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¿Quién paga la crisis educativa en Chile?: los pobres, sin duda... Por Nelson Castañeda Vicencio

Luego de los resultados SIMCE 2022 entregados recientemente por la Agencia de la Calidad de la Educación, en nuestro país se generó inmediatamente un terremoto mediático en relación a la considerable baja en los resultados educativos a nivel nacional. Es que el impacto negativo en el aprendizaje de los estudiantes luego de la pandemia por COVID-19 fue catastrófico. En la prueba de Lenguaje de los 4 básicos el puntaje disminuyó 4 puntos entre 2018 y 2022 -de 271 a 267 puntos-, mientras que en los segundos medios se registró un descenso de 6 puntos, pasando de 249 en 2018 a 243 en 2022. Esto significa una baja considerable en la última década, de 16 puntos, puesto que en 2012 esta alcanzó los 259 puntos, convirtiéndose en el promedio más bajo en diez años. En matemática el panorama es menos alentador En este caso, los cuartos básicos arrojaron uno de los peores retrocesos, al pasar de 260 puntos en 2018 a 250 en 2022, es decir, una baja significativa de 10 puntos a nivel nacional, según el informe de la Agencia de Calidad de la Educación. Al comparar con las mediciones SIMCE anteriores, el puntaje cayó once puntos respecto de 2012 -cuando llegó a 261-. En tanto, los segundos medios lograron 252 en Matemáticas, 12 menos que la medición anterior. Ese desempeño es comparable al promedio obtenido el año 2006.

Pero, cuando se desmenuza el conjunto de los datos educativos entregados por la Agencia de la Calidad de la Educación es que podemos ver con todos sus matices el nivel tremendo de la crisis educacional chilena. Desde un análisis comparativo de los Grupos socioeconómicos (GSE) en los resultados de la prueba de Lenguaje en 4 básico, se puede concluir que se profundiza una brecha de aprendizajes entre GSE Bajo y Alto (55 puntos) y que hay una baja en el puntaje de los GSE Medio Alto y Bajo (6 puntos). Es decir, solo el SGE Alto no baja sus promedios.

En relación a los resultados por GSE de 4 básico en la prueba de Matemática todos los GSE presentan una baja significativa en la última medición. La mayor disminución se observa en los grupos Medio y Medio Alto. Y la brecha entre GSE Alto y Bajo sigue siendo muy significativa, con 59 puntos de diferencia.

Los datos son categóricos SIMCE 2022 y expresan con claridad la desigualdad educativa presente en Chile, en donde la trayectoria de aprendizaje de una niña o niño se encuentra profundamente influido por el GSE del cual proviene. Aunque durante las últimas dos décadas se han realizado esfuerzos considerables para corregir la desigualdad educativa. Por ejemplo, La Ley 20.845, busca generar un mayor nivel de inclusión social al eliminar los establecimientos con copago y reformar los procesos de admisión escolar basados en principios de equidad social. De la misma manera la ley N° 20.248 de 2008, establece el régimen de la subvención escolar preferencial, con la finalidad de mejorar la calidad de los establecimientos educacionales con alumnos prioritarios, es decir, alumnos, en que la situación socioeconómica de sus hogares dificulta sus posibilidades de enfrentar el proceso educativo, sin embargo, las grandes brechas educativas parecen no reducirse. Puede ser múltiples las variables que operan directa o indirectamente sobredicho fenómeno, pero, en términos concretos son los GSE bajo y medio bajo lo que se encuentran estadísticamente más lejos en términos de puntajes SIMCE del GSE alto.

Las oportunidades de ingreso a la educación superior como las proyecciones de ingreso en los primeros años de fida laboral de los estudiantes pertenecientes al SGE bajo son 200% más bajas que el SGE alto. Es irónico que los más pobres finalmente pagan el costo de la crisis educativa de nuestro país, siendo que se espera que el sistema educacional contribuya a reducir la desigualdad estructural de nuestra sociedad.

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