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Siguen hablando de recesión. Por Alicia Gariazzo

En Chile se sigue hablando de recesión, aunque el consumismo abunda. Los bares, restoranes, balnearios y malls están siempre repletos, pese a que los precios chilenos son de los más altos del mundo. Los festivales de música son grito y plata y la mayor parte de sus consumidores, jóvenes de bajos ingresos, no solo gastan en las entradas, sino en transporte, alojamiento y noches de espera para conseguir buenos lugares y ver de cerca a sus ídolos. Las maquinitas tragamonedas en los barrios están siempre ocupadas. La industria inmobiliaria también es despampanante con precios más altos que en Miami y así aún las construcciones se multiplican. El comercio ambulante es creciente y se encuentra con clientes en todas las calles céntricas de las principales ciudades del país.

Las estadísticas no explican este fenómeno y los comentaristas económicos no le dan ninguna importancia. ¡Esto es por lo menos sorprendente!

Los economistas del régimen se concentran en describir el bajo crecimiento de la economía por la baja inversión, debido al pago de impuestos y no comentan las gigantescas utilidades de los bancos, de ISAPREs y AFPs, del retail que expande sus inversiones a toda América Latina, donde nos encontramos en todas partes con Jumbos, Falabellas y otros. Menos, de que cada año un chileno se agrega a los records de Forbes de los más ricos del mundo. Ya llevamos más de 10 familias.

Mirando los Forbes 2019, encontramos al Grupo Luksic, bajo el nombre de Iris Fotbona, en el lugar 74. A Julio Ponce Lerou, el yernísimo, en el 546. Horst Paulmann con sus comercios en el 745 y a nuestro Presidente Piñera con su fideicomiso ciego en el 804.

Ne pa mal para una recesión donde hay que seguir disminuyendo impuestos a esta pobre gente para que inviertan y nos den trabajo.

Los economistas neoliberales se quedaron pegados en una ecuación absurda. Mientras menos impuestos pagan los empresarios, más invierten y así crecen y dan trabajo.

En primer lugar las inversiones pueden ir disminuyendo en el tiempo e igual se crece. El crecimiento puede estancarse por períodos de maduración. Y especialmente ahora, el crecimiento no lleva consigo necesariamente aumento de puestos de trabajo. Por el contrario, muchas inversiones disminuyen puestos de trabajo. Un ejemplo impresionante lo da la modernización de los puertos de todo el país.

Por tanto, se puede concluir que el consumo excedente en un país en “recesión” se financia con sobreendeudamiento o dinero ilegal, aquel que las estadísticas no pueden reflejar. En efecto, la industria de la entretención a la que se da mucha importancia en el país, concita y estimula actividades ilegales aledañas. Esta industria se ha impulsado en Chile y el mundo, primero por el cambio en la estructura del empleo sufrida en los países más desarrollados al externalizar sus industrias al Asia y luego para compensar la disminución de puestos de trabajos que han creado las nuevas tecnologías.

La actividad ilegal resultante, y que rodea a casinos y bares, genera ingresos y empleo y Chile no ha quedado al margen de ello. Un país con una economía totalmente abierta no tendría ninguna razón para ser diferente a la mayoría de los países del mundo, donde actualmente hay narcotráfico, trata de personas, tráfico de órganos y de armas.

Según la Oficina de Drogas y Crimen Organizado de Naciones Unidas, el narcotráfico mueve en el mundo unos US$300.000 millones al año. El PIB de este mercado negro estaría en el puesto 21, justo después de Suecia. En Chile la actividad es creciente, como lo informó en 2011 el Subsecretario del Interior de la época, Rodrigo Ubilla, en la Cámara de Diputados:

“Pese que los supuestos podrían estar equivocados, estudios europeos y norteamericanos demostraron que en un país con los niveles de control y fiscalización del nuestro, se detecta el 25% de la droga que ingresa. Esto no significa que el 75% restante se consuma en Chile, pero es droga que ingresa por las fronteras terrestres y sale por nuestros puertos. Quiero recalcar que internacionalmente ya se reconoce el papel que está jugando Chile en este comercio. Entre 2009 y 2011, en puertos de África, Asia y Europa se incautó más de siete toneladas de droga provenientes de puertos chilenos, principalmente de Arica. Las autoridades aceptan dicha conclusión y afirman que incautan un promedio de 20 toneladas al año. Por ende, basándonos en los porcentajes de los expertos mencionados, deberían ingresar alrededor de 80 toneladas, que se trasladan dentro de Chile para que sean exportadas, si no quedara nada para el consumo interno, lo que sabemos no es así.”

El Subsecretario agregó en dicha ocasión que, entre 2000 y 2009 el cultivo de coca en Perú creció un 38% y en Bolivia un 112%, dato documentado a nivel internacional. Ello se debió a que el cultivo de coca fue emigrando desde Colombia, país productor de la gran mayoría de la materia prima –la hoja de la coca- hacia Perú y Bolivia. Y los 947 kilómetros de frontera que tenemos con estos países son su puerta de salida natural.

Es claro que el narco y microtráfico de cocaína en nuestro país es una actividad importante y esto queda más claro cuando comprobamos que luego de este informe de Ubilla en 2011 nadie más habló del hecho, aunque recién ahora, en 2019, están apareciendo los cargamentos de coca o de armas que se decomisan a diario.

No hay cuantificación de la prostitución existente en Chile, pero, a nivel mundial, mueve más de US$100.000 millones anuales. La actividad está vinculada al tráfico de personas, en el que Chile ya ha aparecido en algunos informes. Afecta más a mujeres jóvenes y niños, vendidos por sus familias o secuestrados por bandas organizadas para ser vendidos como esclavos con fines sexuales o para falsas adopciones. Aunque hoy genera solo unos US$32.000 millones, es el delito que más rápido crece a nivel mundial. Según informe de la ONU, podría estar presente en más de 137 países, donde las víctimas viven bajo constantes amenazas.

Muchas de estas organizaciones han surgido al calor del contrabando de inmigrantes. Esto empezó, silenciosamente en Chile, a cargo de empresarios, pero ya ahora es una realidad masiva donde los extranjeros trabajan por bajos salarios, sin salud, ni previsión.

Finalmente, si consideramos que la delincuencia ha aumentado su violencia y que la mayoría de los asaltantes actuales lo hacen armados, tenemos necesariamente que concluir que en Chile hay tráfico de armas, ya que estas no se fabrican ni se venden legalmente. En aquellos lugares donde predomina el microtráfico también debe existir un mercado para este contrabando. La actual participación de las fuerzas del orden en delitos nos muestra también la generalización de estos.

Podemos concluir que aunque estas líneas se consideren exageradas, o algunos crean todavía que nuestro país es diferente, como cuando creíamos en la probidad de nuestros líderes y uniformados, es necesario aceptar que las cifras no calzan y que podemos estar sufriendo muchos fenómenos a nivel socioeconómico, pero nunca el de la recesión.

Menos aún cuando estamos viendo cómo se desarrolla en nuestro país la innovación y el desarrollo tecnológico.

Se habla de la recesión, sin hablar de los multimillonarios y sus inversiones en el exterior. Se habla de disminuir la jornada de trabajo sin tocar, ni levemente, el hecho público de que cada día desaparece una nueva frente de trabajo. Luksic, el empresario más rico de Chile acaba de cerrar un número de sucursales de sus bancos para reemplazarlas por cajeros automáticos. Cada día disminuyen más las fuentes de trabajo debido a las nuevas tecnologías y a la robotización de la economía.

Los que discuten la disminución de la jornada de trabajo deberían considerar que dicha disminución entrega una compensación de este desarrollo a los sectores más vulnerables. De partida todos los empleados de la Administración Pública encargados de trámites que ahora se hacen on line deberían estar menos horas en sus lugares de trabajo. Pero ello debería explicitarse y discutirse abiertamente. Las Municipalidades deberían organizar cursos para manejar el tiempo libre y para que los interesados puedan adaptarse a la nueva realidad.

Lo importante es que miremos nuestra realidad en forma abierta y seamos capaces de buscar soluciones en conjunto para construir una sociedad mejor que necesariamente deberá ser solidaria dados los tiempos que vienen.

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