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Sobre Estado nación, Wallmapu y resistencias en el contexto actual. Por Marco Silva Cornejo

A todo/as los estudiantes de la psicoeducación que me han enseñado la dignidad de resistir.

Hablo en mi condición de mayoría extranjera en un territorio que no me pertenece. Hablo desde el ADN colonizador y “pacificador” con el que el Estado de Chile fue progresivamente durante los últimos 150 años generando un irremediable impacto en la geografía del territorio que los chilenos reconocemos como Araucanía pero que en palabras de sus legítimos dueños es solo un porcentaje de aquella nación que se reconoce parte del Wallmapu.

La primera colonización; la de los europeos impacto directamente junto a las estrategias de exterminio físico, en la devastación de la intersubjetividad y el relato mágico y místico del Mapuche. Los españoles vendieron Dios a cambio de tierra y riquezas, apostando de manera progresiva al exterminio físico y simbólico de una nación entera.

La segunda ofensiva extranjera liderada por el ejército de Chile en la campaña de lo que conocemos como pacificación, se caracterizó por el énfasis capitalista que revista la función estratégica del uso de suelos. En esta campaña junto al exterminio físico del mapuche avanzó progresivamente en la secularización de sus comunidades sobrevivientes desplazándolos de los suelos productivos hacia los abismos cordilleranos y oceánicos.

El Estado de Chile usurpo la memoria, la vida y la cosmovisión del mapuche para construir sobre su territorio una columna vertebral de acero cuya máxima adquiere valor empírico en la vía del ferrocarril y la conectividad occidental. Impulsando la promesa capitalista del progreso y el desarrollo abrazado siempre a la idea fundante del crecimiento.

El naciente Estado capitalista de principios del siglo pasado y la acción hegemónica de reproducción del discurso del estado nación. Son acciones que tiene una explícita racionalidad política y que derivan en el uso de diferentes estrategias de subordinación, dominación e integración forzada del mapuche al moderno relato que asumimos como chilenos, bajo la construcción de la república.

Las actuales formas de resistencia diversas y coloridas, activas y subversivas que desplieguen diferentes comunidades en conflicto no son sino el resultado a la pretensión de una mayoría extranjera en un territorio que no le pertenece por domesticar a la minoría que resulta ser la legitima dueña del territorio que hoy habitamos como chilenos al sur del Bíobío.

Resulta fundamental que hagamos como chilenos un acto de reparación y devolución del patrimonio fundamental de los pueblos originarios: su territorio, posibilidad de autonomía y asumir que la via capitalista como forma de vida, no hace ningún sentido a quienes se reconocen hijos de la ñuke mapu. Hasta que no comprendamos esta humilde y sencilla premisa, seguiremos fortaleciendo la resistencia y testimoniaremos en bosques y carreteras la legitima resistencia de un pueblo que pese a los 525 años se resiste a ser domesticado.

Marco Silva Cornejo
Mg Ciencias Sociales Aplicadas

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