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Religión y política: emergencia protestante. Por Alex Ibarra Peña

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“(…) se ven pocos sacerdotes;
los frailes disminuyen rápidamente,
y se goza, de hecho, de toda tolerancia que puede apetecerse”.
(Andrés Bello)

El extracto con el que comienzo esta columna es parte de una carta de Andrés Bello, cuestión no menor si es que hacemos caso a esas afirmaciones que lo conciben como aquella figura política a la cual se le atribuye haber ideado la forma del relato político del siglo XIX en el Chile de la emancipación. Colocarla aquí es bajo la ocurrencia de que la podemos utilizar de forma retórica para ver una suerte de correspondencia entre a mayor religión menos tolerancia, lo que sería absolutamente perjudicial para los asuntos entre religión y política.

Bello era parte de aquellos ideólogos ilustrados que declaraban cierta inquina frente a la iglesia católica que se entrometía en los asuntos de la política en nuestras recién formadas naciones. Sin embargo, como político orgánico muchas veces tuvo que moderar sus posturas más radicales en busca de los consensos, de ahí la famosa frase de “todas las verdades se tocan” usada en el Discurso Inaugural de la Universidad de Chile, en donde terminó aceptando una Facultad de Teología. Después de todo las universidades no son tan tolerantes en materia política debido a su dependencia con el Estado que sigue en deuda con el financiamiento de la educación pública y con el respeto a la autonomía.

Pero, volvamos al motivo de este texto. Por estos días ha sido polémica, al menos en los medios de comunicación, la participación de los políticos en el tradicional Te Deum Evangélico. Un antecedente importante fue el último acto de este tipo, debido a las interpelaciones y ofensas que tuvo que soportar la ex Presidenta. Este clima previo ha generado una serie de artículos de opinión que relevan el crecimiento del mundo “canuto” y su participación en política. Varios de estos comentaristas críticos reclaman esta vinculación del protestantismo en la política por el peligro conservador que representarían, reclamo que de ser justo tendría que ser bastante más extenso, ya que la ideología conservadurista no es exclusiva de parte de este sector religioso. Sabemos desde hace tiempo de la influencia de sectores católicos ultra conservadores que no sólo intervienen en política, sino que también en poderosos consorcios económicos, como son el Opus Dei o los Legionarios de Cristo. Tiendo a pensar, que la condena intelectual al mundo “canuto”, incluye elementos de discriminación de clase dado el origen popular de éste, que obedecen más bien a prejuicios elitistas.

La participación de los protestantes en política es un hecho evidente y será mayor, dado su crecimiento y dado el decaimiento de la iglesia católica. Esto no es un problema, ya que hace bien que los ciudadanos participen en política aportando a las transformaciones de nuestra concepción de mundo, incluidas las espirituales. Tal vez, los mayores riesgos de la participación de los protestantes en política sean dos. Uno, es aquella participación política que con poca reflexión asume la voluntad de sus líderes jerárquicos sin ejercer la propia. El segundo, una visión de mundo separatista de la realidad distractora del acontecer histórico.

Lo que sí me parece un mayor peligro político, es el uso que vienen haciendo los partidos políticos de derecha del potencial electivo del mundo protestante. Es claro que hay una estrategia continental en usar las masas protestantes para el restablecimiento de un ideario conservador. De ahí que se haga más importante el hecho de que el tema de lo político logre penetrar al interior de las distintas iglesias protestantes para que desde las comunidades de base se manifieste el tipo de sociedad que desean a modo de integración social y cultural.

Estudios sobre el mundo protestante no son muchos, pero hay algunas buenas lecturas que podemos recomendar, por ejemplo el clásico libro titulado “El refugio de las masas” del sociólogo Christian Lalive, y “La religión en Chile del Bicentenario: católicos, protestantes, evangélicos, pentecostales y carismáticos” editado por Miguel Ángel Mansilla y Luis Orellana.

No hay dudas es importante el crecimiento en participación política desde concepciones democráticas. Las religiones han determinado no sólo regímenes de gobierno, lamentablemente también hechos crueles como las guerras. Es oportuno destacar la relación incesante entre religión y política en estos días de exacerbación del orgullo nacionalista y en esta época de construcción de nuevos horizontes ciudadanos.

Alex Ibarra Peña.
Colectivo de Pensamiento Crítico:
“palabra encapuchada”.

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