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Primero como ruptura, después como política. Por Nicol A. Barria-Asenjo

La conocida frase “primero como tragedia, después como farsa” es aquí sucintamente re-formulada hacia un “primero como ruptura, después como política”, pero ¿en qué sentido podemos pensar esta relación o no-relación que hay entre la ruptura y la posterior aparición de la política? Al echar una vistazo atrás, podemos ver con claridad que desde Platón encontramos, por ejemplo, la propuesta de que la filosofía es un despertar, en esta concepción, hay una ruptura entre el sueño y el despertar, el dejar de estar dormido en relación con los dilemas del mundo, de la condición humana, del pensamiento mismo para comenzar a estar despierto y sumergirse en los pasadizos del pensamiento reflexivo y contemplativo de la situación actual en la que estamos inmersos, es una ruptura de dos estados. El salir del mundo onírico e incorporarse a la cotidianeidad también es una ruptura crucial, hay un salto de un lado a otro, lados que terminan co-existiendo, sin embargo, hay un identificable “estar acá” e “ir hacia allá”, un movimiento de transición que a simple vista puede ser imperceptible pero que permite nuevos estados, dislocaciones y configuraciones.

Para que aparezca la política es necesario una ruptura. Primero la ruptura, la dislocación, el pasar al acto y salir de las redes que nos mantienen somnolientos entre lo hegemónico, hacer de la ruptura un poner en macha otro proyecto que logre alterar el orden que parecía previamente establecido e inamovible. Solo mediante la ruptura en los engranajes de lo político, es posible que aparezcan nuevos caminos para la política misma.

Ahora bien, uno de los conceptos que se introduce en medio de la ruptura, o que más bien se torna urgente de considerar, es la elección así como también la decisión, para que la ruptura tenga lugar, es necesario otro movimiento de salida, el salirse de la no-decisión, que puede ser vista también como el despertar de la inercia que nos mantiene entre los tejidos que ya han sido definidos. Una decisión es pre-condición necesaria para una ruptura y posteriormente con la ruptura aparecerá algo nuevo -o al menos la posibilidad de algo diferentes-.

En relación con la cuestión de la “Decisión” tendremos algunas ideas sobre las cuales podremos dialogar a la luz de los planteamiento que ha hecho Badiou (2005) quién nos advierte que: “Cuando somos confrontados con lo existente, la verdadera vida consiste en la elección, la distancia y el acontecimiento. Empero, no hay que olvidar que para pensar la verdadera vida es necesaria una decisión, una decisión que presupone, como hemos visto, la inconmensurabilidad” (p.22) frente a esto agregará que “La filosofía nos muestra el pensamiento como una elección, el pensamiento como decisión. Su tarea especifica es explicarnos esa elección. Podemos decir, entonces, que una situación filosófica es un momento en el cual se vuelve clara una elección; una elección en la que se trata o bien del ser-ahí o bien del pensamiento” (p. 16). Entonces, algunas de las pistas con las que ya contamos es que en medio del proceso filosófico la decisión y la elección responden a lo inconmensurable, es la confrontación con los existente lo que nos lleva a duras penas a una elección y a pensar en la excepción a condición de transformar la vida misma.

Nuevamente llegamos al punto inicial, en el cual es la condición de decisión lo que produce que tras el telón se vea una transformación, en la política, el juego en este terreno resuena en los intersticios de lo cínico, es el cinismo político los que nos ayuda a identificar esa decisión posible que por implicar una salida divergente se enmascara en un bloqueo de no-decisiones, las decisiones de entregan manufacturadas antes de llevarlas al mercado, mediante esta estrategia, los espacios de libertar para elegir, son limitados y mantienen los mismos engranajes que se pretenden perpetuar.

Badiou (2005) en su misma intervención, afirma que “Las personas que tienen opiniones firmas forman bloques. En el medio está, entonces, el pequeño grupo que a veces se mueve en una dirección y a veces en otra. Empero, una decisión tomada por individuos cuya característica principal es la indecisión constituye una decisión muy particular; no esuna decisión de personas resueltas, sino de indecisos e irresolutos que se deciden de manera oportunista y en base a su humor del momento. No es una elección en toda su dimensión: la cercanía ha ocupado el lugar de la distancia” (p.25) la elección en masas, en masas populares que se congrega bajo el significante indecisión y desde esa base, toman una decisión, finalmente conlleva a otro problema.

En Chile, el caso anterior, es identificable con la llegada del actual presidente electo, los individuos indecisos, que no sabían que elegir en los grandes acontecimientos que desde el 2019 llevaban moviendo al pais mismo, tomaron algunas decisiones que eran diluidles en la lluvia ligera del conflicto, en cuanto las aguas se tornaron mas densas y emergieron los primeros grandes dilemas sociales, culturales, económicos y políticos, esa decisión tomada fue olvidada y negada. La represión de los afectos y de los elementos que permitieron esa decisión, fueron reprimidos para que la violencia contra la decisión propiamente tal, produjeran un retorno a una nueva situación de desesperanza, identificable justamente durante los periodos de insurrección popular.

Es justo mencionar que, lo previamente esbozado no puede traducirse en una relación o comparación con la situación del pais y de las masas populares durante los estallidos sociales, sino más bien, tomando la efervescencia de los afectos negativos tales como la desesperanza, la colera, la ira, la desilusión, la decisión tomada que produjo un cambio de la Constitición, luego la elección de los Constituyentes, posteriormente la elección de Gabriel Boric como presidente, fueron decisiones que propiciaron la caída de la ilusión, de la idealización a la elección misma realizada.

La situación chilena, nos invita a atrevernos a ir más allá, a ir hasta el final de los efectos y consecuencias que nuestra decisión tomará, primero hay que atravesar el duro camino de la ruptura, y luego mediante la aparición de la política, aferrarnos a la decisión. Tal vez, la transformación en la política sea la repetición histórica de ese proceso infinitamente, y en cada salto de la ruptura a la política, de la indecisión a la decisión, ir construyendo aquellos lugares que nos aseguren otras poesías del futuro, una producción y alteración en vivo del presente es la gran decisión que debemos tomar.

Para concluir, tomaré las palabras de Slavoj Žižek: quién afirma que "Tenemos que abandonar cualquier gran plan sobre el futuro. Porque, creo, si hay una lección de la historia de la filosofía y de nuestra experiencia histórica, es que todos los grandes planes para diferentes futuros necesariamente se convierten en su opuesto. [... ] Para mí la lección básica, como soy hegeliano, es que nosotros, por definición, nunca sabemos lo que estamos haciendo, incluso los mejores planes salen mal. Y la clave para acercarme correctamente a este estancamiento es analizar el presente. Para mí, lo más productivo para el futuro, para el futuro posible, es sólo un análisis detallado de nuestra situación actual. “

Debemos aceptar que, como señala el autor, no sabemos que es lo que estamos haciendo, y por tanto, esto nos ayudará a entender que, incluso con los mejores planes elaborados sobre la decisión, pese a asumir los efectos y consecuencias de la ruptura del orden establecido, al final, nuestra única verdadera opción es el análisis detallado de la situación actual, pero también el trabajo arduo y comprometido en el presente. De nada servirá el análisis desde una posición de privilegio y el trabajo reflexivo si al mismo tiempo no se trabaja. Nuestra decisión sigue siendo solo una: la colaboración y la apertura en el aqui-ahora, para que otros espacios puedan movilizarse.

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