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¿Pistas para entender y proyectar acción? El territorio en el centro. Por José Orellana Yáñez

Este 4 de septiembre fue la encrucijada donde la geografía de la multitud fue, quizás, contenida, dados los resultados entre el rechazo y el apruebo en este plebiscito de salida. El cronograma constitucional logrado a partir del acuerdo del 15 de noviembre del 2019, ajustado por la pandemia del Covid–19 y otros derivados políticos, reinstaló el voto obligatorio, movilizando sensibilidades que, finalmente, no valoraron mayoritariamente el trabajo de la Convención Constitucional, la máxima síntesis entre la Geografía de la Multitud y las posibilidades de canalización institucional de la misma, en ese momento.

¿Por qué ocurrió esto? En parte, el voto obligatorio activó a las personas mayores, las que tuvieron una mirada crítica del texto constitucional, a pesar de las cosas buenas que tenía la propuesta para este segmento de la población. La/os jóvenes, tuvieron un desempeño también poco favorable para el texto constitucional y, pareciera, además, que reprobaron el proceso de deliberación de la convención cuando se inició, siendo, el acto de comunicar/difundir vía medios de comunicación masivos, una de las explicaciones, ¡sólo una!, aunque muy importante, ya que sirvió de insumo para la posterior campaña electoral de los comandos del Rechazo (negarse a cantar la canción nacional, adjurar de los emblemas patrios, descubrir el doble estándar en uno de los constitucionales, exacerbado en esta oportunidad por la coyuntura constitucional deliberativa, otras varias explicaciones). Hubo asertividad en la emocionalidad gestionada por el Rechazo, a partir de una serie de acciones que supo visibilizar y articular en el desempeño de la/os convencionales, durante el ejercicio de su tarea, más su despliegue ‘personal - electoral’ en momentos de propaganda y promoción del texto constitucional en terreno como en los medios (por supuesto que sólo de algunos). La comunicación política del día con día, el mes con mes durante este “año constitucional”, recogió cada una de las diatribas que algunas/os pronunciaron durante el proceso, no así de otras/os que provenían desde sectores conservadores. Que se indique que este aspecto no influye de forma importante en la creación de percepciones, realidades, interpretaciones diversas, entre otras y que tienen como efecto una preferencia y, no la otra, es un argumento que hay que respetar. Además, hay que conceder, que ello, fue un asedio constante sobre el trabajo deliberativo de la Convención.

Hubo, desde lo político, una coincidencia (no articulación, según se indica) transversal entre diversas fuerzas de las derechas y parte de la centroizquierda, más la emergencia de un partido como el de La Gente que contribuyó a instalar una sensación de hastío a la Convención Constitucional, al texto mismo y al futuro que podía contener esa matriz discursiva. En este marco, la estrategia de invisibilización de los dirigentes político-partidistas del sector fue un acierto, por lo menos los de las derechas, ya que los de la ‘centro – izquierda’ capitalizaron en profundidad tal aspecto, desde su trabajo discursivo, acompañado del liderazgo legislativo en el Congreso vía Ximena Rincón y Matías Walker más otros (hoy, a la luz de los resultados, fue un acierto la reforma constitucional de bajar los quorum a 4/7 para las reformas constitucionales) y un denostado Cristián Warnken que, cómo expresión iconográfica de Amarillos por Chile, llegó a otras sensibilidades para movilizar ‘otras’ expectativas, que no necesariamente debían entenderse como de derechas, sin perjuicio de las opiniones existentes respecto de sus desempeños. Ambas expresiones centroizquierdistas del rechazo con relato y legitimidad entendida por su trayectoria y rutas compartidas con las otras expresiones de izquierda y centro izquierda que respaldaron el Apruebo, lograron el resultado que se conoció. El liderazgo del ex presidente Ricardo Lagos, en su desempeño de alto vuelo, hasta el final, permitió una señal de consolidación de esa transversalidad, sin indicar si aprobaría, rechazaría, o bien, votaría en blanco.

Habría que agregar cómo los medios de comunicación masivos, vía mecanismos de comunicación política y la consecuente construcción de opinión pública, traspasaron/tradujeron las dificultades provenientes desde los territorios en miedos, temores, expectativas no cumplidas o exacerbadas respecto de lo que podría implicar una aprobación del texto constitucional. Las combinaciones de migración y violencia-delincuencia en la macro-zona norte y la Región Metropolitana; la combinación de lo mapuche y la violencia; la incertidumbre de no tener la casa propia, tan bien trabajada por los medios de comunicación diversos; la plurinacionalidad devenida en fragmentación, fractura y división v/s la unidad de la Patria, como también ocurrió con la idea de Estado regional y autonomías diversas v/s la unidad del país, fueron adecuadamente trabajadas en la expectativa de un país que precisa(ba) de certidumbre.

La concurrencia a los cierres de campaña por la opción Apruebo, llevó a equívocos por su masividad (difícil que no se dieran y dejasen de generar esa percepción de triunfo), la que se combinó con el mal uso de algunos símbolos patrios que fueron detonadores de miradas críticas y reforzamiento de los Rechazos. En esta línea, cabe indicar que lo de los símbolos es una dimensión que no debe circunscribirse al último tiempo de la campaña, ya que desde que se instaló la geografía de la multitud en cada plaza, pasaje o encuentro nacional, muchos fueron denostados o vandalizados desde octubre del 2019 (monumentos, estatuas y otros), implicando un ‘re-bote’ en la percepción de la ciudadanía, escamoteando la agenda social y de transformación sociopolítica y socioeconómica detonada en ese instante, no escapándose de ello la apertura de la misma Convención Constitucional, aspectos todos, articulados en la campaña del Rechazo, siendo su franja electoral por TV, aunque con pocas luces, una síntesis de esta articulación (recuérdese el himno patrio, interpretado por una joven en piano antecedida de imágenes que permitían la vejación de los mismos). Los llamados a la defensa de los éxitos eventuales del Apruebo en las calles, tampoco contribuyeron a la ‘sensación ambiente’ que terminó evidenciándose en la votación del día 4. Es un lenguaje simbólico que se encuentra a contrapelo de la institucionalidad democrática como garante de los triunfos y derrotas electorales.

El proceso de franja electoral tampoco ayudó a instalar un mensaje articulado en el Apruebo, como, por ejemplo, establecer ejes articuladores claros, sin perjuicio de las singularidades de los que estaban por el apruebo. Así, el Rechazo, capitalizó de una mejor manera, aunque en la diferencia política que encarnaba, un mensaje claro, donde las emulaciones de la franja del NO, tan criticada por todos los que vivenciamos ese momento sintetizado a fines de los 80’, también se proyectó en una sensibilidad, en un intangible de emocionalidad que caló en aquellas/os, que se levantaron a votar obligadamente, donde personas mayores, mujeres y jóvenes que no habían votado, lo hicieron unos por primera vez y otras/os re-tomaron la conducta. En términos normativos, se podría hipotetizar que el traspaso de los estándares morales y éticos encarnados por una generación joven y otra despolitizada en clave de política tradicional (mundo independiente, no todos, por supuesto), cristalizada en el gobierno, movimiento social, geografía de la multitud y Convención Constitucional, tampoco ayudó mucho, sin perjuicio de no tener que cargar las responsabilidades políticas por las brechas socioeconómicas e indignidades humanas constatadas y aún vigentes. Igual cosa, pareciera, ocurrió con algunos convencionales, después de terminar su trabajo. La delicadeza de la norma moral de cada una/o, como de colectivos, proyectadas a otras/os, permite, sino es siempre, una mayoría de veces, el re-bote y, negativamente a quien lo emite, traducido en desafección y distancias sobre ellas/os mismas/os.

También, hay que agregar cómo el desempeño de las fake new calaron en la conciencia de las mayorías, vía acompañamiento sistemático de noticias por ‘medios de comunicación masivos’ clásicos, como también en redes sociales. La distancia del 62% logrado por el Rechazo v/s el 38% logrado por el Apruebo, dificulta colocar en valor este aspecto para explicarse el resultado, pero lo que si es cierto, es que la comunicación política, vía marketing y otros recursos publicitarios es capaz de traspasar el temor y la incertidumbre a las personas, teniendo a la vista, las combinaciones arriba indicadas, complementadas por las dificultades económicas inflacionarias, que permitieron una proyección ‘Vía Nueva Constitución lograda por la Convención’, de esos miedos y emociones exacerbados. Indicar, sistemáticamente, que se quitarían las casas presentes y futuras, impacta hondo en familias que han estado toda una vida gestionando el techo propio (y varias más), sumándosele, la imposibilidad de la heredabilidad de los fondos de pensiones y otros y, así, un largo etc.

En fin, son varias ‘las otras posibilidades’ argumentativas y políticas para explicarse este resultado (que hay que seguir develando), que a todas luces deja como enseñanza, la necesidad de restituir el voto obligatorio en cada una de las elecciones futuras. Otra enseñanza es que este resultado es parte de un proceso constitucional más amplio, el que se detonó con la activación de lo que hemos venido denominando la geografía de la multitud desde los años 2010 en adelante, que tuvo una canalización que ofreció el segundo gobierno de Michelle Bachelet vía reformas políticas, logrando, además, un proyecto de nueva constitución, con un significativo proceso participativo que se guardó en la gaveta del segundo gobierno de Sebastián Piñera y que permitió la emergencia de una más intensa geografía de la multitud, en octubre del 2019, re-canalizada por el acuerdo del 15 de noviembre, que hizo posible este otro momento constituyente que culminó este 4 de septiembre, con el resultado conocido y que obliga a la re-canalización para abordar un tercer momento constitucional que, a su vez, obligará a un nuevo acuerdo con el aval del resultado de este plebiscito.

Y es aquí, la otra enseñanza, para todo el espectro político y social del país: ¿cómo se leen, asertivamente los territorios?, no soslayándolos, minimizándolos o relativizándolos. Por lo tanto, el peso de la noche, tan simbólicamente utilizado para dar cuenta de la legitimidad del accionar de sectores conservadores sobre una población, tiene que entender, que los resultados no son producto de ello solamente, sino que de una más compleja situación socio-territorial, sociocultural y socioeconómica de la población de Chile que, combinado con una cultura política esculpida en el individualismo neoliberal explicaría parte de la contradicción entre un triunfo del Rechazo en una comuna como Petorca, o bien, como, el Estado Regional y sus autonomías no calaron en la profundidad requerida, sin perjuicio de que ya los alcaldes y gobernadores regionales, contradictoriamente, estén demandando un espacio para representar los mayores grados de descentralización que exige el país. En fin, hay harto trabajo, porque la victoria del Rechazo, no es igual a que se hayan extinguido las demandas por dignidad, es la invitación a seguir problematizando y territorializando la acción.

Doctor en Estudios Americanos Instituto IDEA-USACH, Magister en Ciencia Política de la Universidad de Chile, Geógrafo y Licenciado en Geografía por la PUC de Chile. Académico de la Carrera de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Academia Humanismo Cristiano

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