En su campaña por mentir y tergiversar los contenidos de la nueva Constitución la gente que la desaprueba han puesto el énfasis en dos áreas en específico: Por un lado, la defensa al derecho de propiedad (que está bastante explicitado en el proyecto constitucional), pero que la Derecha señala mañosamente que está en riesgo, y que, por ejemplo, el derecho a la Vivienda no queda asegurado y el Estado podría arbitrariamente otorgarte una casa y luego arrebatártela. Sin embargo, la Constitución de 1980 no contiene ninguna palabra relativa al derecho a Vivienda Digna. Otra materia relativa a la propiedad serían los fondos de pensión que ya no serían heredables , pero este derecho a heredar nunca ha existido y, mágicamente, durante los últimos meses las AFPs han salido a declarar que con la Nueva Constitución se acabaría este derecho, y habría un grave riesgo al pasar de un sistema de capitalización individual a uno solidario o de reparto, pues el Estado utilizaría “Mi plata” para beneficiar a terceros, “a los flojos que no trabajaron lo suficiente para tener buenas pensiones”. Si a muchas personas les hace sentido estos discursos es porque el neoliberalismo y la cultura del “ráscate con tus propias uñas” está fuertemente enquistado en la ciudadanía.
El otro tema que han usado como bandera de lucha es la plurinacionalidad, donde, según ellos, los “indígenas tendrían más derechos que los chilenos, pues tendrían su Sistema paralelo de justicia, o sea, habría ciudadanos de primera y segunda clase”. Ahora en su franja de TV dicen: “Queremos ser iguales, no plurinacionales”. Lamentablemente para ellos, esto no se zanja con un decreto, somos y seremos plurinacionales con o sin nueva Constitución, es como si EEUU negara a su población afroamericana. Les guste o no, los PPOO preexisten a la conformación del Estado chileno, y a pesar de las constantes masacres y robos de tierras de las que fueron víctimas, especialmente durante “La Pacificación de la Araucanía” o el exterminio Selk´nam, aún continúan presenten entre nosotros. Quizás para estos grupos de “patriotas” todos sería más fácil si no existiera ningún representante de las naciones preexistentes: ningún quechua, colla, diaguita, chango, kawésqar, yagán, selk´nam, mapuche, aymara rapanui, lickanantay, etc, así sería más fácil creer en el mito de la homogeneidad racial que se nos inculcó desde el colegio: que todos somos mestizos, por lo tanto no existirían los PPOO.
Para corroborar su tesis de la anti-plurinacionalidad ahora despliegan el resultado de una encuesta que realizó el CEP donde un 48% de los mapuche prefiere la existencia de un solo Estado-nación sin distinción de culturas, pueblos o naciones, sin embargo, un 43% está de acuerdo con la creación de autonomías territoriales indígenas (que es lo que propone la Nueva Constitución). Incluso el diario El Mercurio tuvo la audacia de señalar que: “la idea de avanzar hacia la plurinacionalidad y otras iniciativas asociadas carece de asidero incluso entre los pueblos originarios”. Al parecer, el diario de Edwards también se cree portavoz de los PPOO y cree saber lo que ellos necesitan.
Volviendo al debate constitucional, los partidos de derecha plantearon un pliego de declaraciones con puntos que no están dispuestos a negociar, y el principal de ellos es el de la plurinacionalidad. Señalan que: “esa propuesta constitucional es vista como una de las materias más riesgosas del texto. En conjunto con otros artículos en favor de los PPOO dotaría a la propuesta de un contenido “muy indigenista” y sería uno de los motivos de la mayor adhesion al Rechazo”. Por su parte, el ex constituyente Luis Mayol agrega: “El plurinacional no es para Chile ni para la mentalidad del chileno ni la estructura del Estado chileno” (sic). Este mismo sector es el que instalado la mentira que Chile se dividirá en 12 Estados si se otorga reconocimiento constitucional a los pueblos indígenas, a pesar que el Artículo 3 de la Nueva Constitución deja muy claro este punto.
Sin embargo, Arturo Fontaine, ex director de la CEP y hermano del ex constituyente Bernardo Fontaine, señala que “La plurinacionalidad es la manera de responder a la globalización y la expresión de que existen pueblos que se sienten naciones, por lo que el Estado tiene la responsabilidad de acogerlos a todos”. Lamentablemente, estas voces más moderadas de la derecha no tienen tanto eco en los medios como la de los mentirosos. Por último, los mismos que rasgan vestiduras inventando que habrá 12 tipos diferentes de sistemas de justicia no dicen nada de las desigualdades que si presenta el actual Sistema Judicial. Por ejemplo, la Corte marcial acaba de revocar por 3 votos a 2 el procesamiento en contra del ex comandante del ejército Ricardo Martínez quien había sido acusado por la ministra Ruthenford por malversación de fondos, o el mediático caso que involucró hace unos años a Martin Larraín, hijo de Carlos Larraín, ex senador y ex presidente de RN, quien atropelló y asesinó a una persona y no estuvo ningún día preso.
Si llega a gana la opción Rechazo, el “Rechazar para Reformar” no contempla el reconocimiento de Chile como un país plurinacional, y si a muchos chilenos les hace sentido este discurso intolerante hacia los PPOO y se oponen al reconocimiento de las naciones originarias y al respeto de sus costumbres, solo será la constatación de que somos un país profundamente racista, un país que prefiere esconder bajo la alfombra las evidentes desigualdades que nos marcan según las etnias y clase social. Además, nos constituiríamos en una especie de paria en América Latina, donde muchos de nuestos vecinos ya han resuelto esta materia: Ecuador fue el primer país en definirse constitucionalmente como plurinacional, luego le siguió Bolivia, en tanto Canadá ya lo había hecho en 1982. En Perú, con una alta población indígena, no está consagrado como tal, pero se señala “que el Estado reconoce y protegé la pluralidad étnica y cultural”. Incluso España está considerando plantearse como un Estado plurinacional y por eso observan con interés como se resuelve el actual debate en Chile.
De rechazarse el texto constitucional por el solo hecho de plantear la plurinacionalidad creo que la fractura social que hoy nos afecta solo se profundizará. Si no se reconoce la deuda histórica que el Estado chileno tiene respecto de las naciones originarias será infructuoso el ejercicio de crear un Pacto Social o una “Casa para Todos”, pues esa “casa” dejará nuevamente desguarecidos a los mismos de siempre, a las antiguas naciones que nos han precedido.
Cristián Martínez Arriagada
Cientista Político