Hace casi exactos 483 años, en un segundo intento oficial por fundar ciudades en Chile, el primero por cuenta de Diego de Almagro con un fracaso estrepitoso y uno extra oficial de bandidos exiliados de Perú. Tras de una travesía penosa de 11 meses donde los pormenores darían material de sobra para una novela, Pedro de Valdivia se bajó extenuado de su caballo a tomar un descanso en la ladera del cerro Huelen – el día de Santa Lucía por ende le cambió el nombre de un plumazo - frente a un torrentoso brazo del río Mapocho. ¿En realidad fue fortuita o premeditada la elección del lugar de la fundación de Santiago?, ¿Tuvo algún dato específico para detenerse en el centro del país? ¿Por qué la plaza de Armas se ubicó ahí y no en otro lugar?
El propósito de esta pequeño articulo busca justamente cuestionar la historia oficial y hacer eco de otras visiones sobre la fundación de Santiago sin desmerecer las aventuras de Valdivia dando cabida a otras versiones y al aporte de otras disciplinas: asombrosos hallazgos arqueológicos en el casco histórico de Santiago que evidencian fuertemente la pujante ciudad que había entonces junto con nuevas interpretaciones de fuentes primarias que en su conjunto sugieren una nueva tesis: Santiago ya existía con calles, acequias, graneros, rutas y fue el sitio ideal para reconstruir y también para destruir pues lo que en realidad ocurrió fue un sobre uso estratégico de las tierras. Esta actitud de posesión no es un caso aislado en la conquista de América ya que hay una suerte de sincretismo forzado donde una cultura somete a otra, por ejemplo, lo podemos ver en la catedral de ciudad de México donde la iglesia fue levantada literalmente sobre los cimientos de la pirámide del Sol, es decir hay que borrar a Tonatiuh (Dios del Sol) pues al final, los conquistadores traen un nuevo Dios desconocido para los indígenas y portan la herencia cultural Romana de la “Hispania” avanzar sin miramientos. Por consiguiente, las huestes del fundador callaron varias veces en sus relatos muchas noticias que hoy la Arqueología de manera contundente en conjunto con una segunda lectura a las fuentes, nos puede permiten darle un sentido diferente a la historia y poner en tela de juicio a los escritores clásicos sin ánimo de menoscabar sus trabajos, al contrario enriquecer la historia aportando otras aristas o puntos de vista.
Pero, ¿Cómo llegó a ser Santiago una ciudad Inca? Alrededor del 1200 D.C. los Incas lograron sobreponerse a otras etnias- entre ellas los Aimaras - mediante luchas intestinas territoriales alrededor del mítico Cuzco - EL ombligo del Mundo – Aunque las fuentes primarias peruanas de ese siglo son muy precarias, en su origen ya podemos afirmar que para el año 1438, el Inca Pachacuti tenía en mente una gran expansión territorial en distintos rumbos, “Los Suyos” que vienen siendo para nosotros los occidentales algo así como los puntos cardinales a modo de analogía. Uno de los tantos hijos de Pachacuti el Inca Topa, extendió los dominios del ya Imperio Inca hasta el valle del Maule en Chile. Unas últimas palabras sobre Pachacuti quien no solamente levantó Machu Pichu, además es considerado uno de los mejores gobernantes peruanos de todos los tiempos, aunque para lamento de muchos especialistas aún es un misterio la ubicación exacta de su momia.
Con la llegada de los Incas a Chile, viene lo que es quizás el episodio con más tradición de epopeya guerrera, sin lugar a dudas la resistencia Mapuche contra la invasión Incaica. Pues a fin de cuentas los Incas no pudieron seguir avanzando hacia el sur y finalmente se devolvieron a la cuenca de Santiago y se conformaron con su dominio en el Norte de Chile gracias a la astucia de sus Mitimaes que habían sometido a los Atacameños y Diaguitas. Esta resistencia mapuche está corroborada por la arqueología donde no hay huellas materiales contundentes más allá del sector central de Santiago, el Pucará de Chena es un buen ejemplo para referir junto con el cerro de la Compañía en Angostura de Paine como el último bastión Inca. Además los Incas reconocieron el dominio Mapuche y desistieron de seguir luchando contra ellos, al devolverse por donde vinieron los llamaron los Aucas que significa “Rebeldes” quizás, este episodio de rebeldía sirvió de preparación a los Mapuches para resistir el contacto con españoles en la ya mítica “Guerra de Arauco”. No obstante los Incas persistieron en Santiago algunas décadas consolidando una ciudad que le venía como anillo al dedo a Pedro de Valdivia amigo personal del rey Carlos V de España y por lejos mucho más inteligente que el tuerto Diego de Almagro.
Sobre la fundación de Santiago podemos hacer un contraste entre lo que dijo Pedro de Valdivia a sus escribanos Juan de Cárdenas y Alonso de Pastrana mientras dictaba la historia oficial de ser el primero en fundar la ciudad, trazar sus calles y chacras versus las pruebas irrefutables de la arqueología (importantes son las contribuciones del arqueólogo Rubén Stehberg entre otros especialistas e historiadores) las conclusiones de los estudios de Stehberg señala que ya para el año 1400 Santiago contaba con calles, caminos, rutas, hidroagricultura, acequias, depósitos de alimentos, centros ceremoniales e incluso minería de oro y plata. Hay que entender eso sí que la ciudad no hay que verla desde una óptica europea, hay que entenderla desde una concepción incaica, más que nada un centro administrativo y ceremonial. Estas estructuras fueron destruidas en su mayoría por los españoles, sin embargo, sus vestigios nunca fueron borrados totalmente y salieron del subsuelo es decir del casco histórico de Santiago. Hay algunas pocas evidencias escritas sobre la presencia Inca pero resaltaremos la más llamativa: “…mandó al pregonero público de ella Domingo, de color moreno, que llamase a consejo y tañese una campanilla con que se tañe a misa en este pueblo, porque no había otra mayor, para que al sonido de ella, como era costumbre, se juntase todo el pueblo y común en un tambo grande que está junto a la plaza de la ciudad” (Actas del Cabildo de Santiago reescritas en 1861). El tambo grande hace referencia a un edificio público Inca, “El Kallanka” ubicado en la Plaza de Armas de Santiago. Esta cita está relacionada con el día donde se elegirá al primer gobernador de Chile en 1541, es decir, se usó la infraestructura existente al igual que la plaza inca y a modo de conjetura tal vez para dar una señal del nuevo dominio que se venía. Aunque hay que agregar que la plaza fue de inmediato modificada y sus trazados colindantes fueron un damero y una copia de una plaza militar romana.
Hay más fuentes donde se repiten varias veces la palabra inca, tambo, la casa del inca, los indios Incas entre otros. Sin embargo, los conquistadores se empeñaron en borrar el pasado, no obstante los indígenas no fueron observadores pasivos, el 11 de septiembre de 1541 Michimalonko les dio un castigo ejemplar a la nueva ciudadela de Santiago (500 habitantes aproximadamente) atacando, borrando y quemando sus frágiles cimientos, a tal punto, que Valdivia debió mandar a su gran amigo de confianza a Perú por refuerzos, es el famoso viaje de Alonso de Monroy que demoró más de la cuenta y da para otra novela valga la redundancia. Por cierto no dejaremos de lado la heroína que fue Inés de Suárez figura fundamental en aquellos años.
A modo de epílogo, en la actualidad, quizás no nos cuestionemos tanto nuestros orígenes ni le demos debida importancia a esos primeros años. Sin embargo, Pedro de Valdivia tiene calles y avenidas en casi todas las ciudades de chile, estampillas, bustos, cuadros, colegios que llevan su nombre, una universidad y un largo etc., en contra parte los incas poco y nada en Santiago. Por ende no es necesario borrar su legado, pero si es importante dar una mirada más global a como fueron las cosas, a como se logró el sincretismo, el mestizaje y como se ve hoy el peso que puede tener un personaje histórico para las nuevas generaciones.
Finalmente para los amantes de la Historia si pasan por Santiago, entren a la Iglesia de San Francisco en el centro, Alameda esquina metro Santa Lucia y fijen sus ojos unos 4 o 5 metros sobre el altar mayor, ahí encontraran una virgen de madera policromada (en técnica de ebanistería) de unos 27 centímetros de alto, que viajo en las alforjas de Pedro de Valdivia, cruzo continentes, era su amuleto personal primero en Flandes, luego en el norte de Chile contra los atacameños, a esa imagen le rezaba en su creencia para ganar fe y fuerzas, esa misma imagen la uso en la segunda Ermita de Chile – la primera fue un precario altar en el cerro Santa Lucia - y la segunda bajo un frondoso castaño donde deposito la virgen del socorro o en esa época la “Señora del Bulto”. En ese castaño frondoso se edificó primero un altar y años después la iglesia más antigua de Chile de la orden de los Franciscanos quienes custodian aún la imagen del fundador oficial de Santiago, pero que uso toda la ingeniería Inca disponible en ese tiempo.
Álvaro Vogel V. Historiador.