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Sobre hacinamiento y pobreza. Por Miguel Lawner

“En Santiago... hay un nivel de pobreza y hacinamiento del cual yo no tenía conciencia” (Mañalich, Ministro de Salud, 28 de mayo 2020).
“Cuando él plantea que desconocía la magnitud de ese hacinamiento, se está refiriendo a un fenómeno relativamente nuevo en Chile, como es el hacinamiento de familias migrantes que son víctimas de los arriendos abusivos”
Ex ministra de la Mujer y la Equidad de Género, Isabel Plá, 31 de mayo de 2020.

Una joven madre y dos de sus hijos, fallecieron en junio de 2012, víctimas del incendio ocurrido en un block de la población Pedro Lira de Puente Alto. El siniestro, provocó gran impacto en los medios de comunicación, poniendo nuevamente al descubierto, la precariedad del parque de viviendas sociales promovido por el Estado durante los últimos 40 años.

Dicha población forma parte del sector Bajos de Mena, donde el Serviu Metropolitano desarrolló un vasto programa de viviendas sociales a partir de mediados de los años 90, concentrando en un área de 600 hectáreas, 49 conjuntos habitacionales que suman 25.000 viviendas con alrededor de 120.000 habitantes. Se trata de viviendas desechables, en torno a los 40m2 de superficie, diseñadas mayoritariamente como blocks en tres pisos de altura, agrupadas con densidades brutas en torno a los 700 habitantes por hectárea, carentes de los más elementales principios de la arquitectura, la construcción y el urbanismo, con ausencia de espacios públicos y de esparcimiento, escasez de servicios educacionales, de salud o comerciales y lejanía del transporte público.

El poblamiento de la zona se inició en 1996 con las Villas El Volcán, etapas I y II, conformadas por 2.300 departamentos, que quedaron inhabitables apenas un año más tarde, a raíz de intensas lluvias descargadas sobre la Región Metropolitana. Muros exteriores, losas y techumbres filtraron abundantemente y se acusaron daños estructurales. Pasaron a la historia como las casas Copeva.

El hacinamiento ha generado graves conflictos intrafamiliares. En un seminario realizado tiempo atrás, una dirigente vecinal se refirió a los problemas conyugales originados al interior de las familias manifestando que “el sueño de la casa propia se convirtió en una pesadilla y en una destrucción de la familia, y por qué digo esto: porque nosotros hemos tenido que ver día a día cómo se desintegran nuestras familias y nuestras relaciones de pareja. El 50 por ciento de mis vecinas están con un quiebre matrimonial por una separación”

Los conflictos sociales y de convivencia son inevitables. Bajos de Mena es un territorio donde reina la inseguridad y el desencanto, con sus habitantes afectados por la pobreza, la exclusión, la delincuencia, el narcotráfico y estigmatizados por el resto de la sociedad.

En resumidas cuentas, un hacinamiento consciente, programado por el Estado, promoviendo una inaceptable concentración de la pobreza.

Bajos de Mena está situado en la comuna de Puente Alto, donde se registra actualmente el más alto índice, a nivel nacional, de personas contagiadas con el maldito virus Covid-19. ¿Podía haber dudas que este sería el mejor caldo de cultivo para que anidara el maldito virus Covid-19?

¿Cuántas vidas se perderán como consecuencia de este inconcebible hacinamiento, promovido por el Estado con la complicidad de los grandes empresarios de la construcción?

Un cuadro análogo, presentan numerosos conjuntos habitacionales levantados en los últimos 30 años. Mencionemos a la población Parinacota en Quilicura con 5.333 departamentos, y el 100% de ellos de alta vulnerabilidad, muchos de los cuales ya han sido demolidos. Población El Resbalón, en Cerro Navia y Renca, con 3.658 departamentos y un 91% de ellos con alta vulnerabilidad, etc. ( )

Agreguemos a esto, el crecimiento acelerado de los campamentos durante los últimos años, que ya suman 802, agrupando a más de 47.000 familias, según los estudios realizados por el MINVU durante el año pasado. Igual incremento ha experimentado el número de familias allegadas, arrendatarias o subarrendatarias, alojadas en áreas pericentrales de las grandes ciudades del país, viviendo en condiciones inaceptables de hacinamiento e insalubridad.

Finalmente mencionemos los así llamados guetos verticales, levantados preferentemente en la comuna de Estación Central, consistentes en torres de vivienda de 30 a 40 pisos con departamentos cuya superficie fluctúan entre los 18 m2 a 35 m2 y en densidades aberrantes, bordeando los 20.000 habitantes por hectárea, donde el hacinamiento excede todos los niveles conocidos en la historia de las políticas de vivienda social realizadas en Chile.

Es intolerable escuchar a un Ministro de Estado afirmar que no tenía conciencia de un cuadro extendido a lo largo de todo el país. Dudo que exista un país fuera de Chile, donde tal afirmación no hubiera significado la cesación inmediata de sus funciones.

El estado de excepción en situación de catástrofe, decretado hace ya más de un mes por el Presidente, lo faculta para realizar obras de construcción o de infraestructura pasando por encima de los requerimientos ordinarios, que obligan a la toma de razón de la Contraloría antes de iniciar las obras. Además, el Artículo 43 de la Constitución, establece que ante el escenario de estado de catástrofe, el Mandatario "Podrá, disponer requisiciones de bienes y establecer limitaciones al ejercicio del derecho de propiedad”.

Inmediatamente después de promulgado el estado de catástrofe, le envié al Ministro de la Vivienda una carta abierta, proponiéndole que aprovechara dicho estado de excepción, para ejecutar de inmediato, obras destinadas a mejorar el abastecimiento de agua en los campamentos, ya que la instrucción fundamental para prevenir el contagio es el lavado acucioso de las manos.

También pudo haber aprovechado de adquirir o expropiar buenos suelos urbanos, destinados a la construcción de viviendas destinadas a algunas de las familias, residentes en asentamientos vulnerables, como los que hemos señalado.

Nada semejante se ha realizado hasta la fecha. En cambio, se publicita en forma desmesurada, la vergonzante escena de Ministros repartiendo modestas cajas de alimento.

Estamos en presencia de un Presidente y su gabinete, que ciertamente conocen la pobreza y el hacinamiento, aunque digan lo contrario, pero que desestiman la opción de enfrentarlas, sumiendo en la desesperación a millones de nuestros compatriotas, que observan angustiados la curva creciente de personas contagiadas por el virus.

Miguel Lawner

1.6.2020.

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