Hace algunas semanas, desde el Ministerio de Educación se convocó a universidades y centros comunitarios a participar del Plan Nacional de Tutorías para la implementación de un programa de acompañamiento para mediación pedagógica a estudiantes con mayores necesidades de apoyo, especialmente en habilidades de lectura y escritura. Lo anterior, producto del rezago producido como efecto de la pandemia. Concretamente, se señala que cada tutor/a acompañará vía remota, una hora, una vez a la semana, no más allá de 16 sesiones a escolares que requieran apoyo, mediante un dispositivo pedagógico que será gestionado por instituciones participantes y apoyadas por fundaciones en convenio.
El trabajo voluntario ha recibido especial atención en las últimas décadas, siendo definido como alguna actividad no remunerada y no obligatoria con la finalidad de producir bienes o prestar servicios para terceros (OIT) y ha sido promovida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Se estima que mil millones de personas deciden prestar ayuda no remunerada a otros en el mundo (Voluntarios de las Naciones Unidas, 2018). En Chile, según los datos de Encuesta Nacional de Voluntariado y Solidaridad (Trascender, 2021) el 22% declara haber desarrollado alguna actividad de voluntariado durante el último año. Cifra que sufrió una disminución en relación con años anteriores, donde se mantenía cercana al 30%.
El voluntariado como estrategia de apoyo no es inédita en nuestro país. Alianzas público-privadas o de la sociedad civil con organizaciones privadas y el Estado emergen en situaciones de catástrofes, especialmente cuando se requiere satisfacer necesidades en el menor tiempo posible. En este marco el Plan de Reactivación Educativa y específicamente la acción de tutorías pedagógicas, resulta una iniciativa interesante que puede tener potenciales beneficios secundarios: 1) Niños, niñas y adolescentes participantes de este proceso pueden desarrollar un mayor involucramiento con su proceso de aprendizaje en tanto se potencie un espacio de interacción que favorezca el sentido de eficacia y de interés por la temática a través de actividades pertinentes. 2) Voluntarios y voluntarias incrementan su aprendizaje personal a través del desarrollo de la empatía, la resolución de problemas y la creatividad en espacios de colaboración. 3) El trabajo voluntario puede favorecer la integración de la ciudadanía con su comunidad, promoviendo la cohesión social y sentido de pertenencia si es que es acompañado de una gestión territorial.
Es así, como, en este espacio de voluntariado educativo, se abren grandes posibilidades, no obstante, no está exento de riesgos, vinculados, por ejemplo, a la pertinencia o no de las acciones de acompañamiento o la permanencia de tutores y tutorados en el proceso. Es así como la implementación será un factor clave en el éxito o fracaso de esta iniciativa y de otras que puedan ser consideradas en el futuro. En ese sentido, incorporar criterios de pertinencia cultural y formación en habilidades socioemocionales debieran ser estrategias para considerar en la capacitación de tutore/as.
Maribel Calderón S.
Académica Universidad Católica Silva Henríquez (UCSH)