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Procesos constiyuyentes: retraso para un futuro mejor, efectos del voto obligatorio. Por Luis Osorio Olivares

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La conmemoración de los 50 años desde el golpe de Estado aun no finaliza, vendrán otros actos por delante hasta culminar el 2023. Sin embargo, existe la sensación de algo pendiente desde la mirada de una ciudadanía cercana a lo político, pero no vinculante a ningún partido y materializada en lo no resuelto, un estallido social aún latente e instalada la olla a presión que se observaba previo al 18 de octubre de 2019.

No se trata de cualquier grupo sino de aquel que creyó en la posibilidad de cambios como algo natural a partir del término del gobierno militar, en que era esperado que los enclaves y elementos estructurales serían modificados. Es un grupo pensante y analítico que debería ser considerado, ya que al asumir cargos se produce el fenómeno de la falta de tiempo para el prever y hacer trazado de futuro.

El golpe de Estado tenía el alcance de una modificación sobre el concepto del rol del estado, bajo un desprestigio a éste y llevarlo a una forma nueva en cuanto a limitarlo a un rol subsidiario, con la consiguiente irrupción de los negocios a cargo de los privados, en cuestiones tan trascendentes como lo es el sistema previsional, gran negocio para unos pocos y al cual se le ha otorgado apoyo desde el paso de la obligatoriedad de cotizar de trabajadores en régimen de contrata, para luego hacerlo extensivo a trabajadores a honorarios. Otra arista reciente, es el caso de las Instituciones de Salud, que no afecta a todos, pero hay un negocio que como en más de alguna ocasión pretende un salvataje y saldar en cómodas cuotas si es que finalmente no se llega a una condonación total.

Lo anterior sólo es una pincelada de un país en que se observa un dominio de la derecha, claramente ejecutora de un plan previsto con anterioridad para el momento en que la crisis social se hiciera sentir a consecuencia de la convivencia en un modelo neoliberal, con una serie de desmedros que serían largos de enumerar. El momento actual tiene una fuerte relación con un salvataje al gobierno de Piñera cuando se “acuerda por la paz” en momentos en que estábamos “en guerra”, y se levanta un proceso constitucional instalando el voto obligatorio, mecanismo que tiene un sesgo cuando un sector político tiene el control de los medios de comunicación y sin haber sido gobierno, siempre ha tenido poder.

Así, el proceso constitucional sobre el cual hay que definirse en menos de dos semanas en una instancia plebiscitaria, tiene su origen el 15 de noviembre de 2019, y obedece a una estrategia de la derecha junto a la ausencia de otra estrategia que le salga al paso.

Hay componentes que han sido la tónica del país en los años post dictadura, donde ha operado una lógica binaria, llena de supuestos y carente de definiciones, todo lo cual opera en forma intencionada. No se puede pasar por alto que el modelo impuesto en los últimos 50 años, tienen su base en el individualismo y éste repercute en forma directa en un tipo de sociedad.

La democracia no es tal, entendiendo que ésta no puede ser la expresión de la acción de ejercer el voto, sino que debe ser parte de una gran participación y el bienestar de mayorías, obtenido desde un muy buen sistema educativo que proporcione las herramientas para alcanzar niveles altos de igualdad y justicia social. La consecuencia es seguir sumergidos en una post dictadura, por la ausencia de los elementos aquí expresados.

Antes de finalizar el gobierno militar, economistas de la concertación manifestaban su complacencia con el modelo económico diseñado en dictadura, era un momento en que para ellos habría resultado políticamente no beneficioso otorgar créditos a la constitución del 80, aunque en la práctica la fueron sosteniendo en el tiempo, más aún en la actualidad algunos solapadamente se han referido al beneplácito con esa constitución.

Hoy estamos en disyuntivas que no alcanzan a ser vistas, y se sitúan en elementos fabricados desde lo sigilosamente estratégico desde el punto de vista comunicacional que pasan por el nombre de las opciones a plebiscitar “en contra” o “a favor”, pero también algo menos relevante y que tiene incidencia, es cuando nuevamente se llega al voto obligatorio, desde un parlamento que no representa a más del 50% del padrón electoral.

Lo expresado no significa ser detractor del voto obligatorio, sino que el darse cuenta de que éste se impone cuando hay mayor certeza del control que se tiene sobre la decisión de la ciudadanía. También y siempre en el área de las comunicaciones, se produce el efecto del encierro, quedarse encerrado, dejarse encerrar o caer en una situación de omisión.

El texto constitucional que será plebiscitado con todos los elementos regresivos presentes pasa a constituir un objeto que reúne las características para ponerse en su contra, sin embargo, por las sutilezas de las palabras no se puede o no se quiere mencionar sobre el elemento del cual se estaría a favor.

En la línea de lo anterior, una senadora visualizaba la importancia de la sociedad de futuro, pero no se explayó en su significado y mucho menos en ir a la profundidad de situarse en que muchos somos el futuro de los años en que partió la concertación y las expectativas de los años 80 en las luchas contra la dictadura no fueron resueltas, de manera más reciente está pasando lo mismo con el estallido social. Han sido 34 años en que estamos regidos por una constitución redactada en dictadura y pocos han hecho algo para reemplazarla en los tiempos debidos.

Otro senador emite opiniones sobre que el proceso actual no se debería haber realizado sino debería haberse postergado para más adelante, una reacción tardía. En la elección de constituyentes del 7 de mayo, la presentación de listas separadas jugó en contra, pero lo profundo de ese hecho es la carencia de una visión común respecto a un concepto de sociedad, ausencia de unidad.

Por el momento nos hemos movido en los círculos del mal menor, y ahora entre la espada y la espada. Las reglas del juego hacen que decidan los que pocas veces han votado y esas reglas fueron aceptadas y acordadas. Triste lo que sucede, pronto presenciaremos si la derecha sigue teniendo el control, pero hay una certeza, cualquiera sea el resultado ellos no pierden, si ganan no pierden y si pierden igual ganan, en los dos procesos se confluye en la constitución del 80 como alternativa, statu quo o girar en lo mismo, seguimos sin alcanzar la senda que nunca se ha de volver a pisar.

5 de diciembre de 2023

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