Signos Vitales, colección: Double Elephant, Editorial Aparte, diseño de portada: Cristóbal Correa. Impreso en talleres de gráfica LOM, 2022, 61 páginas. Poesía chilena.
En general, se suele considerar como signos vitales las mediciones de las funciones fisiológicas básicas de un organismo, que se encuentran estandarizadas, bajo la lógica binaria de enfermo y sano, entre ellas la frecuencia cardíaca, la temperatura, el pulso, la frecuencia respiratoria y la presión arterial, como indicadores de que una persona o un ser, de la especie que sea, está vivo y de la calidad de su funcionamiento orgánico, siempre y cuando no sea un vegetal y se tengan mediciones y estudios al respecto, de modo que existe un desconocimiento enorme sobre múltiples especies y aquello que corresponde a sus signos vitales, entre ellas los moluscos, los arácnidos, por nombrar algunos seres vivos. En cuanto a los humanos, hay mediciones generales, pero no se ajustan totalmente dependiendo de la edad, la raza, los hábitos alimenticios, el hábitat y otras circunstancias que no han sido del todo estudiadas pero que se suele sospechar que inciden directamente en aquello que, como signos vitales, tienen que ver con la calidad de vida. Cabe considerar que el dolor es también un signo vital que debe ser especialmente considerado, medido y registrado. Recordemos que el dolor no sólo es físico, sino que tiene múltiples dimensiones que van más allá de lo emocional, social, familiar, es también un umbral cultural, y tiene muchos nombres y formas de ser expresado como algo que puede ser sentido. Y sentido tiene el libro de Damsi Figueroa que revisa tres de sus cinco libros anteriores ya publicados, en un vuelo abreviado por los suspiros en donde las imágenes de los ojos recogen el horizonte, y en mitad de todo, alguien llora desde su infancia, algunas palabras fragantes, o bien llora otra ilusión capturada entre el oleaje enmudecido de gaviotas, con voces de ultra-violeta dibujadas como si fuera a cantar sus tres pollas negras, pero pasan otros aires también de Judith en su poema, al éter cartografiado con sus propias contorsiones que duelen, mientras se mascan otras piedras y hay poemas que se deslizan por la hendidura semántica, entonces la hablante clava sombras en los atajos de la niebla y una a una caen las palabras “sobre los bellos durmientes” (poema para ser escrito sobre los durmientes de la vía férrea) Título del texto de la Pp.26 a la 28. Y paso a paso sigue la escritura, ahora con tumultos de palabras que no encajan y, sin embargo, el hablante les busca su espacio, mientras se da cuenta de sí y se autorretrata en parte, en cada página que viene y trae también esas plumas negras que brillan mientras aúlla ante la imagen del espejo roto y rota la idea de hombres y lobos, se dice que no se nombra, y está allí buscando el motivo del apocalipsis en medio de versos traposos como el vino agrio que condensa su secreto a voces, como en “La distancia relativa de una isla” (pp.46) que se condensa en la ventana de los años y transforma los versos en promesas de náufragos cuyo destino es la muerte natural, en lo posible, como todo lo que alguna vez tuvo signos vitales.
Y es que la poesía de Damsi Figueroa trae consigo “…la búsqueda de la comprensión del valor de lo poético y de la creación como un todo inherente al ser...” como bien dice Alejandra Ziebrecht, en la contratapa, o “… busca y construye identidad más allá de los lugares comunes.” Verónica Zondek (ídem contratapa), al igual que la pregunta que instala Gonzalo Rojas, en la primera edición de Judiht y el Eleofonte (1995) cuando se pregunta por; “¿Cómo que no hay poesía en el Chile de hoy? Y te atrapa la idea que todo será leído muchos años después, cuando ya los recuerdos sean por poco los únicos signos vitales y Santiago de Chile recuerde apenas sus 484 años de fundación colonialista, con ese legado español que exuda su idioma, y la mayoría sienta el arribismo bajo el olvido de esos faldones oscuros y sucios, que usaban los colonizadores-conquistadores-exterminadores, que bajaban de los bancos de madera con sus cotehardie o cotte, modelos del siglo anterior, muy usados por los ex presidarios y ahora liberados en América luego de la travesía espantosa, otros usaban un jubón hecho de la tela más barata y con mínimos adornos, y eran una versión más sencilla de los pantalones y medias o pantalones largos conocidos como trews. Mientras los nativos usaban taparrabos, en las zonas de calor, y en los lugares fríos, las pieles de animales cubrían casi todo el cuerpo, mientras las familias que ostentaban el poder tenían tejidos y el bajo pueblo indígena desde Méjico hacia el sur usaban butifarras o calzones (máxtlatl) y una manta (tilmatli). Las mujeres vestían faldas (cueitl), fajas (nelpiloni) y el huipil (uipilli).
La fundación de una ciudad también puede ser considerada como parte de los signos vitales de una cultura que se irá desarrollando con el tiempo, mientras canalizan ríos y canales, y las huertas y chacras cada vez se alejan más del centro que se irá edificando a destajo, con las groseras regulaciones, y la sobrepoblación en ghettos, gracias a que los municipios permiten que todo sea por unas cuantas monedas, lícitas o no, dependerá del funcionario, los concejales y el alcalde, ya conocemos a varios corruptos, en distintas partes del país, y nombrarlos sería como nombrar a los partidos que los eligieron para que sean votados por una ciudadanía que no estaba al tanto de los delitos, o si los estaba no les importó, porque total, si tienen plata ahora robarán menos y al final da lo mismo si hay que votar obligatoriamente por el mal menor, pero nada viene a detener el “Progreso” porque las ciudades serán lavadas con sangre, en cada revuelta por los atropellos, volverán las oscuras golondrinas del disparo en los ojos para que se tranquilice la banca, los inversionistas del pudridero traerán a sus parlamentarios símbolos para que hablen por ellos como buenos ventrículos de la maldad y a endurecer las penas por delitos menores, los cursillos de ética para las grandes sanguijuelas de la colusión, ya hemos olvidado; las farmacias, los pollos, el confort, los pasajes de buses, o lo que sea que esté o no en la ley, total los jueces son de los mismos, (recordemos la gran crisis de los magistrados -diversas cortes- en la década de los 2000 y 2001, por discriminatoria y corrupta, diversos estudios dejan ver el estado del sistema judicial, no por nada después vendrían los cursitos de ética), hoy en día tratan de limpiar la imagen con cuadernos de remoción, si en todas las cortes se cuecen habas, y los habeas corpus ya no vienen al caso, porque los casos son de secuestro calificado con piratas del tren de Aragua y otras compañías del delito, por eso no aparece Julia Chuñil, ni su perro Cholito, dicen que las forestales fueron a borra las huellas de las camionetas, y que nada a dicho Juan Carlos Morstadt Anwandter, mientras en el Wallmapu hay el doble de dotación de carabineros y también están los blindados de las fuerzas armadas, y hay un gran cantidad de incendios intencionales con toque de queda y todo, y queda mucho por descubrir mientras la tv abierta siga sin investigar los casos y a quienes les convienen los incendios, mientras en Santiago hay un 50% menos de dotación policial en las comisarías, generalmente dos por carro y un carro por cuadrante, con suerte, a no ser que vivas en el sector poniente de Santiago del Nuevo Extremo, ya lo dijimos 484 años desde su fundación y todavía hay mataderos clandestinos y autoridades que quisieran ver a sus enemigos en una estaca, porque no hay adversarios, eso sólo se da en la misma coalición, aunque sean todos de las mismas familias, y traten de aliviar en algo el abandono del Estado, la derecha quiere aún menos Estado, sólo le interesa la Bandera y con suerte el territorio, aunque es mejor venderlo o concesionarlo, así otros se llevan las ganancias y si se trata de impuestos, les devolvemos todo incluyendo la bencina, el petróleo y el combustible de aviones, total son apenas una raya en la capa de ozono y son grandes consorcios, de lo contrario te desestabilizan y te avisan que se volverán a apoderar del canal de Panamá, o Gaza, porque son ellos los que fabrican los tomahawk BGM -109 de largo alcance, es decir 2.500 kilómetros desde donde sea que estén las plataformas marítimas está comprobada la precisión contra blancos terrestres, aunque seas de los mismos blancos supremacistas, que te sientes orgulloso de tus antepasados usurpadores, o lo que sea que fueron, igual se quedaron con las tierras, los océanos, lagos y ríos y los explotan al máximo, a más no dar, porque no tienes criptomoneda, y aunque las tuvieras te hago otro engaño, y lo envuelvo con la bandera de la libertad y los derechos humanos…que a ratos son puro humo, sin manos, para apagar otros incendios.
Pero volvamos al texto, signos vitales, es también una ola de sal gruesa que nos restriega el dolor de los cuerpos y de la belleza, el hablante es una tejedora de cánticos que no envejecen, porque hay ritmos ocultos en la porosidad de los versos que se rebanan solos ante la tinta experta de quien nos indica la luz, sin salirse de la poética que construye a pulso, entre sus propios signos vitales, están los racimos de poemas que se desgajan, al igual que una invitación al baile, que pulsa su sentido incluyendo las miradas en el espejo roto, porque rota está la tarde con su soledad multiplicada y en el lugar en que justo, justo los abrazos son los soñados, nos envuelve un humo parecido al del incendio y volvemos a estar conscientes de nuestros propios signos vitales.
Hans Schuster, escritor.