“Se trata así de reactivar nuevas utopías contextuales
basadas en la propuesta de identidades
que dialogan, aprendan y se transformen”.
(Ricardo Salas Astraín)
La filosofía, salvo algunas corrientes de moda, dan la impresión de qué poco pueden decirles a las sociedades. Los departamentos de filosofía en la estructura de las universidades neoliberales extendidas por nuestra América Latina son bastante reducidos y su impacto cultural es pobre. Poco le debemos a los filósofos, las consecuencias están a la vista si tenemos en cuenta el vacío existencial ético que contribuye al tipo de organización de las estructuras políticas que ordenan nuestras sociedades sin ningún tipo de orientación a favor de la dignidad de los pueblos.
El ejercicio filosófico que supone la realización de un pensamiento crítico se nos presenta como una impostura alejado de apelaciones a una razón responsable con la vida individual y colectiva. Lejos están los filósofos de esos actos de resistencia que se constituyen en una legítima vocación intelectual. En el caso de la filosofía chilena en otras épocas existieron filósofos más genuinos que desarrollaron líneas de pensamiento alternativo buscando responder a la función social y política del intelectual. En los años de la violenta dictadura, varios filósofos asumieron una voz de reclamo por la justicia y por la recuperación de los derechos ciudadanos, figuras como Jorge Millas, Julieta Kirkwood, Humberto Giannini, Carlos Ruíz y Ricardo Salas, fueron madurando una reflexión que puso como centro categorial la importancia de la democracia comprometida con el imperativo ético de la igualdad y la solidaridad.
Ricardo Salas acaba de ser homenajeado en un intenso congreso académico en la Universidad Austral de Valdivia con una excelente organización y convocatoria realizada por Cristóbal Balbontín y David Gomes en el marco de la III Cátedra Libre Relatesc a la que asistieron como expositores filósofos y cientistas sociales de distintas universidades chilenas y latinoamericanas en entre éstos Cristina Borges, Giseli Do Prado Siqueira, Paulo Agosthino, Jovino Pizzi, Juan Pablo Bermúdez, Patricia Weiduschadt, Dineia Tavares do Couto, Santiago Prono; y académicos chilenos como Lorena Zuchel, Noelia Carrasco, Solange Cárcamo, Cristián Valdés, Mauricio Mancilla, Jaime Retamal, Rodrigo Pulgar, Fabien Le Bonniec, Juan Navarrete, Juan Jorge Faundes, Fernando Fuica, Claudio Maldonado, Mario Samaniego y Pietro Cea. Los trabajos presentados fueron distintas miradas a la propuesta de Ricardo Salas en torno a un pensar la democracia desde la interculturalidad/decolonial. Versión auténtica de la filosofía intercultural latinoamericana propuesta por este filósofo chileno con destacada trayectoria intelectual con un compromiso marcado con el Wallmapu.
La jornada de reflexión fue un sincero reconocimiento intelectual a la obra de Ricardo Salas uno de nuestros pensadores actuales que ha sabido cuestionar la disciplina filosófica, las instituciones que la sostienen, sin quedarse en el encierro de la “torre de marfil”, procurando siempre una especial atención, fundamentalmente desde la ética, extendiendo los márgenes de su labor de pensador al espacio público desde su profunda convicción política, siempre fortaleciendo la concepción de la democracia. Intensos debates teóricos en un honesto diálogo bordeando ese notable río que hace a Valdivia una de nuestras más lindas ciudades, con ese impulso intelectual capaz de fraternizar distintas miradas críticas que buscan apelar a la concientización de que es necesario y urgente pensar lo político como esa noble tarea que intenta una vía de consenso que posibilite una visión de mundo democrático superador de las asimetrías como resistencias al capitalismo salvaje y los neocolonialismos que impulsan las derechas y los movimientos conservadores abanderados con la nefasta universalización de la ideología occidentalista patriarcalizada.
Alex Ibarra Peña.
Dr. En Estudios Americanos.
@apatrimoniovivo_alexibarra