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Primer hito político eleccionario finalizado, pendientes los aconteceres venideros. Por Luis Osorio Olivares

El pasado domingo y acorde a lo esperado, se desarrolló en Chile el proceso de primarias con resultados según lo que se preveía en el ambiente, lo cual se venía adelantando desde hace algún tiempo. Todo con vista a las elecciones de noviembre 2025.

Es el primer hito de cuatro, o tres, según alcancemos o no una segunda vuelta. Llegamos de esta manera al segundo hito, que estará marcado por dos sub hitos, uno de los cuales es la inscripción de la totalidad de los candidatos que estarán en la papeleta de las presidenciales del 25 de noviembre y el otro la redacción del programa con que se presentará la única coalición que realizó primarias.

La presencia de nuevos candidatos será con la intención de levantar una alternativa para hacer frente de manera principal a quien fue electa en primarias, por mucho que sean candidaturas que se venían fraguando desde hace algún tiempo. Planteado de otra forma, para satisfacer los intereses de aquellos que daban su apoyo a algunos de los candidatos de primarias, pero en forma nominal sin endosar su preferencia a otros(otras). Hay que reconocer que algunos de los posibles inscritos escapan de esa dinámica y sencillamente lo hacen por una cuestión aspiracional en la que declaran su intención de servir al país.

De manera natural, aunque siempre quien resulta elegido en las primarias se pronunciará con la intención de construir un programa de gobierno representativo de los partidos que integran la coalición, también resulta relevante sopesar el dar cabida a las esperanzas centradas en los ciudadanos que permitieron llegar a ser parte de la papeleta de noviembre, y esto deben entenderlo los contrincantes no electos sin obstaculizar el sentir del elector mayoritario, factor que se debe considerar en las decisiones que probablemente se tomen a nivel de cúpulas. Todo puede ocurrir, incluso que las manifestaciones de intención de “voto leal” expresadas en público, no se concreten en el secreto de la urna.

Lo analizado se encuentra apegado a la norma, excepto los aspectos éticos sobre los cuales no hay nada escrito, se trata de actitudes y conductas ubicadas en la esencia de cada persona. En este contexto, es imposible que, en la nueva etapa del proceso eleccionario como un todo, la derecha permanezca en un estado inmóvil, desde hoy mismo estarán analizando estrategias en su calidad de ser un sector que tiene grandes cuotas de poder, y lo más probable es que su estrategia si o si la van a aplicar, pero no la darán a conocer, salvaguardando con ello una posición táctica, sólo la conoceremos en el ejercicio de su práctica. Se debe considerar que, a partir de este momento, se interpone otra cuestión relevante y de lo cual también todo el proceso que conlleva es alejado de la ciudadanía que decide con su voto, y es el hecho de la configuración de las listas parlamentarias que más de algún roce puede traer. Como dato adicional, en el próximo parlamento, por primera vez en los tiempos más recientes, tendremos un Senado constituido a partir de un 100% de voto obligatorio. Todo lo expuesto, se afirma bajo una línea argumental, relacionada a que por mucho que se esgrima la importancia de la unidad, ésta no es tal. Una solidez al respecto requiere propósitos comunes en temas esenciales y estructurales, que sean parte de un pasado, un presente y un futuro compartido, lo cual significa un horizonte de tiempo que va más allá de los cuatro años que dura un gobierno, se trata de un proyecto de sociedad contundente, bien planeado y participativo. En esto hay un vacío. En otro plano, también es parte importante para la unidad, que aún en condiciones adversas en que se pierda una elección se siga trabajando en bloque, al tener buenas ideas que aportan al país, no se pueden abandonar y por el contrario se debe seguir perfeccionándolas hasta que se concreten, sin que se interponga a medio camino la reconocida frase del “realismo sin renuncia”, que es poner el freno al cambio y aniquilar las promesas levantadas en campaña, se trata de una consecuencia continua sin interrupciones. No basta coincidir en el “enemigo” común, y sobre eso seguir adelante, es preciso el auto observarse y determinar cuáles son los atributos relevantes que hacen merecedores que la ciudadanía como un todo manifieste en las urnas un voto de confianza con todo lo que ello implica.

Hay experiencias negativas que, por la premura del tiempo y la baja capacidad de análisis, no se alcanzan a tener en consideración. Los gobiernos de la concertación con 20 años de recorrido, no estuvieron a la altura de las expectativas de quienes en distintos frentes luchaban contra la dictadura; cuando la concertación le entrega el gobierno a la derecha el año 2010, no realiza un proceso que diera luces respecto a cuáles fueron los factores para que hubiese ocurrido ese cambio y se tradujera en un aprendizaje; en la experiencia del gobierno de nueva mayoría entre los años 2014 y 2017, con dos candidatos a la presidencia del sector oficialista al finalizar el mandato, lo que menos hubo fue unidad por carencia de la importancia de ir tras un proyecto sólido, nuevamente se entregó el gobierno a la derecha.

En el último tiempo se habla mucho del octubrismo, entre sus detractores hay una oposición tenaz a la violencia consecuente de ese período del 2019. Pero queda la sensación de una laguna que se produce en relación a hechos históricos, y ello es que el modelo de sociedad profundo del cual somos parte tiene su génesis en la violencia más extrema que hemos presenciado, amparada en la institucionalidad de la nación y ello prácticamente se omite. La violencia es algo condenable, y aquella que marca los destinos de las personas por décadas, lo es mucho más, un método escogido por la derecha y que le dio resultados.

Los hechos del estallido social tienen una justificación plena, aunque a algunos no les guste y tal vez lo más rescatable aparte de relevar cuestiones no consideradas por casi 30 años, fueron los cabildos ciudadanos autoconvocados. Después se interpuso la pandemia y algo quedó interrumpido, sin fecha para retomar.

Los aconteceres del país no han sido fáciles, y por más que sigan vigentes los sueños, se podría concluir que faltan elementos trascendentes de preparación, el mal menor ya está en retirada y se amplían las alternativas de voto que antes eran mal vistas.

Las grandes alamedas sobre las cuales el presidente Allende anunciaba en sus últimas palabras, que más temprano que tarde serían abiertas, permanecen cerradas y puede ser necesario plantar álamos nuevos, esperar en forma activa que crezcan y así poder abrirse paso, sin olvidar la historia.

Además, todo se inserta en un mundo muy cambiante, sobre el cual hay responsabilidades en sus características desde todas las sociedades de nivel mundial en su conjunto, y de las cuales estamos presenciando arremetidas planeadas, con identificación clara de la relación causa – efecto.

El tema eleccionario, en no más de cinco meses estará con un gran avance en cuanto a los hitos que van marcando el proceso, podemos estar al borde de un cambio sustantivo, pero a la vez siempre hemos estado insertos en un poder extremo que a como dé lugar se impone y no deja seguir adelante, llegado el momento ponen todas sus armas de diverso tipo, al servicio de algo más que un statu quo, es el poner por delante los ajustes a su modelo de negocio. Un estilo en que las oportunidades no importan, la desigualdad es algo natural y el ser humano debe estar al servicio de estructuras de convivencia permeadas por la injusticia social.

El Chile actual ha sido construido de la forma que plantea el presente análisis, no da el paso a las transformaciones, para el tránsito de las aguas se cierran todas las compuertas y ello coincide con la irrupción de una nueva generación y la natural desaparición de otra, repercutiendo en un futuro que no alcanza a recoger las lecciones del pasado, al final cada uno busca su acomodo y temas de este tipo siguen radicados en las élites de minorías que acuerdan para las mayorías. Los sueños pasan a ser utopías y las utopías desaparecen, los derechos se transforman en sueños que podrán ser satisfechos, condicionados a que no le hagan daño al poder. Es difícil que las AFP desaparezcan, instituciones que tienen 45 años desde su creación y su injerencia es una ramificación que ejerce una presión omnipotente. Entonces ¿qué hacer?, mucho de pendiente y no resuelto, son los ingredientes del futuro y los resabios de varias décadas. Sólo esperar que exista un crecimiento acelerado en niveles de justicia verdaderos y el cumplimiento de los anhelos nunca tomados en cuenta.

29/6/2025

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