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¿Réquiem por la Concertación? Por Tomás Reyes Sepúlveda

En medio de una erosión de los mapas políticos del país, los amargos resultados del domingo pasado no sólo marcaron el devenir del gobierno de Gabriel Boric -que, para algunos analistas como Octavio Avendaño, esta derrota marca prácticamente su final en tanto proyecto-, sino que también finiquitó los resabios concertacionistas que aún rondaban en nuestro escenario político. Los resultados del pacto Todo por Chile, integrado por el Partido Por La Democracia (PPD), Partido Radical (PR) y la Democracia Cristiana (DC), fueron lapidarios. Según datos del SERVEL, en conjunto, estos partidos sumaron 877.207 votos, representando un 8,95% respecto al total, aunque sin dar cabida a ninguno de sus candidatos en el Consejo Constituyente, articulando así una grave crisis para el sector que, actualmente, podríamos asociar al centro político. Y cómo no situarlos allí si gran parte del discurso que los configuró remarcó no sólo el factor comunista, vinculado al gobierno de Boric y la importancia que posee el PC en la coalición, sino que también la evitación de los maximalismos, representados por el oficialismo y el auge republicano.

La asunción de este pacto, considerado como un ‘error político’ por parte del oficialismo, devino -precisamente- de la noción de sentirse aún partes de la coalición que gobernó nuestro país por largos veinte años, realizando llamamientos al PS para volver a constituir la Concertación. Al parecer, ante momentos de crisis, nuestro centro político no está mirando hacia un proyecto a futuro, sino que más bien tiende a legitimar su presente a partir de su experiencia pasada, lo cual fue claramente materializado en sus candidatos al Consejo Constituyente: Sergio Bitar (PPD), Jorge Insunza (PPD), Carmen Frei (DC), Andrés Palma (DC), Andrés Zaldívar (DC), entre otros.

Parecen ser partidos que se hallan en medio de una tormenta perfecta en el mar, víctimas de la erosión del mapa político y de la polarización política experimentada por el país desde la Revuelta de Octubre. Sin embargo, no son los únicos a punto de naufragar y es precisamente aquello los que los puede salvar de las profundas aguas del olvido. Es también el oficialismo un protagonista y, a la vez, una víctima de esta (re)articulación de la política nacional, cuya experiencia gubernamental implora por una coalición que agrupe a todos los sectores opositores a la instalación de un gobierno republicano, cuya asunción meteórica es materia de estudio para las ciencias sociales.

Esta es la oportunidad para buscar los puntos en común ante el auge de ideas contrarias a nuestra democracia y lograr reunirse nuevamente, aunque la influencia del PC sea un punto de tensión para estos sectores, tal como lo era hace treinta años atrás. Hace unos meses, con el cambio de gabinete, pensábamos que la Concertación volvía a ser influyente en el devenir nacional, pero los votos -que es justamente lo que define la gobernabilidad- sostienen lo contrario.

Tomás Reyes Sepúlveda,
Observatorio de Historia Reciente de Chile y América Latina, UDP.

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