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Resultados espúreos: ¿dan para celebración? Por Luis Osorio

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En las últimas horas, y dentro de un ejercicio recordatorio de conocimientos, nuevamente vienen a la mente los contenidos de la estadística y de manera más precisa, la estadística bayesiana. Es altamente probable, que los lectores no todos entiendan lo expresado en el párrafo anterior, pero sólo con una breve mención el concepto se logra entender con facilidad, y siempre esa explicación resulta fácil de efectuar, cuando tenemos resultados electorales recientes y no tan recientes. En lo no tan reciente, Piñera en segunda vuelta obtiene una mayoría que lo hace presidente, al conseguir sobre un 50% de apoyo. Es ahí donde viene la esencia de la estadística bayesiana, en la cual debe existir un elemento condicionante y diferenciador, se trata de un porcentaje condicionado a quienes efectivamente fueron a votar, y que nos lleva al resultado final que lo bayesiano debería concluir en un resultado de 26% aproximado, en relación al padrón electoral. No obstante, lo anterior, igual en su momento hubo celebraciones y bocinazos en las calles, aparte de los saludos y felicitaciones protocolares. Sin ponerse centralistas, pero atendiendo a que en la región metropolitana hay una gran concentración de electores. Se repitió la conducta de toda elección, en cuanto conservando los distanciamientos que impone el tiempo de pandemia y sin mostrar mucho las caras, por el uso de mascarillas, igual algunos celebraban y estaban contentos por la elección de su candidato, que más encima en poco tiempo lograba la adhesión al menos a nivel cupular, de los que no tanto tiempo atrás, golpeaban puertas por otros lados. Podría haber sido un triunfo contundente con un 52,7%, de no mediar esa molestosa estadística bayesiana, que nos lleva a la realidad de un triunfo real tomando como referencia el padrón electoral completo, con la módica suma de un 10,32%. Unos puntos más que un retiro previsional. El escenario porcentual se repite en forma transversal a través de todo el país, pero claramente por la gran concentración electoral en la región metropolitana, no resulta posible dejar de hacer un análisis teniéndola como referencia por el peso absoluto que representa. Además, por la distribución electoral del país, rápidamente se pueden diseñar mapas de participación electoral comunales. La síntesis indica un día en que se transmitía por varias horas el hecho de la baja concurrencia a votar, que producía el efecto en las personas, de para qué voy a ir a votar si me puedo quedar en casa, o aprovecho el día en que hay la posibilidad de salir, para ir a la feria o a pasear por el barrio. Sin embargo, a eso de las 16 horas del domingo 13 de junio, comenzaron a activarse los WhatsApp en las comunas del rechazo, transmitiendo el mensaje de concurrir a votar, e intervenir en el proceso eleccionario, por supuesto realizado de esa forma con proyección futura, y haciendo ver que era algo confabulado. Estamos en una época de cambios de paradigmas en lo político, y aún falta mucho más. Tal vez habrá sectores que venían transmitiendo el asunto de la unidad con vistas a las próximas elecciones, bajo el argumento de para que no gane la derecha, que hoy, aunque la derecha está con un deterioro avanzado, igual deben estar pensando en la forma de retribuirles. Más aún, es probable que el WhatsApp detonante, se haya generado desde un familiar directo quien por cierto merece un reconocimiento. Se suma a que quienes han sido parte de los gobiernos, no de los 30 últimos años, sino ya de 32 años, tienen actitudes manifiestas de no asumir sus responsabilidades en la crisis social y política, sienten que su obra ha sido la mejor y no aceptan que se produzcan las transformaciones necesarias. Ellos y la derecha siguen con el respeto irrestricto a las reglas del juego, sin considerar que la historia no se puede plantear como un juego, ya que esa mirada lleva al hecho que unos ganan y otros pierden, perjudicando a la convivencia por haber más perdedores que ganadores. Un hecho en el cual la estadística bayesiana, no se aplicará, será el plebiscito de salida por ser el voto obligatorio. Pero hay algo que no quedó resuelto, por tanto, deberían ser los convencionalistas los que den una respuesta. Un resultado de un 30% aprobando la nueva constitución, 25% rechazando la nueva constitución y 45% de votos blancos ¿cómo se resuelve?, la reglas no se han puesto en todos los casos, en aspectos trascedentes no opera el sentido común ni los supuestos.

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