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Prueba de Transición dos veces al año: ¿A) Pocas certezas, B) Muchas inquietudes, C) Todas las anteriores? Por Juan Pablo Queupil

Hace unos días se anunció que desde el próximo año 2022 (admisión 2023) se podrá rendir la Prueba de Transición (PDT) para el acceso a la educación superior dos veces al año, al incorporar la denominada “PDT de invierno”. Si bien desde la Subsecretaría de Educación Superior del MINEDUC se ha destacado esta instancia como una buena noticia, ya han surgido diversas inquietudes derivadas de los posibles efectos no deseados que puedan emerger. Si bien la idea en sí misma no es nueva, pues ya el 2010 el entonces Ministro de Educación lo planteaba, justamente no ocurrió por diversos aspectos técnicos de los que, para esta ocasión, poco y nada se sabe. En ese sentido, en primer lugar, la PDT solo se habrá aplicado un par de veces -y en contexto de pandemia-, lo cual entrega escasa información y en un escenario inédito, para ya dimensionar si su cambio por la anterior PSU se puede catalogar como fructífero. Además, dado su carácter de “transitoria”, luego se contará con un set de tests ya definitivo y validado para recién ahí sustentar cambios tales como más rendiciones al año.

Por otro lado, se ha mencionado que en la PDT de invierno se puede dar cualquiera de las pruebas -solo una y no necesariamente las dos obligatorias y al menos una electiva, como ha sido lo tradicional-, y se considerará en cualquier escenario los mejores puntajes obtenidos (si se rinde, por ejemplo, las dos instancias el año 2022). Esto podría generar un alza en los puntajes ponderados y, por ende, en los puntajes de corte de gran parte de la oferta de carreras del sistema de acceso centralizado. Dada la segregación socioeconómica detectada por todas las pruebas nacionales e internacionales aplicadas en el país, esto terminará perjudicando justamente a los sectores que, en principio, el cambio de PSU a PDT pretendía subsanar, en virtud de los principios de equidad que fijan los estándares internacionales para las pruebas de esta índole.

A su vez, tampoco se ha dimensionado -o al menos mencionado- si, relacionado con la plausible alza de los puntajes de corte de las carreras, debería también replantearse las ponderaciones exigidas. De hecho, así como existe una comisión de expertos para regular los aranceles de las carreras, algo similar podría establecerse para las ponderaciones de las mismas, en especial si se considera además que existen como factores de selección las notas de enseñanza media (NEM) y el “puntaje ranking”, donde las ponderaciones varían entre 10% y 40% por cada factor, y en varias carreras el NEM y ranking suman 50% de la ponderación total. Vale decir, estas últimas tienen prácticamente un peso superior a, paradójicamente, las diversas PDT existentes, sin mayor sustento técnico y claro para aquello, más allá de la autonomía que poseen las instituciones de educación superior para fijar estas ponderaciones.

Así y todo, el argumento que se ha dado para esta aplicación bianual es “reducir el estrés y la ansiedad” (ver https://acceso.mineduc.cl/aplicacion-de-invierno/). No obstante, un parámetro de comparación es lo que ocurre en Estados Unidos, donde las pruebas de admisión universitarias se pueden rendir prácticamente 7 veces al año, por lo que el argumento de bajar la presión y ansiedad para quienes la rinden en Chile pareciera ser débil y más bien de un cariz político por sobre técnico.

Finalmente, y al alero de cómo se conforman las carreras de educación superior en Chile, esta situación genera un efecto “punta de lanza”, pues si la mayor parte de las carreras tuvieran un acceso semestral y no anual, la rendición de 2 veces al año sí podría articularse con aquello y tener mayores beneficios, tales como el indicado por el propio MINEDUC; vale decir, que los postulantes no tengan que esperar un año completo para ver sus opciones de prosecución de estudios.

En ese sentido, pareciera que falta aún mayor profundización y transparencia sobre las decisiones que han emanado al alero de la PDT, dado el impacto que tiene en miles de personas que aspiran a continuar estudios en la educación superior. Así, es de esperar que exista mayor discusión técnica, dado que el cambio de la PSU por la PDT aspira a abordar adecuadamente las inequidades del sistema socioeducativo chileno, para lo cual aún no es del todo clara y certera la evidencia acumulada.

Juan Pablo Queupil
Director del Centro de Investigación para la Transformación SocioEducativa (CITSE)
Universidad Católica Silva Henríquez

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