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¿Por qué la filosofía como disciplina autónoma no ha conseguido tener una significativa presencia en medios de cara al debate constituyente chileno? Por Rodrigo Pérez J.

Desde que comenzó el estallido social en octubre de 2019, hubo sin dudas un boom de reflexiones desde distintos sectores de la sociedad, principalmente desde tradicionales actores políticos, pero también desde las ciencias humanas. En el caso de la Filosofía, fueron muchos los destacados intelectuales que manifestaron sus puntos de vista a través de medios digitales audiovisuales, impresos, así como también, por medio de publicaciones académicas. Sin embargo, cabe preguntarnos ¿Qué hizo que todos estos esfuerzos no lograran llegar a tener la suficiente representatividad de cara al debate constitucional que vivimos hoy?

Como profesor, licenciado y doctor en Filosofía, de inmediato me llamó la atención que pese al amplio espectro de opiniones que circularon por medios, no se tomara en serio a esta humilde profesión por la opinión pública. Digo que es humilde porque quienes nos atrevimos algún día a estudiarla de manera profesional, para bien o para mal, asumimos que nuestras vidas no iban a estar llenas de lujos materiales ni mucho menos ligadas a la aristocracia, aspecto ciertamente contradictorio porque históricamente el rol de los filósofos estuvo ligado a ser consejeros de grandes animales políticos en el devenir de la historia universal. Quizás un error que cometimos fue el decir cosas poco concretas, tuvimos muchas oportunidades para expresar a nivel individual como aquí, o a nivel colectivo, qué hicimos mal como país para que todo reventara en aquel “mayo francés chileno” que vivimos en octubre de 2019.

El tiempo pasó y unos cuantos meses después vino la pandemia del Coronavirus que a nivel local transformó nuestras vidas desde el 18 de marzo de 2020, abriendo nuevamente la puerta para que nosotros los filósofos pudiéramos tomar la palabra y ser “escuchados”, ¿Qué ocurrió nuevamente? Se llegó a decir por autoridades que esta época era propia de un “tiempo de filósofos”. Desde allí hasta la fecha ningún licenciado en Filosofía o incluso un estudiante de la misma, se hizo cargo de estas palabras de manera significativa, muchos quisieron simplemente intentar ser un poco mainstream para sonar populares, pero más allá de eso, no se prosperó, mientras que paralelamente si lo hicieron y muy bien otros destacados autores de las humanidades chilenas. Nuevamente, como filósofos caímos en la falta de precisión al manifestarnos.

Hoy siendo un día decisivo para el futuro de nuestro país, considero que es necesario reivindicar un gremio denostado, ignorado y muchas veces ninguneado incluso por sus propios pares bajo una lógica de querer emerger a toda costa, o dicho en chileno para “poder rascarse cada uno como sea”. Personalmente, no tengo temor a manifestar mi opinión por este medio, no le debo obediencia ni subordinación a nadie en particular ni tengo una suerte de temor reverencial al “qué dirán” de quienes lean esta columna de opinión, dicho en palabras de Arendt rescatando a los griegos, me considero una persona libre. Por lo demás, lo que aquí expreso debiera ser entendido como un llamado a la acción más que una crítica propiamente tal. Considero que el hacer y enseñar Filosofía no es patrimonio exclusivo de una única profesión, así como tampoco esta puede ser aterrizada de manera universal en todas las demás, tiene que haber un punto relevante de conexión de por medio. Sin embargo, dada su agonizante y solitaria situación a nivel global, creo que es menester que sea aplicada de manera eficiente y eso nos lleva necesariamente a que sea en lo sucesivo trabajada desde un contexto multidisciplinario.

Todos estaremos de acuerdo que hablar de la muerte de Dios, de la pregunta por el ser o de conceptos inventados o rimbombantes frente a una multitud no especialista no sirve de nada, prueba de ello es que pese a haber presencia de licenciados en Filosofía tanto en las listas de constituyentes o en medios de comunicación nacionales, en realidad sus ideas no tuvieron la suficiente repercusión en la opinión pública. Necesitamos como gremio, dicho una vez más, aportar ideas concretas. Es por esto que a continuación quisiera dejar abierta puerta para que otros jóvenes filósofos nacionales también participen, es nuestro momento y lo estamos desperdiciando.

En relación al debate constituyente, claramente no seremos quienes logren sentar las bases de la institucionalidad ni quienes lideren la discusión acerca de las bases generales de la administración del Estado, es un sinsentido pretender tener participación relevante en ese aspecto. Sin embargo, dentro del extenso catálogo de derechos fundamentales que hoy regula la actual Carta Fundamental, hay muchos elementos, por no decir todos, en los que sí podemos tener voz y opinión de relevancia, con un real y efectivo impacto en la realidad. No debemos olvidar que la Constitución es la ley fundamental, y esto se hace evidente en otros idiomas como el alemán en que destacados juristas la definieron literalmente como la ‘Grundgesetz’ o ley de base. En esta ley de base o fundamental, nosotros los filósofos tenemos mucho que aportar. Aplicando la propuesta nietzscheana de finales del siglo XIX de “transvalorar los valores”, es decir, tomar los actuales valores que allí se encuentran y reflexionar qué debemos entender a la luz de nuestros tiempos por cada uno de ellos sin tener que invertirlos necesariamente, así podríamos debatir, por ejemplo, qué debiéramos hoy entender por “igualdad ante la ley”, “respeto a la honra y vida privada de toda persona”, “familia”, “libertad de conciencia”, entre otros. Todas estas ideas y conceptos tienen raíces profundamente filosóficas y latamente discutidas por autores a lo largo de la historia de la Filosofía. No pretendo con esto manifestar que sea el único aspecto en que nosotros los filósofos podemos aportar a la sociedad que nos tocó vivir, que dicho sea de paso, es una sociedad que necesita canalizar el despertar de conciencia de 2019 hacia una ciudadanía pensante, reflexiva y crítica de su tiempo, quedando más que demostrado que el ser meros ladrillos en una maquinaria anticuada no sirvió de nada.

Prof. Lic. PhD. Rodrigo Pérez J.
Filósofo
Nietzsche-Gesellschaft, e.V.

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