Una de las temáticas que me ha interesado durante el último periodo al ver los debates nacionales, es aquella que guarda relación con el sentido y la coherencia, conceptos que se anudan a la coyuntura, la política y que al enlazarlos a perspectivas filosóficas parecen despertar diversos oleajes de ideas. Dichos conceptos, no son del todo excluyentes con la congruencia y la permanencia, es más, es importante que estén presentes si es que en el debate hemos de hablar de la coherencia y el sentido en la política: ¿Estamos utilizando los conceptos adecuados a los conflictos de nuestra época? ¿Es posible dar coherencia y sentido a la policía hoy? Irremediablemente al invitar al debate conceptos tales como sentido, coherencia, congruencia y permanencia, estamos también hablando y reflexionando sobre el tiempo. El tiempo y la historia, el tiempo y la política, el tiempo y los caminos de la vida. El individuo esta construido, constituido y es atravesado por el tiempo, es el movimiento de la historia aquello que va produciendo diversas modalidades de existencia, estructuras sociales y estructuras políticas. El tiempo es el engranaje de la historia, el alimento de la política. Es la batalla de las ideas que se produce en un momento determinado aquello que posibilita la aparición de nuevos virus ideológicos.
En la política actual, pareciera ser que estos conceptos están en crisis. El mismo concepto crisis es en si mismo un espacio que debe ser re-pensado. La ilegitimidad democrática tiene como principal alimento el sin sentido de la clase política y las propuestas o transformaciones políticas. El tiempo de la política contemporánea, olvida convenientemente todo con efímeros movimientos.
Olvidamos que el sentido y la coherencia en la política, tiene relación con las formas de vida política y la relación espacio-tiempo, entender un momento histórico como una coyuntura es perder el fondo y las características y movimientos que posibilitan ciertos momentos políticos.
La incongruencia e inconsistencia, aparecen cuando la interpretación del momento político no está atento a las condiciones particulares, desde allí ya se comienza con un paso en falso, dando paso a una desesperanza naturalizada como pilar que sostiene las estructuras políticas, sociales y las propuestas de las agendas políticas del presente.
Ser optimistas en tiempos de desesperación es también otra forma de desesperación: ¿Cómo pensar en una alternativa diferente o en otro fin del mundo cuando todas las alarmas rojas del sin sentido dominan y atraviesan al individuo del siglo XXI?
Es la perdida de la continuidad lo que promueve el sin sentido en la política, es la poca congruencia y el movimiento rápido hacia una dirección que no ha sido articulada y conocida o explorada previamente aquello que desploma el sentido y el tiempo político dejando solo un gran vacío que es llenado por la desesperanza y la creencia de que las cosas se mantendrán en ese estado de falsas promesas, idealización y engaños.
No hay producción de conocimiento, no hay articulación de las diversas modalidades de conocimientos políticos y por tanto, no hay dialogo entre la coherencia y el tiempo político.
La derecha utiliza estos espacios vacíos, para completarlos con sentidos vaciados de coherencia y alzan la voz para llamar otros tiempos políticos, otros mas convenientes a sus objetivos.
Sin conocimiento del momento político y con articulaciones sociales apresuradas, las batallas políticas de nuestro tiempo se apresuran con respuestas y propuestas desesperadas y utópicas de concretar.
La izquierda y la derecha hoy, intentan demostrar algo a alguien. La política hoy está perdida entre espejos imaginarios, luchando contra figuras del pasado e imposibles del futuro.
El sin sentido, puede ser combatido con aún mas sin sentido. Es una estrategia que ha logrado convencer a muchos.
Estamos en tiempos complejos, hay mixturas políticas y limites difusos entre las luchas que se promueven tanto de izquierdas como derechas, al final del día, ambos bandos se lanzan a la batalla del sin sentido político tras las búsqueda del ansiado poder: ¿Será que como izquierda hemos perdido el objetivo?
Todo nos lleva de regreso al tiempo, la política de hoy se caracteriza por establecer objetivos sin plazos, metas sin delimitación temporal y programas claros, es un sin sentido de las propuestas políticas y de la democracia, incluso las mejores y mas nobles propuestas carecen de plazos definidos.
Es el camino y las complejidades, es la contingencia aquello que confronta a la izquierda. En el camino, la coyuntura releva los objetivos incorporando una y otra vez otros objetivos a la lista, que terminan por desplomar la esperanza, la confianza y la legitimidad democrática: ¿Hacia donde nos dirigimos hoy?