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Ser migrante en Chile en tiempos de pandemia. Reflexiones respecto al actual proceso migratorio. ¿Qué opinamos los estudiantes? por Jordan Muñoz Salas.[1] Edición: Arturo I. Castro Martínez.[2]

¿Hagamos de la sala de clases un sitio para la reflexión de nuestro presente y construcción del futuro?; ¿debe ser el fenómeno migratorio parte de esta reflexión? Con estas preguntas comenzó a forjarse este escrito, como parte de una invitación a un grupo de estudiantes del Colegio San Juan Diego de Guadalupe, establecimiento educacional ubicado en la periferia de Maipú, hoy por hoy una de las comunas más populosas del país, donde el actual fenómeno migratorio se hace presente en sus barrios, otorgando nuevos vecinos, provenientes de las más diversas partes de Latinoamérica. Sin dudas este escenario también se ha hecho presente en el aula de clases, haciendo posible la realización de cuestionamientos respecto a nuestra realidad educativa: ¿Qué podemos hacer para incluir a estos nuevos estudiantes en nuestras salas de clases?; ¿lo estaremos haciendo bien? Son algunas de las interrogantes que nos invaden, a nosotros los profesores en nuestro diario vivir. De lo que estamos seguros, es que al menos se debiesen de redirigir energías en la construcción de planes de estudio de tipo intercultural, proyectos educativos institucionales (PEI) inclusivos respecto a nuestra nueva realidad, al menos para hacer posible la correcta inserción de estos niños y jóvenes, sumando a la totalidad de los miembros de su núcleo familiar, conociendo sus diversas realidades y problemáticas, asociadas regularmente a situaciones de precariedad y marginalidad, tanto económica y social, dificultades que se han visto incrementadas gracias al avance de la pandemia en el país, siendo esta la temática que ha abordado Jordan Muñoz, estudiante de cuarto medio – como cualquier otro –, habitante y testigo de lo que ocurre en los barrios populares de la capital, joven que desde su trinchera ha querido sensibilizar respecto a la realidad migratoria a quien lo lea.

Los “sin papeles”: ¿Qué tipo de vida llevan los inmigrantes en nuestro país?

Como los “sin papeles”, así son tildados los migrantes ilegales en Europa, provenientes desde diversas partes del tercer mundo, quienes por temas de necesidad han tenido que dejar sus lugares de origen, debiendo deambular por extensos territorios en búsqueda de un lugar donde cobijarse. Hoy por hoy esta realidad no queda ajena a la sociedad chilena. Bien es sabido lo que sufren los inmigrantes que han decidido llegar al país cruzando pasos fronterizos ilegales, pasando penurias, las que en varios casos les ha traído la muerte como la más cruel de las recompensas.

“El mayor Mario Palma, jefe de la Segunda Comisaría de Pozo Almonte, relató que “un menor de 14 años se acercó al personal de Carabineros para solicitar ayuda, ya que mientras cruzaba la frontera de Bolivia a Chile, con su grupo familiar formado por su madre y su hermana, esta última comenzó a sentirse mal desmayándose, por lo tanto Carabineros conjuntamente con personal médico de la posta de Colchane acudieron hasta el lugar, verificando y constatando que esta ciudadana venezolana lamentablemente se encontraba fallecida”[3].

Este tipo de noticias se hacen cada vez más comunes en el país, siendo parte fundamental de la historia de nuestros nuevos habitantes. En las escuelas a diario se escuchan historias de niños que cruzaron con sus familias el desierto, pasando por varios países, durmiendo en la calle. Esta realidad duele, hiere profundamente si pensamos en las consecuencias que esto acarrea, el estigma provocado por quienes sólo son habitantes de este suelo, de esta larga y angosta franja de tierra que amenaza con caer al Océano Pacífico.

Otra problemática asociada al presente de nuestra población migrante es el choque cultural. Estas dificultades no ocurren únicamente con los extranjeros, debido a que es un fenómeno donde se han visto involucrados y desde hace décadas nuestros pueblos originarios, los que han tenido que abandonar sus lugares de origen, para dirigirse hacia las periferias de las ciudades, donde han tenido que sobrevivir en el más absoluto de los olvidos, condenándolos a la pérdida cultural, una suerte de mutismo. Esta realidad también ocurre con la población haitiana en Chile, personas que copan las esquinas de las principales calles del país, intentando vender algo en el comercio informal. Estos, con cierta regularidad preguntan a su alrededor: ¿en qué momento se nos escucha? Esta es una paradoja constante, debido a su poca inclusión derivada de su idioma y el poco conocimiento que existe respecto a su cultura en Chile, país que en un principio acordó realizar planes de integración acordes a esta nueva realidad. La barrera lingüística que acá se describe es una complicación obvia a la hora de buscar trabajo o de ser incluida la población haitiana en nuestra sociedad. Es por este motivo que ha quedado relegada a situaciones reprochables, como lo son la explotación laboral y diversos actos donde la discriminación racial se ha hecho presente, condenándolos a la más cruel de las pobrezas y olvidos. Es acá donde se demuestra la necesidad de aplicar planes de integración en el país, pensando en mejorar las condiciones de vida de nuestros nuevos habitantes, siendo la escuela el sitio donde debiésemos buscar el camino para lograr estos objetivos.

¿Cuáles son los mayores problemas para los inmigrantes en estos tiempos de pandemia?

Esta pregunta tiene varias respuestas, siendo casi en su totalidad esperables. Las condiciones de vida en la que se encuentran los inmigrantes son una cuestión vista con anterioridad a la pandemia. Este fenómeno mundial provocó una expansión de problemáticas, como la precariedad y la marginalidad, asociadas a temas habitacionales y laborales (sólo por mencionar algunos). En este contexto, se hacen mayormente visibles haitianos y venezolanos, estos últimos de 5.000 habitantes pasaron a ser 455.000 en cuestión de 8 años[4], lo que presupone un alza en índices que propician la mala calidad de la vida, como lo son el hacinamiento y el poco acceso a trabajos formales o bien remunerados. Es dentro del fenómeno pandémico donde estas falencias se acentuaron, debido a que las cuarentenas afectaron directamente en los mecanismos que estas personas tienen para poder solventarse económicamente. Fueron varios los que recurrieron a los retiros de fondos de la AFP, afectando sus pensiones a futuro y la mayoría asegura no haber recibido ayudas estatales, como el IFE (Ingreso Familiar de Emergencia) y otros fondos entregados por el Estado. Según indicaba Chile Atiende el 11 de junio del 2021, hasta ese momento, únicamente podían postular a estos beneficios “los extranjeros con visa pendiente de aprobación y con hijos chilenos”[5]. Esto se tradujo en una mayor precarización y el endeudamiento de sus vidas, condicionando su estancia a condiciones de hacinamiento, lo que en pleno apogeo del virus COVID-19 acrecentó las posibilidades de contagiarse. El “inmigrante ilegal”, además de presentar estos problemas debido a condición migratoria y falta de regulación de esta, vieron en el cierre de fronteras otros focos de conflicto, debido a que se vieron forzados a cruzar los límites terrestres por pasos no habilitados, viéndose obligados a caminar por el desierto durante varios días.

Una pequeña conclusión.

El fenómeno migratorio no es algo nuevo, siendo parte fundamental en la construcción de nuestra cultura. Es así como desde los inicios de lo que llamamos república, diversos procesos históricos influenciaron en su creación. Hoy en día estos fenómenos han ido creciendo, haciéndose parte de nuestra realidad, la que debemos de afrontar, además de aprender. De alguna manera nuestra cultura mestiza se debe justamente a fenómenos migratorios, internos y externos. Bien sabida es la realidad vivida desde hace siglos por nuestros pueblos originarios, los que debieron migrar desde sus lugares de origen, perdiendo gran parte de sus estructuras, condenándolos a la pobreza y marginalidad. Hoy por hoy, esto mismo ocurre con la población extranjera que ha llegado a Chile a establecerse, habitando principalmente lugares ubicados en la periferia de las ciudades, focos donde la pandemia provocó situaciones caóticas, debido a las condiciones derivadas de los procesos migratorios que les ha tocado vivir. Son miles de personas las que quedaron sin trabajo, viviendo en habitaciones hacinadas, lo que ciertamente hizo que el virus se expandiera rápidamente en donde ellos viven. Lo cierto es que no hay muchos registros que hablen respecto a las consecuencias que tuvo el COVID–19 en su presente y futuro, debido a que un gran segmento de esta población migrante quedó relegada al olvido, siendo una consecuencia de sus situaciones de ilegalidad y marginalidad. Es por esto que deben nacer propuestas innovadoras, además de integradoras, donde la comunidad completa debiese participar, pensando en reflexionar respecto a estas realidades que se han visto invisibilizadas. ¿Será la escuela el lugar donde estos temas debiesen ser trabajos buscando una solución? Dejo esta pregunta abierta, pensando en las cosas que están por venir.


[1] Estudiante de Cuarto Medio A del Colegio San Juan Diego de Guadalupe, Maipú.

[2] Profesor y Licenciado en Historia y Ciencias Sociales, especialista en Historia Contemporánea y Mundo Actual de la Universidad de Barcelona.

[3] Información obtenida desde: https://www.migracionenchile.cl/migrantes-fallecidos-en-la-frontera-se-elevan-a-seis-tras-muerte-de-mujer/

[4] Información obtenida desde: https://www.ex-ante.cl/https-www-ex-ante-cl-https-www-ex-ante-cl-https-www-ex-ante-cl-serie-especial-inmigrantes-i-quienes-son-como-viven-y-cuanto-ganan-los-venezolanos-en-chile/

[5] https://www.biobiochile.cl/noticias/economia/actualidad-economica/2021/06/11/extranjeros-residentes-en-chile-los-casos-en-que-pueden-postular-para-recibir-el-ife-universal.shtml

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