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Sobre el aborto y la salud. Por Marcia Venegas y Claudia Santiago. Asociación Ginecólogas Chile

Escuchamos con estupor en la comisión de salud de la Cámara de Diputados y Diputadas a colegas, médicos y médicas, utilizar cifras de mortalidad materna y egresos médicos por aborto, como excusa para argumentar lo innecesario de una legislación sobre el aborto con plazos, debido por sobre todo a la baja mortalidad que en nuestro país representa esta problemática.

Por supuesto que estas cifras comparadas con otros países de la región nos dejan en una situación sanitaria admirable, pero ¿son cifras fidedignas? Afirmar que lo son es desconocer que cuando una prestación de salud es penalizada (no denegada, porque eso si es medible) es simplemente imposible saber cuántos malos resultados derivados de la falta de atención, no llegan nunca a los servicios de urgencia, o llegan escondidos en otro motivo de consulta.

Argumentaciones como éstas banalizan la salud de las mujeres y nos hace pensar si acaso importamos tan poco que da lo mismo cuantificar de manera real y seria la magnitud del problema. Es desviar la mirada para otro lado y autocomplacerse en cifras que no reflejan un fenómeno social porque obviamente es clandestino. Negarse a ocupar instrumentos estadísticos que podrían proyectar cifras realistas sobre esta problemática para crear estrategias de salud y de políticas públicas que permitan, en su total dimensión, ocuparse de este problema, es bajo todo punto de vista un actuar sanitario negligente y es finalmente hacerse cómplice de un estado que ha estado prácticamente ausente en materia de aborto.

El aborto en Chile es una realidad que no podemos seguir escondiendo, hay que hacerle frente desde la prevención hasta su manejo seguro. No por tener baja tasa de muertes derivadas del aborto este se vuelve inmediatamente seguro e innecesario de controlar. La inseguridad también pasa porque nuestras mujeres están abortando solas, en sus casas, con miedo a lo que les suceda, sin una guía ni la certeza de cómo van a terminar, con la angustia de que si todo sale mal no hay donde acudir, con medicamentos adquiridos en el mercado negro, en transacciones que se realizan de manera peligrosa donde se exponen a ser timadas, a sobredosis, a medicamentos tóxicos o en mal estado. Esto sucede a diario en nuestro país, es una realidad que transitan miles y miles de chilenas cada año. ¿De verdad vamos a seguir haciendo como que no pasa? ¿De verdad seguiremos sin protegerlas? Es un hecho que penalizar el aborto no hace que no suceda, no sirve, no funciona. ¿Seguiremos entonces en la misma senda que genera este drama humano?

Los tratados internacionales firmados por Chile son voluntarios y desde ese momento vinculantes, las sugerencias de las agencias de salud deben ser escuchadas, el aborto es una prestación de salud y en Chile se está entregando por personal no sanitario, en contexto de inseguridad física y psicológica para las mujeres que las lleva a situaciones límites. Esta problemática sanitaria no cabe en una estadística de morbimortalidad materna, imposible de cuantificar por lo demás por su característica de clandestino, pero precariza la salud de un enorme número de mujeres, sobre todo de las más humildes.

Las mujeres que abortan en Chile no le deben nada a ninguna mujer que elije gestar y que podría sentirse vulnerada por la sola existencia de esta ley, porque ella no obliga a nadie a abortar. Al igual que no le deben nada a las mujeres que por una u otra razón no pueden tener hij@s. Este argumento usado solo intenta desviar la discusión.

Sabemos de sobra que los recursos en salud son escasos, muchas de nosotras trabajamos en hospitales públicos, pero argumentar la falta de presupuesto no puede ser razón para dejar a una parte importante de la población sin atención médica. Y negarse además a promover y practicar otras prestaciones de salud que han demostrado eficiencia en reducir el aborto, como la anticoncepción y la educación sexual, viola el segundo principio básico de la ética médica “primun non nocera”.

Los modelos de salud y la enseñanza misma de la medicina han sido productos culturales estratégicos en un determinado momento de la historia de la humanidad, necesitamos un modelo sanitario que se haga cargo del aborto con plazos porque correr el límite de lo que la medicina puede ofrecer, planificar o normar es una acción que hacemos de manera cotidiana cuando actualizamos nuestro conocimiento, no se entiende que en este punto en cuestión algunos quieran seguir empantanados en estadísticas poco realistas y renuncien a la base misma del sistema de cuidados, porque la salud es mucho más que mortalidad, es una vida sana física y psicológicamente libre de violencia y con oportunidades de cuidados igual para tod@s.

La persecución y la criminalización, así como forzar por omisión sanitaria la clandestinidad del aborto no se parece en nada a una práctica médica ética, es lo que al final del día nos diferencia como profesionales de la salud.

Dra Marcia Venegas N. Dra Claudia Santiago H.

Asociación Ginecólogas Chile

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