Qué duda cabe, los procesos sociopolíticos son dinámicos, donde se administran equilibrios que también son muy dinámicos. El Proceso Constituyente, no es la excepción, pues éste se inauguró en el segundo gobierno de la ex Presidenta Michelle Bachelet con participación ciudadana y consejo ciudadano asociado, así como con un Proyecto de Nueva Constitución, que se ingresó en las postrimerías de su gobierno y que su NO materialización, entre otros factores, explica el Estallido Social. Posterior a él (estallido) vinieron acuerdos políticos (noviembre 2019) para la realización del plebiscito de entrada (2021) derivando hacia una nueva Geografía de la Multitud (institucionalizada y latente aún), consolidándose una propuesta constitucional, que, en el plebiscito de salida, el último 04 de septiembre del 2022, fue rechazada.
Ahora, asistimos, a un nuevo momento de propuesta constitucional (a partir del acuerdo logrado en diciembre 2022), que terminará en diciembre de este año con un plebiscito de salida. La búsqueda por un cambio constitucional, como vemos, ha sido dinámica. A ratos vertiginosa, todo por alcanzar una meta que aún está presente, esperamos (más calidad de vida), en los nuevos encargados de su redacción. Espacio donde los giros y equilibrios dinámicos que han realineado regularmente las correlaciones de fuerzas políticas y electorales, han influido para bien o para mal; pues, pasamos de formalizaciones político-ideológicas-electorales más progresistas a otras conservadoras y con inmediata proyección presidencial en el discurso de José Antonio Kast (JAK), ese 7 de mayo del 2023, en la noche.
Tal como esta noticia presidencial, existieron otros hechos político-electorales relevantes y no relevados aún, como fue, la similar participación electoral constitucional respecto del último proceso tenido a la vista (plebiscito 04-sept) con 13 millones de votos, implicando 85,9% v/s los 12,8 millones de votos (mayo 7/23) representando el 84.9%. Una parte del diferencial podría estar asociado al voto exterior.
Pero, además, está la distribución del voto, pues desarrolló una nueva dinámica, cuyos efectos implicarán una preocupación para el futuro en el mundo oficialista y en lo que queda de proceso, pues las fuerzas políticas generarán la búsqueda de nuevos acuerdos.
Lo tercero, claramente observable es, el hecho que el número de los votos nulos y blancos aumentó como nunca en las elecciones desde la vuelta a la democracia, cuya magnitud superó el caso de la elección ’97. En el plebiscito de septiembre alcanzaron 278 mil (1,8% de los inscritos), ahora en mayo esto llegó a 2,6 millones (17,7%).
Sabemos que hay múltiples explicaciones, pero sólo una la que debe preocupar en clave de consecuencia, y es la generación de (i)legitimidad del proceso. Si bien una cuantía de votos nulos podría explicarse, por la inscripción de una candidatura del Partido de la Gente (PDG) relacionada con el narcotráfico, en la ciudad de Arica, la magnitud de electores de este partido se mantuvo, en comparación a la elección de Diputados 2021. Es decir, hay una corrida de votos, pero a nivel nacional y no, necesariamente, por un caso puntual, sino por hechos nacionales que dirían relación con el proceso y, lo peor, con la contingencia.
De esta contingencia, se hizo cargo la tienda partidista ganadora, como es el Partido Republicano (crisis migratoria – seguridad pública), quienes tienen un desafío mayor, pues no fueron parte del acuerdo que convocaba a este nuevo proceso constitucional (ni a los anteriores) y, ahora, son una fuerza política decisiva, debiendo avanzar en acuerdos tácticos y estratégicos para mostrar un buen desempeño al interior del Consejo Constitucional, en cuanto orgánica mayoritaria (deberán tocar la guitarra constitucional, que nunca quisieron tocar), evitando las duchas públicas o las propuestas que dejen a la minoría inquieta. Tienen que demostrar que son capaces de gobernar. Relacionado con lo anterior, es bueno colocar en valor el adagio que “no es lo mismo estar juntos que unidos”. En el proceso presidencial anterior, la Derecha se juntó en torno a la mejor candidatura, que en ese momento fue la de JAK y, hoy, al amparo de los resultados del Consejo Constitucional, la Derecha evaluará si estarán juntos o unidos, pues en este proceso, es la Derecha de Republicanos, quien tiene la mayoría para “gobernar” el sector, dejando a JAK como socio mayoritario, de la Derecha. Ellos, enfrentarán, más que en el Hemiciclo Constitucional, un gran desafío en las próximas elecciones 2024 de escala local y regional.
En el presente, la derecha tradicional deberá evaluar, además, si mantiene su voluntad de acuerdo con el oficialismo en favor de un texto que considera 12 bases constitucionales, implicando defenderlas de las posiciones discursivas más conservadoras de Republicanos (quienes no fueron parte del acuerdo). Es decir, lo razonable es que la Derecha tradicional, debería sumarse al progresismo para defender sus propios 12 bordes, o bien, rediseñarlos en alianza con Republicanos. Esto último los podría hacer desaparecer, pues esos nuevos acuerdos no serán solamente refrendados para el desarrollo constitucional, sino que tendrán implicancias, a lo menos, en las municipales del 2024.
Para decirlo claramente, la derecha tradicional, ha sido fagocitada por Republicanos, por lo cual reaccionará respecto de apoyos mutuos, encontrando en la última elección presidencial un punto de captura inicial, toda vez que Mario Desbordes fue barrido por Sebastián Sichel en la primaria presidencial del sector (Desbordes, Sichel, Lavín, Briones) y, posteriormente, este último, fue barrido por JAK, que no se sometió al ejercicio de primarias del sector, obligando apoyos a JAK en segunda vuelta contra Gabriel Boric, tras ganar la primera de forma no imaginada (nos referimos a JAK). Lo de ayer (07 de mayo) debería llamar a la reflexión a esta derecha pro Nueva Constitución, sino se le augura un difícil mañana.
El Partido de la Gente, ante la debacle electoral y de elegibilidad, traducida en cero integrantes en el Consejo Constitucional, pareciera, le impactó fuertemente la inscripción de su candidata comprometida por tráfico de drogas (por Arica-Parinacota), a lo menos en su imagen o marca. Pero, además, quizás la asociación con Pamela Jiles, tampoco le resultó atractivo a un electorado proclive, que, sin perjuicio de su volatilidad, pudo evaluar una NO coherencia interna de la tienda PDG. Quizás, también, el desgaste de su máximo líder, Franco Parisi. Dado el comportamiento de sus representantes, es factible una migración electoral futura.
Por su parte, las fuerzas oficialistas organizadas en el Socialismo Democrático y Apruebo Dignidad, más la Democracia Cristiana, tienen harto que analizar. Comenzamos diciendo que la unidad era el camino político-electoral correcto, y que un sector no lo leyó adecuadamente. Si para el PDC fue duro el proceso constituyente pasado, pues la historia solo recuerda que obtuvieron un representante, ahora la historia dirá que no fueron parte de la nueva constitución, como tampoco el PPD y los Radicales (por no estar en el Consejo Constitucional, sin perjuicio de estar en el Consejo de Expertos). Luego, las siguientes acciones político-electorales, demandará en ellos, altos grados de disposición al diálogo para reconstruir el Socialismo Democrático 2.0.
La parte dos del socialismo democrático que integró el pacto Unidad por Chile (PS y PL), junto a los partidos de Chile Digno y Frente Amplio, tuvieron un mejor desempeño en votos y representación en el Consejo Constitucional, hecho que también los coloca en un desafío explícito en términos de avanzar en influencia, en la teórica alineación de las derechas al interior del Consejo Constitucional.
Los Pueblos originarios, finalmente, en lo electoral, pasaron a la intrascendencia, dado su único representante en el Consejo Constitucional. Si bien aumentó el número de electores pasando de 262 mil a 306 mil, con voto obligatorio, disminuyó la oferta de candidaturas y al parecer algo más, pues este proceso ha comenzado con una dinámica que tendrá efectos sobre los equilibrios políticos en todos los sectores.
Este 7 de mayo, quien lo diría, desplazó intensamente la guitarra constitucional a quien nunca ha creído en una nueva constitución, refrendado las paradojas de los procesos socio-políticos y las necesarias autocríticas de los actores políticos y otros que no concretaron un avance constitucional cuando se pudo en términos menos contradictorios que los que se observan.
Hernán García Moresco, profesor de la Universidad Academia Humanismo Cristiano. Magister© Ingeniería Informática USACH. Diplomado en Big Data Universidad Católica. Diplomado en Ciencias Políticas y Administración Pública. Universidad de Chile. Licenciado en Educación en Matemática y Computación USACH
José Orellana Yáñez, Doctor en Estudios Americanos Instituto IDEA-USACH, Magister en Ciencia Política de la Universidad de Chile, Geógrafo y Licenciado en Geografía por la PUC de Chile. Académico de la Carrera de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Academia Humanismo Cristiano