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Sename: La institución filicida. Por Daniel Malpartida

Los niños y adolescentes del Sename no son hijos de nadie, no son hijos de la patria, pero son hijos de la patria que los había abusado, no son hijos del país que debió cuidarlos, pero son los hijos del país que no los cuido. Tal la paradoja. Son los hijos negados, son los que sobran. Del Sename salieron los grupos de insurrectos que encontraron en la primavera de fuego, por fin un espacio para expresarse y atacar a aquellos que previamente los habían degradado. Son los hijos de un holocausto que se ha hecho lícito.

Eran y son los hijos del abandono, de la soledad y de la violencia incandescente de la indiferencia del mundo adulto. Y eran los que a golpes habían perdido el miedo, porque es verdad que en esta historia de una inquietante extrañeza les quitaron todo como ellos dicen incluso hasta el miedo y el temor a la muerte. La pérdida del miedo , del temor a las autoridades (que en inconsciente representan a los malos padres filicidas ) y a la represión acaso sea el emblema del despertar de Chile.

La calle el único espacio que los recibió y donde cómo los perros vagabundos aprendieron a sobrevivir. Consideran a la calle su territorio, es de ellos, por fin un espacio que les da sentido, que les ha dado visibilidad e incluso una suerte de perfil heroico. De tal modo que es en la calle donde están recuperando lo perdido.

Se entiende entonces qué estos jóvenes psíquicamente maltratados levanten las antiguas banderas de la dignidad, de la rebelión y de la libertad. Y todo esto ocurría dentro del paraíso, dentro del oasis que vendía seguridad y estabilidad. Cientos de carteles hoy proclaman “Quemen el Sename” “fuego al Sename”, una institución filicida otra de las caras de la violencia en Chile.

En los años 60 se dio a conocer el Síndrome del niño apaleado, (battered child síndrome) descubierto por Helfer, Kempe y su grupo de investigación lo que dio paso a un estremecimiento de gigantescas proporciones en el mundo social y médico de la época . El estremecimiento fue el comienzo del fin a una negación histórica centenaria: el ocultamiento compartido por las instituciones y los adultos colocando el problema sobre las mesas de discusión de aquella época. Comenzó una era de esclarecimiento y de toma de decisiones.

El psicoanálisis ha sido el mayor contribuyente al estudio, esclarecimiento a la vez que ha entregado propuestas para superar este fenómeno universalmente sumergido por la complicidad institucional. Lo menos que puede decirse es que la sociedad y las instituciones llegaron siempre tarde para protegerlos del horror que se practicaba en las instituciones a manos de los adultos sin ningún tipo de ética y muchos de ellos francamente patológicos.

A Rascovsky, al reflexionar en torno al parricidio y al filicidio, escribe : “La psicología y la sociología contemporáneas penetran hoy en sectores que antes estaban esotéricamente restringidos a una minoría iniciada y comprometida en el ocultamiento del holocausto de los hijos, es decir, del filicidio. Las investigaciones de la fenomenológica mental, el acceso al psiquismo inconciente, a la información y a la educación masiva comienzan a arrojar luz sobre los procesos colectivamente rechazados, reprimidos o negados. No existe nada más siniestro e intensamente negado que el filicidio, tanto en sus formas violentas como atenuadas”.

En sus estudios enfatizó una y otra vez la existencia perdurable de una estructura adulta de pautas gerontocráticas constituidas por hombres y mujeres que aplicaban y aplican la denigración, el maltrato, el abuso y la tortura hasta llegar al asesinato del hijo, lo que él denominó filicidio. Pensemos ahora en aquellos que no sobrevivieron al Holocausto que tenía lugar en el interior del territorio del Servicio Nacional de Menores (Sename), organismo gubernamental centralizado y dependiente del Ministerio de Justicia

El lapidario informe de la policía de investigaciones sobre abusos en el Sename

El documento asegura que en el 100% de los centros que dependen directamente del Sename se han cometido “de manera permanente y sistemática acciones que lesionan los derechos de los niños, niñas y adolescentes”. Y que en un 50% de los hogares a nivel nacional se han verificado abusos sexuales. Se comprobaron 2,071 abusos de todo tipo, 310 sexuales. Y no se trata de una fantasía sino de una realidad terrible que sobrepasa la ficción.

Fue entonces cuando la fiscalía abrió una investigación penal que indagaría las descubiertas 1.313 muertes de menores ocurridas en los últimos 12 años. El informe fue entregado a la fiscalía con copia al gobierno ambas instituciones los mantuvieron oculto. ¿Porqué? En primer lugar, el informe evidencia y pone de manifiesto una red de decisiones y acciones encubiertas que solo puede ser denominadas siniestras. Hemos consignado el significado de la negación y de la complicidad gerontocrática. Incluso alguien podría argumentar que el informe no lo dieron a conocer porque era y en efecto lo es, horroroso. El argumento anterior borra los principios de un país que se dice y se dijo a si mismo civilizado.

El desencubrimiento de estas y otras realidades inhumanas colocó a Chile en el ojo de la barbarie y de la violación sistemática en primer lugar de los derechos de los niños y en segundo lugar de los derechos humanos tal y como ha sido reiteradamente consignado en los medios nacionales e internacionales.

¿Qué más decir? Para el psicoanálisis ,la antropología , la etnologia asi como para la criminología en un principio no fue fácil aceptar la abrumadora evidencia respecto a los actos filicidas de parte de los adultos y de las instituciones.

En los inicios del siglo XXI el Filicidio despliega su violencia abriéndose paso con su fuerza primigenia más allá de los supuestos conductas del “hombre y mujeres civilizadas” que en una alianza clandestina niegan estos actos quedando responsables e instituciones en un estado que ha sido otra de las motivaciones que empujaron el despertar de Chile: la impunidad.

Dentro del mercado Neoliberal de la violencia, los hijos victimados ya no son elevados al rango de divinidades ,con la inconfesada intención de sacrificarlos y negar al mismo tiempo el acto ,porque una divinidad superior lo demandaba. Hoy apenas son una pieza de recambio, un sustituto y un container a donde va a depositarse la agresión adulta en todas sus manifestaciones. E igual que en el pasado la indefensión e inocencia de las víctimas resplandecen pero no alcanzan a iluminar ni a tocar a quienes tienen en sus manos parte del destino de la progenie. Causa una verdadera sensacion de indignación y de inquietante extrañeza comprobar que la autoridades involucradas,ninguna de ellas parece sentirse culpable. Nadie renuncio,nadie ha sido juzgado. Los hijos denigrados de Chile son apenas un numero en las estadísticas . Forman parte de la filas de los que sobran e incomodan a los fánáticos del modelo neoliberal .Pero al final …algo son… un poco menos que nada, un resto.

Daniel Malpartida
Psicoanalista

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