es propicio para continuar las conversaciones globales y la coordinación internacional que promueven los objetivos de biodiversidad y climáticos.

Colombia, que alberga casi el diez por ciento de la biodiversidad del planeta y aproximadamente el diez por ciento de la selva amazónica, es uno de los países con mayor biodiversidad del mundo. Esta riqueza no solo sustenta la vida en la Tierra al proporcionar recursos esenciales como el aire limpio, el agua y los alimentos, sino que también desempeña un papel crucial en la regulación y la resiliencia climática. Por ejemplo, se estima que la selva tropical amazónica contiene aproximadamente 123 mil millones de toneladas de CO2 y se considera una de las reservas terrestres de este compuesto más importantes del mundo. Además de proporcionar sistemas que sustentan la vida, la biodiversidad también es un factor significativo en el crecimiento económico mundial. De hecho, más de la mitad del PIB mundial depende de los ecosistemas y la biodiversidad.

Sin embargo, a medida que la temperatura mundial aumenta y nuestro planeta se acerca a puntos críticos e irreversibles, como el blanqueamiento generalizado de los corales y el colapso de los casquetes de hielo polares, los ecosistemas como los de Colombia están bajo una amenaza cada vez mayor. Esto conduce a una pérdida extrema de biodiversidad y pone en peligro los medios de subsistencia de millones de personas, especialmente de los pueblos indígenas cuyo sustento depende de ecosistemas saludables. Según ciertos investigadores, la Amazonia podría estar cerca de alcanzar, si no es que ya ha alcanzado, su punto crítico. Factores como la deforestación, junto con el cambio climático, están modificando los patrones de lluvia y temperatura y afectando negativamente la capacidad de la Amazonia para almacenar dióxido de carbono.

El desafío que el mundo ahora enfrenta es abordar estos veloces cambios en los ecosistemas y los posibles puntos críticos con el fin de evitar riesgos climáticos a corto plazo. Aunque no existe una solución inmediata, se necesita más investigación sobre nuevos enfoques para adaptarse rápidamente a un clima más cálido. Con cada vez más frecuencia, científicos, encargados de formular políticas públicas y tratados como el Convenio sobre la Diversidad Biológica han pedido una mayor exploración sobre el papel que podría desempeñar la intervención climática –un enfoque que imita los procesos que ya ocurren en la naturaleza–para reducir el calentamiento atmosférico.

Un enfoque de intervención climática, llamado modificación de la radiación solar (SRM por sus siglas en inglés), crearía un efecto de enfriamiento climático de manera rápida. Esto podría ser un complemento temporal a los esfuerzos urgentes para reducir las emisiones humanas de gases de efecto invernadero que causan el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Para lograrlo, se podría, por ejemplo, dispersar partículas en la estratosfera para reflejar la luz solar directamente (inyección de aerosol estratosférico) como ocurre durante las erupciones volcánicas o distribuir partículas de sal de mar en las nubes marinas para hacerlas más brillantes (llamado formalmente iluminación de las nubes marinas) como lo hacen las partículas de contaminación hoy en día. Estas técnicas tienen el potencial de proteger a las personas y preservar la biodiversidad de los peligrosos efectos a corto plazo del cambio climático.

No obstante, el conocimiento actual de la intervención climática incluye incertidumbres y requiere un análisis profundo tanto de sus beneficios como de sus riesgos. Por lo tanto, para determinar si la modificación de la radiación solar puede utilizarse y, de ser así, de qué manera, con el fin de proteger la biodiversidad y el bienestar de la población, se necesita más investigación. Lo anterior incluye estudios al aire libre a pequeña escala y políticas públicas claras basadas en ciencia para informar y guiar de manera equitativa la intervención climática.

Las decisiones adoptadas anteriormente por los gobiernos del mundo en el marco del CDB coinciden con esta necesidad. La Decisión XIII/14 del CDB, por ejemplo, establece que “se requieren más investigaciones transdisciplinarias y un mayor intercambio de información entre las instituciones apropiadas para comprender mejor los efectos de la geoingeniería relacionada con el clima en la diversidad biológica” y otras áreas. La misma decisión también señala la importancia de “las ciencias para la vida y los conocimientos, la experiencia y las perspectivas de los pueblos indígenas y las comunidades locales al abordar la geoingeniería relacionada con el clima y la protección de la diversidad biológica”. Lejos de recomendar la prohibición de la investigación sobre la intervención climática, las decisiones del CDB reconocen la necesidad de que haya más ciencia para comprender las cuestiones ambientales, socioeconómicas, culturales y éticas de la intervención climática y para informar posibles opciones regulatorias para proteger la biodiversidad.

Los estudios al aire libre a pequeña escala desempeñarán un papel importante en este proceso. La investigación al aire libre, a escalas muy por debajo de las que serían capaces de afectar a la biodiversidad o el clima, no tiene paralelo en su capacidad para mejorar la comprensión científica de los procesos físicos detrás de las intervenciones climáticas. A medida que el cambio climático se agrave, este conocimiento será absolutamente esencial para informar nuestras decisiones sobre la intervención climática y su potencial papel en la conservación de la biodiversidad y en la creación de ecosistemas más resilientes.

En la actualidad, los ecosistemas se encuentran sometidos a una enorme presión y su resiliencia se está poniendo a prueba frente a la pérdida de biodiversidad a gran escala. En este contexto, la cooperación para la investigación científica y la recopilación de información pueden desempeñar un papel fundamental en la conservación de la biodiversidad y en la protección del bienestar humano y los medios de subsistencia de quienes corren más riesgo.

Nicolás Esguerra es Director de Estrategia Internacional de SilverLining

Marcos Regis da Silva es el ex Director Ejecutivo del Instituto Interamericano para la Investigación del Cambio Global.

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