Políticas del pasado. Indígenas, arqueólogos y Estado en Atacama. Patricia Ayala Rocabado, QILLQA Ediciones, Universidad Católica del Norte, segunda edición, Santiago de Chile, 2017. 230 páginas. El concepto de Estado suele hacer referencia a diversas formas de organización política y social que se ejerce sobre un territorio con una población determinada, con ellos se generan diversas instituciones que regulan la vida social y mantienen la noción de orden, de modo que el Estado se suele identificar con soberanía, con territorio, población y un gobierno que aplica las leyes y ejerce el monopolio de la fuerza, la cual se determina como legítima, de acuerdo con sus propias instituciones que delimitan el lugar donde el Estado ejerce su autoridad y allí las personas, habitantes o ciudadanos que residen en el territorio, quedan sujetas a la jurisdicción del Estado, cuyo gobierno pasa por el conjunto de instituciones y autoridades que toman las decisiones políticas y administrativas, y hacen cumplir las leyes. De allí que se instala a su vez el concepto de soberanía como la autoridad suprema del Estado que tiene la potestad para tomar las decisiones internas y externas, sin interferencia de los otros poderes que a su vez tienen soberanía, no obstante, el monopolio de la fuerza legítima se considera como una de las capacidades del Estado para utilizar la fuerza, a través de las organizaciones policiales y militares, que estarán mandatadas para hacer cumplir las leyes y mantener el orden. Por otra parte, los tipos de Estados suelen ser diversos y su manera de clasificarlos está determinada por sus formas de gobierno que suelen ser consideradas como repúblicas presidencialistas, parlamentarias y monarquías, absolutas, constitucionales, o según su sistema político como democracias, dictaduras, autocracias, así como también de acuerdo a sus estructuras, pueden ser; unitarios, federales, centralizados, descentralizados, y desde esa complejidad la noción de Estado permite analizar el funcionamiento de las sociedades y sus sistemas políticos que gobiernan y administran un país –concepto también complejo- si se trata de entender e integrar en ello la noción de pueblo nación, dado que en un país pueden convivir territorialmente diversos pueblos nación, tanto agrupados en zonas geográficas como disgregados territorialmente.
Desde la presentación del libro realizada por Cristóbal Gnecco de la Universidad de Cauca - Institución de educación superior pública, autónoma, del orden nacional, creada en los orígenes de la República de Colombia, 1827 – se genera una discusión de disenso frente a la tradición científica, no sólo de las ciencias sociales, sino en especial de la arqueología “encerrada en una patética autocomplacencia, aparatosamente distanciada de los contextos sociales de donde surgió”. (pág.15) Proponiendo que los científicos hoy en día requieren agendas concertadas, sin la soberbia disciplinar epistemológica, que les permita no sólo la colaboración y el diálogo entre disensos y consensos, sino que sean capaces de develar sus propias cosmovisiones e intereses, aunque sea incómodo reconocer la ultranza colonialista occidental museológica, o la administración de sitios bajo demandas indígenas que requieren de una apertura al patrimonio en términos de colaboración en lógica multicultural. Ya en la introducción, se nos plantea la necesidad revisar “la instalación del multiculturalismo de Estado y su renovado escenario ideológico, legal e institucional” (pág. 19) dada la necesidad de que los Estados puedan re-imaginarse como comunidades pluriétnicas o multiétnicas alejándose cada vez más de una noción homogénea de identidad nacional, que hoy resulta ser casi un cliché o una caricatura ideológica que por exceso o negacionismo, llevó al rechazo de ambas propuestas constitucionales recientes, que no han logrado reconocer la necesidad de descolonizar los discursos frente a las demandas de los derechos culturales y recursos económicos, que están presentes en los territorios que habitan las comunidades y que son escasamente reconocidos por las instituciones del Estado, más aún cuando los pueblos originarios ni siquiera tienen un estatus constitucional. Tal negacionismo, es equivalente a lo ocurrido en la década de 1960 en donde recién se les otorgó la ciudadanía: ni siquiera la actual ley indígena ha posibilitado una redefinición de las necesarias políticas multiculturales que requiere el país. Pero volvamos a los capítulos del libro, en el primero se aborda el marco conceptual y los antecedentes, considerando; 1.1. Las identidades étnicas: construcción, toma de conciencia y estrategias.1.2 La noción de patrimonio: su uso como recurso identitario, político y económico. 1.3. Arqueólogos y población indígena. 1.4 Antecedentes del problema de estudio en el norte de Chile. En tanto el capítulo 2 es una “Aproximación metodológica al problema de Estudio”, estableciendo: 2.1 Fuentes y técnicas de recopilación de la información. 2.2 Análisis de la información. Capítulo 3, Los actores del proceso de construcción de una conciencia patrimonial y étnica en Atacama. 3.1 Atacameños. 3.2. Arqueólogos. 3.3. Instituciones estatales vinculadas al patrimonio arqueológico.3.3.1. El Consejo de Monumentos Nacionales.3.3.2. La Corporación Nacional de Desarrollo Indígena –CONADI-. Capítulo 4, Valores Cambiantes de los vestigios arqueológicos en la región atacameña. 4.1. Los Vestigios arqueológicos como “abuelos” o “gentiles”. 4.2. los vestigios arqueológicos como patrimonio. 4.3 El valor identitario del patrimonio arqueológico. 4.4. El valor económico del patrimonio arqueológico. 4.5. El valor territorial del patrimonio arqueológico. 4.6. El valor político del patrimonio arqueológico. El Capítulo 5. El proceso de relaciones entre atacameños, arqueólogos y Estado en Atacama. 5.1. Período 1: finales del siglo XIX hasta la década de los setenta. 5.2. Período 2: década de los setenta hasta 1993. 5.3. Período 3:1993 hasta la actualidad. 5.3.1. Contexto político y disciplinario. 5.3.2. Identidad atacameña y patrimonio arqueológico. 5.3.3. Radicalización de los discursos y énfasis en las relaciones de negación. 5.3.4 Apertura al diálogo y diversificación de las relaciones. El Capítulo 6 tiene cuatro apartados que dicen relación con los discursos sobre el patrimonio arqueológico en el contexto de emergencia étnica atacameña. 6.1 Da cuenta de las 8 demandas patrimoniales de los atacameños, que van desde la no excavación de cementerios, no exhibición de cuerpos humanos, demanda de información, propiedad de los vestigios arqueológicos, demanda de permiso, demanda de participación, administración de sitios arqueológicos, administración del Museo Arqueológico de San Pedro de Atacama, el 6.2 es la respuesta y posiciones de los arqueólogos a las 8 demandas atacameñas, en tanto que el apartado 6.3 dice relación con las instituciones estatales y sus posiciones frente a las demandas atacameñas, partiendo por el rol del Consejo de Monumentos Nacionales, la participación de las comunidades, las demandas vinculadas a los cuerpos humanos, la propiedad del patrimonio, la administración de los sitios arqueológicos, demanda de permiso. El apartado 6.4 establece un análisis y discusión de los discursos sobre patrimonio arqueológico de atacameños, arqueólogos y Estado, teniendo en consideración la demanda de no excavación de cementerios y exhibición de cuerpos humanos, demanda de información, demanda de propiedad de los vestigios arqueológicos, demanda de permiso, demanda de participación, demanda de administración de sitios arqueológicos, demanda de administración del Museo Arqueológico de San Pedro de Atacama, luego el capítulo de conclusiones y posteriormente las referencias citadas en la investigación, la documentación legal y algunos artículos de prensa. El libro de Patricia Araya Recobado, resulta fácil y entretenido de leer, sobre todo porque pone en contrapunto a los diversos actores de la investigación, con un excelente y ejemplificador uso de la etnografía; muchas de las cuestiones planteadas tienen respuestas en boca de los propios involucrados sean estos, indígenas o arqueólogos. Pero se mantienen las deudas desde el Consejo Nacional de Monumentos, la propia CONADI, incluso CORFO, CODELCO, municipios y otras instituciones del Estado que no logran darse cuenta de la pérdida de patrimonio, por su mirada deficiente y falta de compromiso a pesar de los estudios y la defectuosa legislación vigente y es que la ignorancia de legisladores y funcionarios públicos de diversos ministerios sigue siendo un problema, y para qué decir en materia de educación nacional, si en la mayoría de los casos los arqueólogos hasta el día de hoy no respetan las normas pertinentes del código sanitario o el reglamento general de cementerios, de allí que las comunidades involucradas ni siquiera sean consultadas siendo potestad del Consejo de Monumentos Nacionales, el cual adolece de sentido ético frente a éstos temas, en la mayoría de los casos, recientemente se están incorporando las réplicas de momias y sacando de exhibición los vestigios humanos, como las pilas de cráneos al modo de los tiempos de Le Paige. Cabe considerar que hoy 21 de junio. Día Nacional de los Pueblos Indígenas, bajo la ley 21.357 promulgada el año 2021 en el gobierno de Sebastián Piñera con la finalidad de reconocer y valorar las culturas y sus derechos como pueblos originarios, cuestión que en la mayoría de los casos se traduce a conmemorar el solsticio de invierno del hemisferio sur, en Aymara "Willka kuti" que significa "retorno del sol" y "machaq mara" que significa "año nuevo", también conocido como Inti Raymi en Quechua o "Fiesta del Sol", Aringa Ora o Koro es la fiesta equivalente en la cultura del pueblo nación Rapa Nui. En ella se homenajea a los antepasados en los Ahu o altares ceremoniales, entre otras peticiones a la abundancia, al igual que los pueblos Colla, Chango y Diaguita conmemoran la fecha del "solsticio" o "año nuevo" y el pueblo Lickanantay alaba también el "cambio de ciclo". En tanto, el pueblo Tribal Afrodescendiente chileno festeja este acontecimiento en Arica y Parinacota con la celebración del "San Juan". Pero sin duda el más conocido es el We Tripantu, el año nuevo Mapuche, que se celebra entre el 21 y el 24 de junio, marcando el inicio de un nuevo ciclo en la naturaleza y un tiempo de renovación de todas las energías positivas, que serán compartidas entre la energía del cosmos y todos los seres vivos.
Hans Schuster, escritor