"El buen compañerismo consiste muchas veces en callar,
en respetar el laconismo del otro,
en comprender que eso es lo que el otro necesita
en esa precisa y oscura jornada,
y entonces arroparlo con nuestro silencio,
o dejar que él nos arrope con el suyo,
pero, y este pero es fundamental,
sin que ninguno de los dos lo pida y lo exija.
sino que el otro lo comprenda por sí mismo,
en una espontánea solidaridad".
(Mario Benedetti, "Primavera con una esquina rota").
El teatro tiene ese sentido de realidad que le aporta la comedia y también el de la tragedia, ironía que le entrega esa certeza de que la fantasía no puede eludir aquello que somos, la existencia siempre nos está recordando lo que somos sea cuando fantaseamos o cuando soñamos, sólo basta despertar o tomar conciencia. Rara condición espacial, vital y de sentido la que vivencia el actor, dejando de ser para asumir un personaje, tal vez parte de la tragedia sea que ese personaje puede ser, sin pretenderlo, el mismo. La adaptación del texto de Benedetti "Primavera con una esquina rota" me deja llevar a esta reflexión expresada, obra que presentará el Ictus en plena dictadura, en la década de los ochenta, ahora intervenida por el testimonio biográfico de Héctor Noguera.
El texto de Benedetti es un relato personal sobre la dictadura uruguaya en donde se nos muestran el exilio, los encarcelamientos, las torturas, desapariciones y ejecuciones. Ese drama que afecta a un sujeto, su entorno familiar, la fractura social y el exterminio humano. En los distintos países latinoamericanos, durante la segunda mitad del siglo se sometió a los pueblos a violentas dictaduras, fueron décadas en que imperó la crueldad, hecho no espontáneo sino que coordinado en un proyecto de exterminio, por lo tanto genocida, conocido como el Plan Cóndor, varios chilenos se hicieron cómplices de esta barbaridad.
Desde el año pasado se viene dando el reestreno de esta obra, dirigida por Jesún Urqueta Cazaudehore, con un elenco en el que participan dos protagonistas del elenco original Roberto Poblete y María Eugenia Duvauchelle, a los que se suman Paula Sharim, Daniel Muñoz, Nicolás Zárate y Camila Oliva. La obra transcurre entre los padecimientos de un prisionero político en Uruguay, la familia y un amigo exiliados en México. El argumento lo podría reducir a la siguiente pregunta, cómo seguir con la vida después de la catástrofe.
El punto de clímax de este reestreno es cuando aparece la lectura de un fragmento de "Autobiografía de mi padre" (2022) de Damián Noguera, el hecho relevante es escuchar esta visión personal de esos días de 1984 en que se daba esta obra como un acto de resistencia a la dictadura cívico-militar el actor protagonista Roberto Parada se entera que su hijo José Manuel Parada había sido degollado junto a Manuel Guerrero y Santiago Natiino por operativos de Carabineros de Chile organismo policial que colabora con las Fuerzas Armadas con la represión bestial.
"Primavera con una esquina rota" se transformó en una obra que nos enseña la tragedia nunca la terminamos de representar, esto dado por la condición trágica de la existencia en momentos puede ser desmesurada, la brutalidad del ser humano aparece sin justificación desde las razones mezquinas de aquellos que participan en el poder. La obra podría parecer una obra de carácter político, sin embargo va más allá, es una radiografía de lo que somos, una revelación de eso que Kafka nos relataba en "La Metamorfosis" con su clásico personaje Gregorio Samsa preguntándose cómo nos hemos transformado en esto.
Alex Ibarra Peña.
Dr. En Estudios Americanos.
@apatrimoniovivo_alexibarra