En el contexto de la discusión por el presupuesto 2025, la derecha ha negado el financiamiento al sector de cultura, afectando de manera directa a distintos ámbitos de vital importancia para el país. Uno de los principales afectados ha sido el presupuesto destinado a los sitios de memoria, los que cumplen la vital función no solo de mantener viva la memoria de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, sino también de recordar la lucha que miles de chilenos y chilenas dieron por un Chile diferente.
En su clásico libro “Lieux de Mémoire”, el historiador Pierre Nora hace una revisión crítica de la sociedad francesa de la segunda mitad del siglo XX. En este libro plantea que, frente a la mundialización, la masificación y la mediatización, la memoria deja de ser una fuente relevante para la construcción de identidades. Ante esto, se erige la inmediatez, el constante devenir de discursos que atraviesan las subjetividades, vaciándolas de puntos de referencia. De esta forma, la memoria queda encapsulada en “lugares”: estatuas, monumentos, placas, objetos fetiches donde la memoria se cosifica, volviéndose parte del paisaje, un significante sin significado. En contraposición a los “lugares”, Nora define los “milieux”: entornos, ambientes de memoria, espacios donde esta no solo se imprime en la materialidad, sino que se construye, articula, ensambla y crece, sirviendo no solo para evitar el olvido, sino también como base para interpretar y transformar el presente.
De manera similar, Todorov establece la diferencia entre “memoria literal” y “memoria ejemplar”. La primera se refiere al abuso de la memoria, entendida como un texto que se repite de manera obsesiva, sometiendo el presente al pasado. La segunda se refiere al uso de la memoria no como repetición, sino como ejemplo, como un sustrato que permita germinar y dar vida a nuevos presentes y futuros.
A lo largo de su historia, los sitios de memoria en Chile han funcionado no solo como testimonio de la violencia de la dictadura, sino también recordando la vida e ideales de quienes lucharon por un país mejor.
Además, durante los distintos procesos de movilización de los últimos 15 años, muchos de ellos se han constituido como espacios de encuentro para diversas organizaciones, permitiendo que la memoria no solo se mantenga como una referencia al pasado, sino como un marco relevante para la construcción del futuro. Sin embargo, su financiamiento ha sido un problema constante, sometido a una precariedad que pone en riesgo su continuidad. En los últimos años, estos sitios han formado parte del presupuesto del Ministerio de las Culturas; sin embargo, para recibir financiamiento, se ven forzados a competir entre sí. De esta forma, se evidencia la falta de una política de memoria que entienda a los sitios de memoria como lo que son: una parte fundamental del patrimonio histórico nacional.
En un contexto marcado por el crecimiento de la extrema derecha, donde la etiqueta de “octubrismo” deslegitima cualquier discurso que critique el devenir conservador del país, los sitios de memoria resultan cruciales no solo para recordar las violaciones a los derechos humanos y a sus víctimas, sino también para construir nuevos presentes y futuros.
Nicolás Ortiz, académico e investigador Cisju UCSH