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¿Realismo o terrorismo político? La Nueva Mayoría ante un eventual gobierno del Frente Amplio. Por Cristián Valdés

Como van las encuestas -con todas sus variaciones y vicisitudes-, queda bastante claro que la figura presidencial de Beatriz Sánchez se ha instado en el escenario presidencial, y que incluso según la combinación de competidores, aparece al nivel de Guillier, y en una eventual segunda vuelta con Piñera, se muestra como una candidata con posibilidades reales de ganar.

En este escenario, evidentemente se activan toda clase de discursos que responden a la lógica de la competencia electoral; descalificaciones, acusaciones, líneas editoriales tendenciosas, y una larga lista de estrategias preestablecidas de manual. Sin embargo hay que llamar la atención respecto a la “advertencia” explícita de la Nueva Mayoría ante un eventual gobierno del Frente Amplio, afirmando que al no tener apoyo en ambas cámaras, simplemente no habría gobernanza posible.

Este parece ser el meollo del cuestionamiento, pero denota más que el interés por criticar o evidenciar la debilidad de las propuestas, la incapacidad de los partidos políticos tradicionales de enfrentarse y resolver en el plano de las ideas y el debate, planteamientos que se generan en clave discursiva, histórica y social no integrada o silenciada por ellos mismos, superponiéndose y tensionando esos relatos, rompiendo el esquema binominal del sistema político.

Esta advertencia implica varias cosas, por de pronto el carácter “democrático” funcional de la Corporación, que no responde a ningún proyecto país fuera de cuatro paredes -hoy la DC es un buen ejemplo de aquello-, sin embargo hay que considerar seriamente que esta advertencia con tintes de amenaza, se viste de realismo categórico para camuflar un simple terrorismo político, que busca desanimar y debilitar nuevas fuerzas políticas.

A propósito de la vinculación entre partidos políticos completos en negocios vinculados a la dictadura, habría que integrar el recurso al terror como elemento normalizado del juego político chileno, en otras palabras, la Nueva Mayoría, que como Concertación pretendió enarbolar la lucha contra Pinochet, en realidad no ha sido más que una larga y agotadora “transición” que no deja de ser tal al no tocar ninguno de los pilares fundamentales del gobierno militar; eso está claro. La cuestión está, por tanto, en lo profundo y olvidado de esta herencia nefasta, porque claramente va más allá de la administración y goce de una constitución ilegítima y negocios apóstatas, porque la sitúan como elemento central de la política y la gobernanza chilena, sermoneando sucintamente y a buen entendedor, que eso puede traer consecuencia serias para el país ¿lo del 73?

En este sentido el Frente Amplio tendría que asimilar con otro sentido de realidad este discurso del miedo, no apuntando a su anulación o refutación como punto central del debate, sino más bien dirigir al elector un discurso sensato e integrador, que atento de los desafíos, pueda exorcizar este espasmo de la dictadura, considerando y valorando que en sí mismo nunca es un agente político estúpido y manipulable, pues anticipa con toda claridad que la antípoda es la imposición y el chantaje, en otras palabras, siempre –antes que votante- es pueblo libre que siente en carne propia el realismo de la injusticia y el realismo de su transformación.

Dr. Cristián Valdés Norambuena
Miembro del Colectivo de pensamiento crítico “Palabra Encapuchada”

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