Plurinacionalidad el nuevo pacto de Francisco Huenchumilla, Pehuén Editores S. A. Primera edición, 2017(107 páginas).
El concepto de plurinacionalidad dice relación al reconocimiento constitucional de que el Estado está compuesto por diversas naciones o pueblos, cada uno con sus propias características, lingüísticas, históricas, culturales y territoriales. Esto implica otorgar derechos específicos a las comunidades de los pueblos nación indígenas, en el caso latinoamericano, como el derecho a la libre determinación, la autonomía, la representación política especial, y el reconocimiento de sus sistemas de justicia, lenguas y modos de vida. El Estado al reconoce la existencia de varias comunidades nacionales dentro de su territorio, ya no se piensa ni se actúa como si fuera una nación homogénea, de modo que aparecen los derechos colectivos de los pueblos originarios y otras naciones, como la autonomía, la libre determinación y la autorrepresentación política. Lo anterior implica una estructura estatal descentralizada que accede a las diferentes naciones considerando distintos grados de autonomía en su gestión, con ello no sólo se respeta la diversidad cultural, basada en la aceptación y el respeto de las particularidades y rasgos específicos de cada pueblo nación, ya que al respetar sus culturas, su idioma, sus sistemas de conocimientos y sistemas económicos, el estado deja de ser un modelo monocultural y unitario hacia uno que acepta, entiende y apoya la diversidad y redistribuyendo los derechos, entre ellos los lingüísticos y los territoriales, un ejemplo latinoamericano son Bolivia y Ecuador ya que han integrado elementos de la plurinacionalidad en sus constituciones, reconociendo a sus pueblos indígenas y sus derechos. Chile, puso en el tapete en ambas “nuevas constituciones o procesos constituyentes” las demandas de los pueblos indígenas para una refundación del Estado que reconozca a las diversas naciones y sus derechos, sin embargo, los procesos constitucionales en Chile, particularmente los esfuerzos para una nueva Constitución, han abordado la necesidad de reconocer y garantizar los derechos de los pueblos indígenas, considerando que la Constitución vigente no lo hace. Estos procesos buscan incorporar la plurinacionalidad, la autonomía, la representación política y los sistemas jurídicos propios de las naciones originarias, superando la exclusión histórica y la falta de participación en las decisiones que los afectan. El Convenio 169 de la OIT, que Chile ratificó en 2008, reconociendo derechos territoriales, culturales y de participación a los pueblos indígenas, siendo la consulta previa un pilar de este sistema. En relación con los Procesos Constitucionales y Propuestas Recientes.
La Convención Constitucional de 2021 incorporaba por primera vez en un borrador constitucional los derechos de los pueblos indígenas y el reconocimiento de la plurinacionalidad, buscando un nuevo contrato social basado en el respeto a la diversidad cultural. En la Propuesta de la Constitución de 2022, se incluyó la definición de una sociedad plurinacional, el reconocimiento de al menos 11 pueblos originarios y sus sistemas jurídicos, así como sus derechos territoriales, culturales y de autogobierno. Sin embargo, como recordamos, ambas propuestas fueron rechazadas, aun cuando se propuso la participación política de los pueblos indígenas en el Estado a través de escaños reservados. Por ahora la situación de los pueblos indígenas se rige por la Ley Indígena de 1993 y la Ley "Lafkenche" del 2008, protege elspacio Costero Marino de Pueblos Originarios (ECMPO) que protegen sus tierras y establecen mecanismos de participación, aunque su implementación es lenta, y en esta materia existe una reforma constitucional pendiente que permita superar la exclusión histórica.
El término "nuevo pacto" tiene su origen principal en las religiones abrahámicas (judaísmo y cristianismo), refiriéndose a un acuerdo entre Dios y su pueblo, inaugurado por Cristo para el perdón de los pecados, la escritura de la ley en los corazones y una relación personal e íntima con la deidad, a diferencia del pacto anterior que dependía de la fidelidad humana. No hay un concepto equivalente directo en el pensamiento filosófico oriental, que se centre más en la sabiduría, en el equilibrio y la naturaleza cíclica de la existencia que en pactos divinos con promesas de redención eterna. En las filosofías orientales (como el budismo, el taoísmo y el confucianismo) suelen centrarse en la búsqueda de la iluminación, la armonía con la naturaleza y el camino de la sabiduría a través de la disciplina personal y la comprensión de la impermanencia, que es el principio universal de que todo está en constante cambio y que nada dura para siempre, lo que significa que lo indivisible es temporal, transitorio o efímero. Este concepto se encuentra en la filosofía budista (Anitya), pero se manifiesta en todos los aspectos de la vida, como el cuerpo humano, las emociones, las estaciones, las sociedades y las relaciones.
Aceptar la impermanencia ayuda a soltar los apegos, reducir el sufrimiento y apreciar la vida, valorando los buenos momentos y relativizando los malos, dado que el ser temporal es de corta duración, de allí que sea necesario, desde el budismo, acercarse a la transitoriedad o no-permanencia. Lo que permitiría valorar más las cosas y las personas mientras están presentes. concibiendo a la vida como principio de fluidez que fomenta la adaptación a los cambios, en lugar de mantener lo estático, ya sean ideas, pensamientos u emociones. En la cultura occidental “El Nuevo Pacto” es entendido como un acuerdo divino, centrado en Cristo, que ofrece el perdón de los pecados, en una relación personal con Dios y la escritura de la ley en los corazones, reemplazando al Antiguo Pacto y manifestando la gracia de Dios. Se inaugura con la sangre de Jesús, que actúa como un sacrificio definitivo por los pecados, haciendo que la obediencia se base en el amor y no en el castigo. De allí la noción positiva de “Nuevo Pacto”, lo cual tiene sentido ante la sangre derramada, en especial la de los pueblos originarios, lo cual refleja la incapacidad para cumplir con los tratados, evitar los despojos y cumplir la ley-aunque engañosa- porque fue concebida por quienes son los dueños del poder.
En el texto, según Fernando Pairican, la quema de camiones en la zona de Lumaco, hace 28 años (1997) modificó; “… para siempre el contexto histórico y las relaciones de poder entre el Estado y el pueblo mapuche”. (pág.9) en aquel entonces el presidente Eduardo Frei aprobó que Endesa iniciara la construcción de la Represa Hidroeléctrica Ralco , las familias pewenche “permutadas”, perdieron sus tierras milenarias, sus cementerios, árboles y montículos, que fueron inundados y eran fundamentales para su cosmología, éste “hecho demostraba que los derechos indígenas quedarían supeditados al modelo económico y que serían nuevamente los pueblos originarios los que pagarían el costo del progreso de Chile- citando a Yañez, Nancy y Alwin, José (coord..), El gobierno de Lagos, los pueblos indígenas y “el nuevo trato” Las paradojas de la democracia chilena. Lom ediciones 2006” (página 10). El texto de reflexiones de Francisco Huenchumilla aborda desde diversos aspectos la cuestión en conflicto, sin ser una sola las causantes, aunque insiste en que la ficción con la que se crea el Estado de Chile, desconociendo los pueblos nación indígenas ya no resiste un análisis serio, separando la realidad sociológica de la sospechosa unidad política. El autor deja ver diversas propuestas, sobre la conducción, el acto de sinceramiento y realismo del Estado, La Nueva institucionalidad del Estado, las tierras, las grandes empresas forestales y las bases o criterios de acuerdos, las empresas extractivas, la pobreza, el tema cultural, la responsabilidad del Estado por las víctimas de la violencia, la seguridad pública, los aspectos conceptuales, el problema del método, a fin de llegar a una propuesta de paz y solución al conflicto mapuche. Cuestión que está lejos de estar presente en los programas de las candidaturas, a no ser que se presente como la criminalización, de actos terroristas, sin mencionar los años de terrorismo de estado, así con minúsculas, porque ya sabemos no llega a todos los territorios, no está en las poblaciones, a no ser que exista una orden de demolición, por suerte acá no son con misiles ni rusos ni norteamericanos, sino con retroexcavadoras, que entre otras cosas no sólo la vivienda, la educación y la salud pública adolecen de un nuevo pacto.
Hans Schuster. Escritor
