Como está sucediendo desde hace ya unos años, cada vez son más frecuentes las noticias que avisan que uno o una más de aquella generación que recorrió el camino largo de la lucha revolucionaria y social en el siglo pasado, pasó a otro plano existencial o para algunos espiritual. La última noticia recibida fue la muerte de Orlando Bahamondes, su nombre real, Sergio, Pedro en Centro America o en el FPMR durante su vida clandestina, cuyo aporte silencioso pero inmenso a la lucha en contra de la dictadura abrió, al momento de su partida, las páginas públicas de su historia, para que sus compatriotas lo conocieran.
Pedro el Jefe de la Logística del FPMR que con sus conocimientos, su férreo compromiso y disciplina clandestina, fue quien permitió que el derecho a la rebelión se concretara en cada acción militar revolucionaria que los rodriguistas realizaron, incluyendo su rol como jefe de la internación de armas a Chile, porque era necesario hacerlo para combatir el terrorismo de estado. Sus características personales y sus capacidades indiscutibles le permitieron mantener la logística a punto, un logro extraordinario considerando las condiciones en las cuales había que actuar y moverse para mantener secretamente la disponibilidad operacional requerida, asegurando que los y las combatientes del FPMR tuvieran resueltos los requerimientos que se necesitaban para alcanzar y concretar con éxito sus misiones y objetivos.
Este jefe militar revolucionario nos dejó justo cuando los chilenos y chilenas recordamos los 50 años del golpe de estado civil militar y del cobarde asesinato del Presidente Salvador Allende, pero también, recordamos el largo y hermoso recorrido que permitió la victoria popular de 1970, cuyo objetivo explicito era cambiar el signo del poder dominante en la sociedad chilena, caminando democráticamente hacia una sociedad socialista. Orlando Bahamondes era parte de esa generación que vivió los rigores y las injusticias de un sistema oligárquico que era el responsable de la pobreza profunda que vivía Chile en los años 60-70, un momento en la historia que nos permitió a millones de jóvenes el despertar de una conciencia social con inquietudes, la que luego nos llevó a participar activamente del programa político socialista que propuso Salvador Allende al país, para terminar con las injusticias sociales, la falta de oportunidades y las desigualdades que a muchos nos correspondió vivir en nuestra adolescencia y juventud.
Sueños que fueron interrumpidos violentamente por la invasión militar de 1973 por parte de nuestras propias FF.AA, dedicadas a partir de esa fecha a reprimir, torturar y asesinar a sus oponentes, que no era otro que un pueblo desarmado, truncando los sueños de una generación que se había encumbrado hacia el cambio social y cultural que proponía la revolución chilena al país y al mundo. Fue el momento en el cual los círculos dominantes nacionales y extranjeros transgredieron la legalidad para aplicar la violencia y asegurar mantenerse en el poder, como ya lo habían hecho antes en nuestra historia, esta vez instalando una dictadura civil militar para que eliminara a todo y toda oponente y vestigio de la Unidad popular, apropiándose en ese momento violentamente el motor de la historia moviéndolo a su favor y desde el poder opresor.
La generación de Orlando Bahamondes, nuestra generación junto a la que venía antes y a la que vino luego, aprendimos rápido, la derrota trajo consigo la persecución política y la tortura, la prisión y el exilio, lo que vivimos en carne propia. Lo que sin lugar a duda facilito el camino para decidirnos a iniciar nuevos rumbos de resistencia, lo que permitiera también prepararnos política y militarmente para terminar con la dictadura y continuar en la construcción de una sociedad justa como la que habíamos soñado e intentamos construir junto a Salvador Allende.
Como sucedió con más de un millón de chilenos y chilenas Pedro también fue expulsado del pais al exilio, saltando luego a Cuba para participar de la preparación militar ofrecida generosamente por el pueblo cubano y Fidel Castro, como un valioso aporte a la lucha antidictatorial y de liberación, en particular a jóvenes comunistas, quienes se formaron como oficiales del ejército cubano. A esas alturas de la vida ya había conciencia en nuestra generación de que el bienestar ni menos el poder era concedido de gratis por las oligarquías ni por los dueños del país, como había quedado demostrado en 1973, por el contrario, había que prepararse para conquistarlo, habíamos aprendido que la violencia organizada de una clase es para mantener la opresión de otra.
Pero los caminos no terminaron allí, asimilada la formación político militar necesaria, el andar continuó hacia Chile, que era el objetivo final, era esa una época en la cual el impacto cultural y político de la revolución cubana recorría todo el continente impregnando de una fuerza vital y de optimismo a la juventud latinoamericana. Asi nos encontramos con el Che, con su imagen tremenda y su espíritu combativo, convencidos de que el internacionalismo y extender la lucha armada era también una condición necesaria para terminar con las dictaduras, que eran los instrumentos del imperialismo norteamericano para oprimir a nuestros pueblos, había que aprender a hacer frente a los poderosos porque ese era también un camino para la liberación de los países del tercer mundo. Es el camino del internacionalismo que nuestro recordado hermano Pedro asume como propio, junto a cientos de jóvenes hombres y mujeres que recalaron en Nicaragua para aportar a la Liberación Nacional de ese país y para encontrarse con nuevos y necesarios aprendizajes para retornar finalmente a Chile.
La lucha de Pedro o Caballito entre sus más cercanos, resumida en este breve recuento es también un humilde homenaje para quienes se han ido antes, héroes y heroínas anónimos y anónimas, que atravesaron los largos años de dictadura en silencio y también para quienes aún están vivos, enfrentándola sin más armas que el optimismo en un futuro mejor, alimentado por los y las que en esos años luchaban dejándolo todo por cambiar las cosas. A los y las que tuvieron que salir al exilio y luego volvieron y a los y las que vieron emigrar a muchos y muchas que no volvieron. A los familiares de nuestros compatriotas vilmente asesinados y que aún están desaparecidos, a los miles de victimas que dejo la criminal secuela de la dictadura.
Con estas líneas va un adiós y hasta siempre a Orlando Bahamondes, a Pedro, Sergio o Caballito quien dejó una huella a seguir para las nuevas generaciones de luchadores sociales, Orlando fue uno de los dirigentes del FPMR, que hicieron surgir a la organización, que guiaron la lucha verdaderamente clandestina, gestores de las principales acciones en contra del dictador, quien hace unas semanas nos dejó alejado de las luces y la espectacularidad de la prensa sensacionalista, se fue como un depositario del ejemplo Rodriguista, cultor de la humildad revolucionaria y asumiendo el Rodriguismo como forma de vida.
Que la historia le consagre, sus hermanos y hermanas Rodriguistas, los chilenos y chilenas, le recordaran por siempre. Que la gloria eterna le vista en la eternidad.
Enrique Villanueva M